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La sombra de Abimael Guzmán secuestra el debate en Perú

La muerte del fundador de Sendero Luminoso no zanja la discusión entre izquierda y derecha por el terrorismo

Un grupo de personas se reunió frente a la dirección antiterrorista para celebrar la muerte de Abimael Guzman, en septiembre de 2021.
Un grupo de personas se reunió frente a la dirección antiterrorista para celebrar la muerte de Abimael Guzman, en septiembre de 2021.Martin Mejia (AP)

El Museo de Arte de Lima repatrió 31 piezas de arte popular desde Estados Unidos. Era 2017. La policía antiterrorista, al ver los cuadros, pidió a la fiscalía una investigación por apología al terrorismo. Las pinturas retrataban a desplazados por la violencia de las décadas de los 80 y 90, y los ataques de Sendero Luminoso y de las fuerzas armadas a la comunidad campesina de Sarhua en Ayacucho, la región donde empezó el levantamiento de Abimael Guzmán. Meses después, un diario tituló en primera plana: Frenan exposición artística pro-senderista”. Tras un peritaje antropológico, el museo las retiró de la aduana. Poco después, el Ministerio de Cultura declaró patrimonio cultural este arte tradicional para resarcir a los afectados.

Es solo un ejemplo de la sombra perniciosa que ha ejercido Guzmán, fallecido el sábado pasado a los 86 años, sobre la vida pública peruana. Políticos y militares en retiro alientan a menudo el miedo al terrorismo y a la extinta organización maoísta, pese a que fue descabezada en 1992 y su cúpula condenada a cadena perpetua en una prisión militar. La estrategia del miedo se usa porque funciona como un mecanismo de control político”, comenta la historiadora Cecilia Méndez, profesora de la Universidad de California en Santa Bárbara. Hasta después de muerto sigue presente. Algunos lanzan la teoría de que el mayor terrorista de la historia de Perú sigue vivo y ha sido liberado por el Gobierno de Pedro Castillo.

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Algunos remanentes de Sendero Luminoso continuaron activos, aunque en 1999 abandonaron el objetivo de Guzmán de “derrocar al Estado”. Sus nuevos cabecillas optaron por dedicarse a la extorsión y el narco. “Fue una secta terrorista basada en el culto a la personalidad de Guzmán y en una lectura dogmática leninista y maoísta del poder político. Desde hace más de 20 años ningún grupo armado reivindica a Guzmán ni ha cometido actos terroristas en su nombre. Pese a ello, se escucha a diario a políticos, líderes de opinión y una parte mayoritaria de la prensa hablar de los senderistas como si existieran columnas armadas atacando a diestra y siniestra”, refiere Méndez, autora del capítulo Los caminos del terrorismo en Perú, publicado recientemente en The Cambridge History of Terrorism.

La historiadora explica que en estas dos décadas se busca acallar -estigmatizando como ‘terroristas’- a opositores políticos, líderes sociales y a quienes cuestionen el statu quo, “censurándose hasta la producción artística”, añade. Ese fue el caso de los cuadros retenidos en la aduana.

El historiador José Ragas destaca que, como parte del fantasma del terrorismo, una estrategia (“burda, pero consistente”) ha sido difundir imágenes adulteradas de personajes públicos o políticos de izquierda para descalificarlos. Los presentan al lado de Guzmán o con la hoz y el martillo -el icono de Sendero Luminoso-. “En enero de 2018, Natalia Majluf, entonces directora del Museo de Arte de Lima, fue injustamente acusada de apología al terrorismo, y circuló una imagen suya al lado de un retrato de Abimael Guzmán, cuando el cuadro de la foto original correspondía a Simón Bolívar”, recuerda el profesor de la Universidad Católica de Chile.

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Ragas apunta que lo mismo ocurre con políticos de izquierda como la excandidata presidencial Verónika Mendoza, y recientemente con el primer ministro Guido Bellido: sus detractores difunden fotos trucadas en las que añaden al cabecilla terrorista. Méndez advierte que el fantasma del terrorismo ha cobrado nueva intensidad al asumir el gobierno el presidente Castillo: “Con el agravante de que a los conservadores se suman líderes de opinión liberales y hasta progresistas”.

Para la profesora universitaria, el uso recurrente de la supuesta “amenaza terrorista” ocurre porque no ha habido un proceso de reconciliación en el país, pese a los esfuerzos de la Comisión de la Verdad, un ente que trató de esclarecer los crímenes y divulgar un relato común. “Guzmán ha muerto sin pedir perdón y Fujimori purga su condena sin mostrar arrepentimiento por sus crímenes”, describe. ”Este largo periodo de violencia ha dejado traumas muy reales en las personas. En lugar de propiciar superarlos, se usa el trauma políticamente, manipulando el miedo, gobierno tras gobierno”.

Militares en la vida política

La Comisión de la Verdad reportó que la violencia dejó como saldo más de 69.000 muertos, y Sendero Luminoso fue el responsable de más de la mitad de ellos. A su vez, las fuerzas del orden causaron miles de víctimas fatales y más de 20.000 desaparecidos. Por otro lado, el régimen de Fujimori usó como pretexto la lucha contra Sendero Luminoso para que un destacamento del Ejército asesinara a opositores, entre ellos líderes sindicales y universitarios. Decenas de militares han afrontado juicios por violación de derechos humanos entre 1980 y 2000, y militares y policías que combatieron el terrorismo han llegado al Parlamento en partidos de derecha y extrema derecha.

”La derecha ha propiciado un relato posconflicto que se enfoca en los atentados de Sendero Luminoso con énfasis en cómo se los venció, y deja de lado elementos problemáticos como las masacres perpetradas por los militares: no rescata lecciones para el futuro”, plantea el antropólogo Carlos Ernesto Ráez. Según el investigador, los grupos conservadores asocian de forma tácita el modelo económico del libre mercado -impuesto luego del autogolpe de Fujimori en 1992- con la victoria sobre Sendero Luminoso. “Por eso que todo aquel que cuestione el modelo económico es calificado como pro-senderista o terrorista”, anota.

En este clima, un fiscal debe decidir qué hacer con los restos de Guzmán. La oposición espera que sean cremados para evitar un eventual sitio de veneración a la ideología sectaria y violenta que creó. La viuda del terrorista ha reclamado su cadáver. Eso está por decidir. Pase lo que pase, su sombra seguirá sobrevolando sobre la actualidad peruana.

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