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La derecha y la izquierda de Brasil intentan ensayar la unidad con una manifestación contra Bolsonaro

Grupos liberales y progresistas marchan juntos este domingo en una protesta en la que el PT de Lula no participa

Manifestantes anti Bolsonaro el pasado 7 de septiembre en Belo Horizonte.
Manifestantes anti Bolsonaro el pasado 7 de septiembre en Belo Horizonte.DPA vía Europa Press (Europa Press)
Felipe Betim

Grupos políticos brasileños que ocupaban trincheras opuestas no hace mucho tiempo empiezan a ensayar una unión ante la escalada autoritaria del presidente Jair Bolsonaro. Este domingo, figuras conservadoras y progresistas marcharán en 17 ciudades para pedir la destitución del presidente. Pero la brecha que divide al país por la mitad no es tan fácil de superar e impide una mayor adhesión. El principal partido de la oposición, el Partido de los Trabajadores (PT), ha anunciado que se mantendrá al margen. Rechaza salir a la calle al lado de grupos de derecha que ayudaron a destituir a Dilma Rousseff de la Presidencia o que celebraron el encarcelamiento de Luiz Inácio Lula da Silva por la Operación Lava Jato.

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Las protestas de este 12 de septiembre se organizaron en julio por parte de grupos conservadores y liberales descontentos con la políticas bolsonaristas, entre ellos el Movimiento Brasil Libre (MBL) y Vem para a Rua (Ven a la calle), promotores iniciales de las marchas para echar a Rouseff. Su lema inicial era “Ni Lula ni Bolsonaro”, en referencia a los dos nombres que se espera que entren en liza en las elecciones de 2022. El centroderecha busca un candidato alternativo al dúo pero por ahora sin éxito.

Si las manifestaciones de este domingo tienen éxito, podrían fortalecer a un hipotético tercer candidato. Pero, a última hora, se retiró ese lema en un intento de atraer a la oposición de izquierdas. Pero ni el PT ni el Partido Socialismo y Libertad (PSOL), más a la izquierda, enviarán representantes. Pero algunos diputados de partidos progresistas y elprecandidato a presidente Ciro Gomes (Partido Democrático Laborista, PDT), han prometido estar presentes en el acto de São Paulo.

Entre analistas, dirigentes de los partidos y activistas se siente la exigencia de que la izquierda que ha estado manifestándose a favor de la destitución desde el 29 de mayo se sume a las manifestaciones convocadas por la derecha –que, por su parte, prácticamente no se sumó a los actos anteriores. Pero hay una desconfianza mutua. El bando progresista no ve ninguna legitimidad en un acto realizado por el MBL, un grupo que, según recuerdan sus opositores, utilizó las mismas tácticas bolsonaristas de difamación de figuras de la izquierda en las redes. Por su parte, el lado conservador y liberal busca un distanciamiento de Lula, acusado de buscar el protagonismo sólo para él, y entrevé una intención del PT de vaciar los eventos del 12 de septiembre.

A pesar de estos obstáculos, el discurso tanto en la derecha como en parte de la izquierda es que el momento exige dejar de lado las diferencias y construir un acto unificado en defensa de la democracia. “Se percibe la similitud con el movimiento “Diretas Já [histórica movilización que luchó por el voto directo al final de la dictadura militar]. Esta viene siendo nuestra posición”, explica Mano Ferreira, cofundador y director de comunicación de Livres (Libres), uno de los organizadores del acto.

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A pesar de que el MBL ha lanzado un comunicado en el que pedía que se saliera a la calle de blanco, para evitar colores que simbolicen alguna tendencia política, Ferreira dice que es “bonito y natural” que la gente exprese sus posiciones políticas a través de los colores y las banderas de los partidos. También es el momento de reconocer la legitimidad del adversario, argumenta. Aun así, reflexiona: “Es deseable dejar de lado la discusión electoral para que hagamos una defensa conjunta del proceso de destitución. Si defendemos el valor de la democracia y queremos derrotar al bolsonarismo, no hay lugar para personalismo o purismo”, explica.

Espacio para la “tercera vía”

El argumento de que ahora no es momento de pensar en cálculos electorales lo repiten todas las personas consultadas. Sin embargo, los actos del 12 de septiembre también abren una oportunidad para los candidatos de la llamada tercera vía –que intentan romper la polarización entre Bolsonaro y Lula. En la Avenida Paulista, además de Ciro Gomes, estarán presentes el exministro de Salud de Bolsonaro Luiz Henrique Mandetta (DEM) y el excandidato presidencial João Amoedo (Partido Novo), que planean presentarse a las presidenciales.

“Los que realmente están a favor del proceso de destitución tienen que volcarse en crear un consenso sobre un único tema: ‘Fuera Bolsonaro”, defiende Ciro Gomes, que quedó tercero en las anteriores presidenciales con el 13% en primera vuelta. Recuerda que la oposición progresista tiene unos 130 de los 513 votos de la Cámara y ha sido derrotada sucesivamente y no tiene suficientes congresistas para emprender un proceso político de destitución. “Nos hace falta convencer a más de 200 diputados de la derecha y del centroderecha. Por lo tanto, nos hace falta dialogar con los que son diferentes”, dice. “Creo que todos los demócratas brasileños, hombro con hombro, tienen que movilizar a la sociedad brasileña para crear el ambiente para el proceso de destitución”, concluye.

La diputada Gleisi Hoffmann, presidenta nacional del PT, dice que el partido pretende participar en mítines con su rival histórico, el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), y otras siglas del centroderecha en los actos en pro del procesamiento político de Bolsonaro previstos para el 3 de octubre y el 15 de noviembre. “Queremos construir un acto con partidos con los que tenemos discrepancias, pero que participaron en todo el proceso de reconstrucción democrática de Brasil”, propone Hoffmann. “Sin embargo, la manifestación convocada para el 12 de septiembre tenía otro carácter”, añade en referencia al lema “ni Lula ni Bolsonaro”. “Acabaron cambiándolo en el último momento, pero no tuvo eco en todas partes. Por ello creemos que es importante que el acto se celebre, incentivamos estos actos, pero el PT no participará”, explica.

A pesar de que el PT es firmante de solicitudes de destitución y ha llevado a miles de militantes a actos de oposición contra el presidente, se percibe una idea entre los analistas políticos de que la destitución de Bolsonaro en este momento no es una prioridad para Lula, que lidera las encuestas con un amplio margen. Lo mejor para el expresidente, en términos políticos, sería dejar que Bolsonaro se desangre para llegar a las elecciones con un rechazo aún mayor y el legendario líder petista se convierta en la opción más viable del campo democrático. “Lula depende de la presidencia de Bolsonaro como un zombi político para imponer la simplificación absolutamente demagógica de que él es la única salida para echar a Bolsonaro”, afirma Gomes, antiguo aliado de Lula y ahora rival político.

Ronda otra idea entre bastidores: la destitución de Bolsonaro quitaría de la contienda electoral al principal rival de Lula. Aunque pueda ser derrotado por otro candidato de la derecha, hay confianza en que el petista salga vencedor en cualquier contienda. Si no se concreta la destitución, el PT confía en que habrá una amplia coalición en torno a Lula, para aislar a Bolsonaro.

Hoffmann refuta la idea de que el PT prefiera a Bolsonaro como opositor y niega que vea los actos y el proceso de destitución haciendo cálculos electorales. “La visión del partido es la siguiente: no elegimos competidores ni oponentes. Para nosotros, concurrir a las elecciones significa llevar un programa claro para Brasil. Eso es lo que dará la victoria a Lula”, garantiza. Sobre la destitución, aclara: “Por una cuestión de defensa de Brasil, del pueblo brasileño, Bolsonaro tiene que marcharse. Comete delitos de responsabilidad y para nosotros eso resulta fundamental”.

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Sobre la firma

Felipe Betim
Nacido en Río de Janeiro, ha desarrollado su carrera en EL PAÍS. Escribe sobre política, temas sociales y derechos humanos entre otros asuntos. Es licenciado en Relaciones Internacionales por la PUC-Río y Máster de periodismo de EL PAÍS/Universidad Autónoma de Madrid.

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