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Israel se ofrece a rescatar la economía de la Autoridad Palestina sin reanudar el proceso de paz

El ministro de Defensa israelí visita en Ramala al presidente Abbas en el encuentro bilateral de más alto nivel en una década

Juan Carlos Sanz
El presidente palestino, Mahmud Abbas, el 25 de mayo en Ramala (Cisjordania).
El presidente palestino, Mahmud Abbas, el 25 de mayo en Ramala (Cisjordania).Reuters (Reuters)

Economía por paz, pero sin territorios. El nuevo Gobierno de Israel se ha ofrecido a rescatar las arruinadas finanzas palestinas con el propósito de afianzar en el poder al presidente de la Autoridad Palestina (AP), el nacionalista Mahmud Abbas frente a la emergencia del islamismo de Hamás. El ministro de Defensa israelí, Benny Gantz, fue recibido en la noche del domingo por el veterano rais en Ramala, sede administrativa de la AP próxima a Jerusalén, en un encuentro bilateral de alto nivel sin precedentes desde 2010. El anuncio del plan para fortalecer la economía palestina presentado por Gantz se produce tras la reunión del viernes en Washington entre el presidente de EE UU, Joe Biden, y el primer ministro israelí, Naftali Bennett, que puso fin a los desencuentros de su predecesor en el cargo, Benjamín Netanyahu, con las Administraciones demócratas.

El ultraconservador Bennett, al frente desde junio de un heterogéneo Gobierno de siete partidos que van desde la derecha nacionalista a la izquierda pacifista, ya anticipó en la Casa Blanca que no se iban a dar ahora pasos en las negociaciones con los palestinos, suspendidas desde 2014. El mandatario estadounidense, favorable a que se produzcan gestos israelíes hacia los palestinos, volvió a defender la solución de los dos Estados como una vía de salido al conflicto palestino-israelí.

Fuentes próximas al primer ministro israelí se han apresurado a precisar este lunes que no se ha iniciado “un proceso diplomático con los palestinos ni lo va a haber”, y puntualizaron que el encuentro de Ramala giró en torno a “cuestiones rutinarias de seguridad entre el Departamento de Defensa y la Autoridad Palestina”.

En una coalición gubernamental diversa como la israelí se mantienen posiciones tan enfrentadas como la anexión parcial de Cisjordania o el reconocimiento del Estado palestino. Cada partido trata de salvaguardar al tiempo su electorado. Mientras el ultranacionalista Bennett busca minimizar el impacto de la reunión con Abbas, el centrista Gantz pone de relieve el acercamiento a la Autoridad Palestina “con medidas para reforzar la economía”, según un comunicado oficial, tras la ruptura de puentes registrada en los 12 años de mandatos consecutivos de Netanyahu. El ministro israelí ha resaltado que, “a medida que la Autoridad Palestina se fortalece, Hamás se debilita”. Mantuvo una reunión de 40 minutos con el rais palestino tras una sesión de trabajo con sus colaboradores de cerca de dos horas. Ambos acordaron proseguir los contactos.

Gantz anunció que había ofrecido a la Autoridad Palestina un préstamo de urgencia de 500 millones de shéqueles (132 millones de euros) para reflotar las maltrechas arcas de la Autoridad Palestina, como anticipo de tributos que Israel recauda en su nombre. En el paquete de medidas se incluye la concesión de 16.000 permisos de trabajo en Israel (donde ya trabajan más de 120.000 palestinos) y el otorgamiento de un millar de licencias de construcción de viviendas para palestinos en la denominada Área C de los Acuerdos de Oslo (1993), de gestión exclusiva israelí, que comprende el 60% del territorio palestino ocupado de Cisjordania.

Entre las medidas de generación de confianza figura la regularización de los documentos de residencia de miles de familiares de habitantes de Cisjordania, en su mayoría procedentes de la franja de Gaza. En esencia, se trata de volver a cumplir, al menos en parte, los acuerdos por los que nació la Autoridad Palestina, en capítulos que habían sido relegados por los Gobiernos de Netanyahu, y que durante el mandato del republicano Donald Trump en EE UU cayeron en el olvido.

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Refuerzo de la Autoridad Palestina

Tanto israelíes como palestinos parecen inclinados a mantener un perfil bajo en el proceso de diálogo económico. Los primeros evitan abordar asuntos conflictivos que pueden tensionar la heteróclita coalición, que incluye una fuerza islamista de la minoría árabe. El presidente Abbas, de 85 años e instalado en el poder desde 2005 sin haberse vuelto a someter a las urnas, se está viendo cada vez más cuestionado por los ciudadanos palestinos, que critican la corrupción y la ausencia de avances en la creación de un Estado propio.

Los islamistas de Hamás, que gobiernan de hecho en la franja de Gaza desde 2007 –tras haber desalojado por la fuerza al Gobierno de Fatah, el partido de Abbas–, han acusado al presidente de haber dado un “paso peligroso” y de “estar más preocupado en cooperar con la seguridad de Israel que en [defender] los intereses nacionales de Palestina”. Tras el conflicto armado que libraron en mayo el Ejército y las milicias de Gaza, la popularidad de Hamás, como fuerza capaz de enfrentarse a la ocupación de Israel, se incrementó entre los palestinos. En los 11 días de escalada bélica perdieron la vida 250 personas en Gaza en ataques israelíes y en Israel se contabilizaron 13 muertos por los disparos de cohetes desde el enclave costero.

El Gobierno de Abbas se ha enfrentado también a una crisis interna ante la ola de manifestaciones desatada tras la muerte de un disidente político tras haber sido detenido por las fuerzas de seguridad palestinas. El declive de la economía del 11,5% en 2020 a consecuencia de la pandemia se ha visto agravado además por la drástica caída de la ayuda internacional. De ahí que Israel se ofrezca a acudir ahora al rescate financiero.

“Todas estás medidas parecen ir encaminadas a preparar el relevo en el poder, el día después del presidente Abbas, en Palestina”, argumentó el exgeneral israelí Eitan Dangot, que dirigió los servicios de enlace militares con la Autoridad Palestina. “Israel tiene un interés estratégico en mantener la coordinación de seguridad con los palestinos y evitar el ascenso de Hamás al poder en Cisjordania”, puntualizó Dangot, que en la actualidad ejerce como analista en el Instituto de Seguridad y Estrategia de Jerusalén, en una teleconferencia con periodistas extranjeros.

Manifestantes palestinos, la noche del domingo en la frontera de Gaza con Israel.
Manifestantes palestinos, la noche del domingo en la frontera de Gaza con Israel.MOHAMMED SABER (EFE)


La violencia retorna a la frontera de Gaza

En paralelo, la tensión se ha disparado en Gaza en los últimos días a consecuencia de la reanudación de las marchas de protesta palestinas en la frontera de la Franja, que han causado al menos dos muertos y decenas de heridos entre los manifestantes por disparos de los francotiradores israelíes. Uno de estos agentes de seguridad ha perdido la vida este lunes después de haber recibido el pasado día 20 un tiro de pistola que le causó heridas muy graves en la cabeza.

En respuesta a estas marchas y al lanzamiento de globos incendiarios en dirección a campos de cultivo en Israel, la aviación de combate ha bombardeado posiciones de Hamás en Gaza. La última incursión aérea se registró en la madrugada del domingo. Varios centenares de gazatíes volvieron a manifestarse en el norte de frontera en la noche del domingo. Israel había mantenido semiparalizada la reconstrucción de Gaza tras el último conflicto, a pesar de que EE UU le había reclamado que facilitase la entrada de ayuda internacional, pero este lunes ha vuelto a autorizar el paso de materiales de construcción.

Para sellar una tregua estable y de larga duración, el Gobierno israelí exige a Hamás que se comprometa a no volver a disparar cohetes, a liberar a dos israelíes que mantiene cautivos desde hace seis años y a devolver los restos de dos militares muertos en la guerra de 2014. Los islamistas pretenden a su vez intercambiarlos por la excarcelación de cientos de presos palestinos en Israel.

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Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

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