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El Supremo de Brasil confirma que el juez Moro fue parcial al condenar a Lula da Silva

El fallo sigue a la anulación, la semana pasada, de las sentencias por el ‘caso Lava Jato’. El expresidente tiene el camino libre para ser candidato en 2022

El presidente Brasil, Jair Bolsonaro, y el entonces ministro Sergio Moro participan de una ceremonia en Brasilia en junio de 2019.
El presidente Brasil, Jair Bolsonaro, y el entonces ministro Sergio Moro participan de una ceremonia en Brasilia en junio de 2019.ADRIANO MACHADO (REUTERS)
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Lula da Silva ha sumado un nuevo éxito en su batalla contra Sergio Moro, el juez que lo mandó a la cárcel durante 580 días por la Operación Lava Jato. Con siete votos a favor y dos en contra, el Tribunal Supremo de Brasil, la última instancia judicial del país, ha ratificado que Moro fue parcial al condenar a Lula. El fallo confirma otro anterior de menor jerarquía, emitido el 23 de marzo.

Fue la condena de Moro la que dejó a Lula fuera de la carrera presidencial en 2018 y allanó el camino al triunfo electoral de Jair Bolsonaro. La decisión del Supremo es un paso más hacia la rehabilitación judicial de Lula. En marzo, la Segunda Sala del Supremo, un subgrupo del tribunal con cinco magistrados, ya había declarado parcial a Moro, pero el caso fue llevado finalmente este jueves a la evaluación de todo el pleno.

La defensa de Lula pretende utilizar esta sentencia para, en cascada, anular todas las actuaciones realizadas por quien luego fuera ministro de Justicia de Bolsonaro. La semana pasada, el Supremo también ratificó la anulación de las dos condenas de Lula en la Operación Lava Jato, la mayor ofensiva anticorrupción de la historia de Brasil, caída ahora en desgracia.

Lula ha recuperado todos sus derechos políticos y puede presentarse a un cargo electivo: lo que está en el punto de mira es la presidencia, que se disputará en 2022. Bolsonaro ya ha anticipado que buscará la reelección.

El Tribunal Supremo decidió también este jueves enviar los casos por presunta corrupción abiertos contra Lula a la Justicia Federal de Brasilia, después de que uno de sus jueces, Edson Fachin, anulara el pasado 8 de marzo las condenas que pesaban contra él. Fachin consideró que el tribunal de Curitiba, con Moro al frente, en el que fueron dictadas no era el órgano competente para hacerlo.

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La suerte de Lula cambió con la revelación de los mensajes intercambiados por el juez Moro con los fiscales del caso, revelados por The Intercept Brasil y publicados entre otros medios por EL PAÍS. Esos audios y textos revelaron una cercanía y unas relaciones impropias entre ellos que erosionaron aún más la imagen de imparcialidad del juez, que ya había quedado gravemente dañada cuando aceptó la invitación de Bolsonaro para ser ministro de Justicia.

El fallo de este jueves supone, en cualquier caso, un nuevo golpe, tal vez definitivo, para la Lava Jato, una investigación que nació en Brasil. Sus revelaciones supusieron la entrada en la cárcel de políticos y empresarios, algo impensable hasta entonces. Y tuvo un poderoso efecto dominó en países de la región como Perú o ahora México, donde todavía se sienten los efectos de las revelaciones por el pago sistemático de sobornos.

En un comunicado emitido este jueves, la defensa de Lula dijo que “en 2016, Sergio Moro utilizó el cargo de juez para promover una verdadera cruzada contra el expresidente(...) con el objetivo de eliminarlo de las elecciones presidenciales de 2018 y de la vida política”. “[La decisión del STF] es una victoria del derecho sobre la arbitrariedad. Es la restauración del debido proceso y la credibilidad del poder judicial en Brasil”, agregó la defensa.

Un tribunal en tensión

La sesión del Tribunal Supremo iniciada este jueves no ha terminado, a falta de dos votos que se definirán en los próximos días. Pero es poco probable que esta victoria de Lula se revierta. La sesión, retransmitida en directo por YouTube, mostró ánimos caldeados y duros cruces entre los jueces. El consenso a favor del Lava Jato, que reinó durante años en la Corte, se ha desvanecido. El Tribunal sigue dividido sobre las prácticas de la operación, pero ahora la mayoría está en contra de la actuación del exjuez Moro y los fiscales.

La discusión inició con un intento del relator de la Lava Jato, Edson Fachin, por salvar a Moro, pero fracasó. El juez Gilmar Mendes, en contra de la Lava Jato, y Luís Barroso, a favor, se enzarzaron en una discusión tan acalorada que el presidente del tribunal, Luiz Fux, tuvo que cortar por un momento los micrófonos por un momento. El espectáculo debilita al tribunal, porque dejó en claro que los magistrados jugaron con los tiempos del proceso para no perder influencia política. El recurso de Lula que acusaba a Moro de ser parcial, por ejemplo, estuvo paralizado más de dos años en el despacho de Mendes.

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