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El chavismo no teme la presión internacional aunque suponga un mayor aislamiento

Maduro sobrevive a las sanciones mientras busca fórmulas para sortearlas y una apertura económica. El último conflicto diplomático no modifica los planes del Gobierno

Florantonia Singer
Venezuela
Maduro ofrece un discurso en el Palacio de Miraflores este miércoles después de conocerse la expulsión de la embajadora de la Unión Europea.MIRAFLORES PRESIDENTIAL PRESS HA (EFE)

Nicolás Maduro, el sucesor de la revolución bolivariana, fogueado durante años precisamente como canciller de Hugo Chávez, acumula conflictos diplomáticos. El último: un roce con la Unión Europea a raíz de las nuevas sanciones a 19 funcionarios, la reactiva expulsión de la embajadora de Bruselas en Caracas, Isabel Brilhante, y la medida recíproca desde Europa de declarar persona non grata a Claudia Salerno Caldera, representante del régimen venezolano en Europa, lo que condujo a la revocatoria de su estatus diplomático. La jugada, sin embargo, adquiere otra dimensión en el estadio actual de la prolongada crisis venezolana. El chavismo ha logrado mantenerse en pie —aunque no sin consecuencias— en medio de la intensa tormenta de sanciones que agudizó Washington desde 2019. Se ha quedado sin una oposición real que le haga contrapeso en el terreno institucional. La comunidad internacional, y su lenguaje de sanciones, luce cómo única palanca de tracción para mover las cosas en el país sudamericano y Maduro parece estar dispuesto a aislarse aún más ante la presión.

No es el escenario de junio pasado, cuando el líder chavista también despidió a Brilhante, pero una llamada entre el alto representante de la política exterior europea, Josep Borrell, y el canciller Jorge Arreaza evitó la salida. Europa agotó intentos de diálogo para pedir una suspensión de los comicios parlamentarios del 6 de diciembre que dejaron por fuera a la oposición y se hicieron con graves cuestionamientos sobre su transparencia y una altísima abstención. Borrell envió a una parte de su equipo de mediar, pero Maduro siguió adelante con su plan. La lectura a los nombres de los 19 sancionados recoge el espectro de señalamientos que pesan sobre Maduro: hay diputados de la oposición que se ha agenciado él mismo, árbitros electorales y los magistrados que escogieron a esos árbitros electorales. Todos están señalados “de menoscabar los derechos electorales de la oposición y el funcionamiento democrático de la Asamblea Nacional”. Pero también están los jefes de cuerpos policiales y militares que figuran como responsables de cometer crímenes de lesa humanidad, según la evaluación hecha por la Misión Independiente de Determinación de Hechos enviada por Naciones Unidas y cuyos resultados fueron presentados en septiembre pasado.

“O ustedes rectifican o con ustedes no hay más nunca ningún trato de ningún tipo”, dijo Maduro este miércoles en un acto luego de que fue expulsada la diplomática europea. Las maneras usadas por Caracas también apuntalan la tesis de que el Gobierno de Maduro avanza a una radicalización. Brilhante fue llamada al despacho de Arreaza, donde se le entregó la declaratoria de persona non grata en un acto que fue televisado, algo totalmente fuera de las formas de la diplomacia internacional. Luego siguieron los representantes diplomáticos de Alemania, Francia, Países Bajos y España a quienes entregó notas de protesta y se les dio una advertencia.

Este sábado, además, el líder venezolano anunció que revisaría “a fondo” la relación con España por considerar como una agresión la reciente visita a la frontera entre Venezuela y Colombia de la ministra de Relaciones Exteriores, Arancha González Laya. El objetivo de la jefa de la diplomacia española era supervisar los proyectos de cooperación que su país tiene en el principal receptor de los más de cinco millones de venezolanos han huido de una devastadora crisis económica e institucional en los últimos años.

El ministro de Exteriores venezolano, Jorge Arreaza, le entrega una carpeta a la embajadora de la UE, Isabel Brilhante, el miércoles 24 de febrero en Caracas.
El ministro de Exteriores venezolano, Jorge Arreaza, le entrega una carpeta a la embajadora de la UE, Isabel Brilhante, el miércoles 24 de febrero en Caracas.MANAURE QUINTERO (Reuters)

“La UE ha hecho un señalamiento claro a Maduro con las nuevas sanciones: han hecho hasta ahora todo lo posible por una negociación que facilite una democratización en Venezuela, todo lo que pueden hacer, pero entienden que Maduro la está obstaculizando”, explica el politólogo Ángel Álvarez. “Le están diciendo que si se radicaliza, solo vendrán más sanciones”, agrega el académico.

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En una especie de boxeo en las sombras, las nuevas sanciones individuales llegan como un repentino gancho a Maduro y también a la narrativa que ha construido el chavismo, y que tiene eco en Europa, sobre el efecto de estas medidas en el agravamiento de la crisis humanitaria del país. Desde Bruselas, el analista político Nelson Dordelly Rosales señala que lo ocurrido terminará por subirle el tono a las voces más radicales que apoyan las sanciones, pues la expulsión de la embajadora europea puede ser tomada como una cachetada a los Veintisiete del bloque. Así, Venezuela vuelve a la agenda que han acaparado otros conflictos domésticos e internacionales como la vacunación contra la covid-19, la crisis con Moscú y Myanmar.

La reacción de Caracas, por otra parte, es una muestra de que también se está escuchando a las posturas más cerradas. “El régimen está decidido a aislarse más y quedarse fuera”, apunta el especialista en derecho internacional. “Lo más grave de esto es que también se ponen en vilo todas las cosas que está haciendo la Unión Europea en Venezuela con la ayuda humanitaria”, añade. Dordelly Rosales no deja de subrayar el rebote geopolítico que hay en la agresiva reacción de Venezuela, que podría deberse a la influencia rusa en el régimen. Hace dos semanas, el Kremlin expulsó a tres embajadores europeos —acusándolos de apoyar al opositor Alexéi Nalvany— y lo hizo justo durante la visita de Borrell a ese país. El analista agrega que la posición que jugaban Estados Unidos con la Administración Trump y Europa con respecto a Venezuela, en que el primero hacía del policía malo y el segundo tendía a la negociación, ha cambiado con la llegada de Joe Biden. “Tras la visita de Antony Blinken —secretario de Estado estadounidense— a Munich es más claro que la UE y Estados Unidos van a trabajar más en conjunto”.

La palanca económica

Maduro ha hablado esta semana en las Naciones Unidas sobre cómo las sanciones le han impedido cumplir sus responsabilidades como jefe de Estado al restringir las fuentes de ingresos del país. Dijo que afronta más de 450 medidas punitivas que buscan ejercer “una presión desmedida y una persecución” en su contra. Esta misma semana también ha aprobado recursos millonarios para reactivar obras de infraestructura, apalancado en las inversiones que ha captado en alguna privatización de empresas del Estado y en la opacidad jurídica de la ley antibloqueo. El chavismo ha logrado acomodarse ante el cerco, aunque mantenga su recurrente narrativa de la agresión externa.

Desde la perspectiva de Álvarez, y también de algunas consultoras nacionales como Anova que lo han medido, las sanciones han tenido un efecto liberalizador en algunos puntos de tensión de la crisis económica, algo que ha sido positivo para mejorar las condiciones de vida de algunos sectores de la población. “Al tiempo que Maduro se ha fortalecido en lo político, se ha visto obligado a liberalizar en lo económico”, dice el politólogo. Aunque en lo inmediato estas medidas no conducen a la democratización que exige la oposición y la comunidad internacional, a largo plazo, en su opinión, preparan el terreno para que pueda gestarse la presión interna que termine de empujar una transición. “La población está en condiciones infrahumanas de subsistencia cotidiana. No se puede pensar en la democracia, si se está pensando en la comida de las próximas 24 horas”.

Las medidas de Europa han sido vistas por algunos sectores moderados de la oposición como una patada a los intentos de negociar unas mejores condiciones electorales para los comicios regionales previstos este año, bajo la premisa de que pueden ayudar a reconstruir esta ruta de la participación como salida a la crisis. Pero desde el punto de vista de Álvarez, “Maduro no va a negociar políticamente con la oposición, con sanciones o no, porque no tiene por qué hacerlo”. Su fortaleza a lo interno está directamente relacionada con el debilitamiento de la oposición que lideró Juan Guaidó y que ha perdido espacio de interlocución. “Maduro puede prescindir de la oposición relevante y quedarse con la leal”.

En la misma línea, la politóloga Maryhen Jiménez, investigadora asociada en la Universidad de Oxford, señala que el momento en el que se producen las sanciones es clave para capitalizar su efecto y que ante el reacomodo del chavismo a las sanciones, también debe ocurrir un reacomodo de la oposición a las nuevas circunstancias. Las recientes, opina, desvanecen la propiedad aglutinadora de la vía electoral y exacerban los dilemas que han dividido la oposición. “Llegan en un momento difícil para capitalizarlas, en una ventana donde hay elecciones regionales este año, en un contexto autoritario, y una posibilidad de referéndum revocatorio en el próximo”, señala Jiménez. “Hay sectores que creen que la elección es como una posibilidad, es una ventana de oportunidad para negociar y que puedan surgir otras expresiones de la oposición, pero las sanciones representan una advertencia, porque nadie quiere ser sancionado”.

Con un Maduro fortalecido, que no tiene necesidades reales de negociar, “cualquier decisión que tomen actores extranjeros se puede usar como excusa para cerrar filas hacia la radicalización y para además tener qué decirle a ese 15% de base que está resteado con Maduro y a las élites que lo acompañan en su Gobierno”.

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