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Maduro ofrece enviar gas a México ante la crisis por el temporal en Texas

El régimen chavista plantea convertirse en un “proveedor seguro” para el país norteamericano pese a que padece el suministro interno del hidrocarburo

Florantonia Singer
Maduro, en el Palacio de Miraflores el pasado miércoles.
Maduro, en el Palacio de Miraflores el pasado miércoles.YURI CORTEZ (AFP)

Nicolás Maduro ha ofrecido suministrar gas a México para paliar la crisis de abastecimiento del país, agravada por las nevadas en Texas. “Hay que hablar con nuestros hermanos de Pemex [Petróleos Mexicanos]”, dijo este viernes durante un acto televisado. “Debemos proponernos suministrar el gas venezolano a México. Hacer una alianza estratégica. Cumpliendo la escala, el gas de la comunidad y de la industria y avanzar con los socios internacionales y poner a México como prioridad, porque lo merece”.

El ofrecimiento de convertirse en un “proveedor seguro” viene del mandatario de un país en el que gran parte de la población ha tenido que recurrir a la leña para calentar el agua para un café o cocinar una arepa por las deficiencias en el suministro. Esperar los cilindros (bombonas) de gas por semanas, y hasta meses, es la rutina para millones de venezolanos que se abastecen por esta vía. A finales de diciembre, la explosión de 161 bombonas en un centro de acopio en Monagas dejó 46 heridos de los cuales una decena ha fallecido. Las personas hacían fila en el lugar para recibir suministro luego de 10 meses de total desabastecimiento.

Con la caída de la producción petrolera, por años de malos manejos de la industria, la del gas también ha ido en picada. Hace 10 años, Venezuela producía cerca de tres millones de barriles de petróleo al día, hoy esa cifra se ha reducido a una sexta parte por la falta de mantenimiento y la pérdida de personal calificado. La poca producción se va en el pago de las deudas con China, los compromisos de suministro a Cuba y para los intercambios que ha tenido que implementar para evadir las sanciones de Washington, a través de los cuales obtiene diesel y gasolina por crudo.

Aunque hay cuatro plantas que podrían producir gas en Venezuela, solo la del Criogénico de Jose, en el Estado Monagas al oriente del país, está operativa pero a muy baja capacidad. La demanda nacional de gas propano, el que llevan los cilindros que se conectan a las cocinas, es de unos 55.000 barriles. Actualmente se llegan a producir solo 8.000 barriles de gas licuado de petróleo, según los últimos datos que dio Eudis Girot, sindicalista de la Federación de Trabajadores Petroleros, que venía alertando sobre la emergencia en el sector y desde noviembre está preso por sus denuncias.

México ha padecido esta semana el desabasto de gas natural que viaja a través de gasoductos desde el Estado de Texas hacia varias centrales eléctricas en el país. La disposición del hidrocarburo desde EE UU suele ser prácticamente inmediata. El Gobierno mexicano ha buscado diversas alternativas para paliar los faltantes, entre ellas ha estado la compra de buques con gas licuado de petróleo. La propuesta de Maduro parece más un gesto hacia el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, dado que el país sudamericano no cuenta con producción de gas natural y una estrategia de envío de gas licuado de petróleo se ve, por lo menos, complicada.

En junio de 2020, López Obrador también hizo un ofrecimiento al régimen venezolano. Entonces el desabasto de gasolina en Venezuela, como consecuencia de las sanciones impuestas por Washington, llevó a Maduro a buscar cargamentos de combustible del exterior. El mexicano ofreció vender gasolinas, a través de Pemex, para atender “una necesidad humanitaria”. Finalmente, Venezuela recibió buques desde Irán. La propuesta de López Obrador también era difícil de cumplir, dado que el 70% de las gasolinas que se consumen en México son importadas, principalmente de EE UU.

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Maduro se ha propuesto una apertura comercial por lo que está impulsando la privatización de algunos sectores estratégicos manejados por el Estado. Así, luego de 15 años de controles, ha dado el visto bueno a la dolarización informal del país y también ha frenado la política de fiscalización de precios. La llamada ley anti bloqueo sancionada hace unos meses es el marco regulatorio que ha ofrecido para estimular la entrada de nuevos socios internacionales al país, evadiendo el control institucional y garantizando un carácter secreto a esas transacciones, que podrían recibir el veto de Estados Unidos, en el marco de sanciones impuestas por el expresidente Donald Trump y que la Administración de Joe Biden no ha desmontado.

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