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Miles de personas marchan en Moscú para pedir justicia en el caso del opositor asesinado Boris Nemtsov

La movilización clama también contra la reforma constitucional de Putin

Marcha en memoria de Boris Nemtsov, este sábado en Moscú. En el centro, con bufanda gris, el ex primer ministro Mijaíl Kasyánov.
Marcha en memoria de Boris Nemtsov, este sábado en Moscú. En el centro, con bufanda gris, el ex primer ministro Mijaíl Kasyánov.YURI KOCHETKOV (EFE)
María R. Sahuquillo

Contra la impunidad y por la democracia. Miles de personas han salido a la calle este sábado en varias ciudades de Rusia en memoria del opositor Boris Nemtsov. Cinco años después del asesinato del prominente opositor liberal, no se conoce quién ordenó eliminarle. Y su familia y varias organizaciones internacionales han acusado al Kremlin de impedir una investigación objetiva. La oposición rusa, fragmentada, ha elegido la simbólica cita en recuerdo de Nemtsov, cuya muerte sacudió Rusia, para clamar también contra la reforma de la Constitución que ha puesto en marcha el presidente, Vladímir Putin. Una remodelación sustancial a la medida del líder ruso, que se está preparando de forma exprés y opaca y que, según los analistas, puede servirle para mantener influencia una vez acabado su mandato.

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Con una pequeña pancarta escrita a mano que reclama “Rusia merece la verdad”, Mijaíl Fatyánov, de 32 años, cree que el asesinato de Nemtsov es “revelador” del estado actual del país. “Es inadmisible. Estas cosas no suceden en un Estado democrático”, reclama durante la marcha en el centro de Moscú. Cinco chechenos fueron condenados por matar al político, que fue viceprimer ministro con Boris Yeltsin y uno de los críticos más visibles de Putin. Pero la persona o personas que dieron la orden no se han sentado jamás en el banquillo. A Nemtsov, que ultimaba un informe sobre la participación de Rusia en la guerra de Ucrania, le descerrajaron cuatro tiros a solo unos pasos del Kremlin en plena noche.

Esta semana, la OSCE hizo público un informe que carga contra el Gobierno ruso por no garantizar una investigación “objetiva”. Las pesquisas oficiales, critican, están llenas de “huecos en blanco”. "Su muerte fue una tragedia para Rusia y tuvo un fuerte impacto en el clima político, extendiendo el miedo y posiblemente abriéndose para más ataques y represión", dice el informe.

Con lemas como “Queremos la verdad”, “Putin es guerra, Putin es crisis” y coros como “Putin Ladrón” o “Rusia sin Putin”, más de 22.000 personas han marchado en la capital rusa, según la organización independiente Contador Blanco —unas 10.500, según la policía—. El doble que el año pasado; aunque todavía muy lejos de las 70.000 que, según los organizadores (21.00, según la policía), se echaron a la calle a los pocos días del asesinato de Nemtsov. “La marcha es un mensaje a Putin de rechazo a lo que está ocurriendo en Rusia, para que deje el poder de una vez; un mensaje que Nemtsov habría querido y apoyado”, señala Ilia Yashin, miembro del movimiento fundado por el politico asesinado Solidárnost (Solidaridad) —como el movimiento sindical que se alzó contra el Gobierno soviético en Polonia en 1980—.

Junto a Yashin, en la marcha, la primera gran protesta desde el anuncio de la reforma constitucional, otros rostros conocidos de la oposición rusa —sin representación parlamentaria salvo en parlamentos locales—, como el bloguero anticorrupción Alexéi Navalni, Liubov Sóbol, Vladímir Kará-Murzá (Rusia Libre), Alexánder Soloviov (Partido de los Cambios); también Zhanna Nemtsova, hija del carismático político asesinado. Unos pasos más atrás de la pancarta con el lema de la marcha "El cerebro tiene que ir a la cárcel", representantes de organizaciones sociales y familiares clamaban por la libertad de los arrestados en las multitudinarias protestas de este verano por unas elecciones limpias y otros casos de alto perfil.

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“La Constitución no es un trapo que se pueda cambiar según la voluntad de los gobernantes”, reclama la pancarta que sostiene María, pensionista de 75 años, que no está cómoda revelando su apellido. “La Constitución ya se cambió una vez con Putin. Hay que elaborar una de una vez para siempre, como en los países verdaderamente democráticos. Aquí tenemos arbitrariedad total y represión a la oposición”, critica la mujer. Comenta que aún no tiene claro si participará en el sufragio —no se ha hablado de un referéndum como tal— que previsiblemente se convocará el 22 de abril, según anunció el Kremlin, para que la ciudadanía ratifique las enmiendas. Una fecha redonda, 150 años del nacimiento de Vadímir Lenin, fundador de la URSS, que además ha escamado a muchos.

Solo un 25% de los rusos apoya ahora la reforma Constitucional, según Levada, un centro de estudios estadísticos independiente. El 37% está indeciso, un 23% ni siquiera participará en la votación y el 10% rechaza por completo la iniciativa, según un sondeo publicado esta semana. La mayoral de la ciudadanía (65%, según Levada) no comprende por qué se necesita cambiar la Carta Magna.

No se ha dado a conocer el sistema de votación de la controvertida reforma constitucional, si debe tener un mínimo de participación o si será vinculante. Además, todas las enmiendas se votarán como un paquete: las que hablan de que las pensiones deben subir cada año, conforme a la inflación, junto a otras que otorgan más poder al Parlamento o reforman el Consejo de Estado para darle más poder; es en ese organismo, renovado, donde muchos creen que se colocará Putin tras 2024, cuando acaba su mandato presidencial.

Nikolai Chigánov lleva la Constitución en la mano, un libro con las cubiertas de los colores de la bandera de Rusia. “Las enmiendas están destinadas a que Putin permanezca en el poder para siempre”, critica el joven de 21 años, que no recuerda a Nemtsov pero sí su legado. “Si lo consigue no habrá mejoras en el país, iremos retrasados, nos convertiremos en un país todavía más autoritario”, añade.

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Sobre la firma

María R. Sahuquillo
Es jefa de la delegación de Bruselas. Antes, en Moscú, desde donde se ocupó de Rusia, Ucrania, Bielorrusia y el resto del espacio post-soviético. Sigue pendiente de la guerra en Ucrania, que ha cubierto desde el inicio. Ha desarrollado casi toda su carrera en EL PAÍS. Además de temas internacionales está especializada en igualdad y sanidad.

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