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Las protestas sociales empañan el arranque del Festival de Viña del Mar en Chile

Manifestantes protagonizan graves incidentes en las afueras de la Quinta Vergara, escenario del evento de música latina

Manifestantes durante las protestas contra el Gobierno en Viña del Mar, Chile.
Santiago de Chile -
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El Festival Internacional de la Canción de Viña del Mar tuvo un arranque complejo. El festival, que se realiza en Chile de manera ininterrumpida desde 1960, es considerado como el evento musical latino más importante del mundo con más de 250 millones de espectadores globales. Este carácter ininterrumpido estuvo en duda tras el estallido social iniciado del 18 de octubre, un proceso de revueltas marcado por protestas pacíficas, violencia y graves denuncias de violaciones a los Derechos Humanos. Las cumbres de la APEC, y la COP 25 y el Teletón -campaña solidaria por televisión- fueron cancelados por las revueltas, y en redes sociales abundaban los llamados a que Viña fuera el siguiente en la lista.

El festival, sin embargo, se realizó. El domingo por la noche congregó a más de 15.000 personas en la Quinta Vergara y tuvo 57 puntos de índice de audiencia, una cifra altísima para la televisión chilena y que en la práctica implica que no hay televisor encendido donde no se esté viendo el evento. Pero la jornada se vio eclipsada por graves hechos de violencia: al menos ocho automóviles fueron quemados y 18 locales comerciales o instituciones fueron saqueadas o resultaron con daños en los alrededores de la Quinta Vergara, de acuerdo con el balance preliminar de las autoridades.

Uno de los hechos de violencia más llamativos de la jornada ocurrió en el Hotel O’Higgins, el que durante años fue el lugar donde se quedaban los principales artistas del Festival. Cerca de las 18.00 (hora local) un grupo de encapuchados destruyó por completo los vidrios del acceso al recinto, que hospeda a 385 personas, de las cuales se estima un 85% está relacionada con el certamen, entre periodistas, productores y el personal de algunas bandas.

Los disturbios llevaron a la producción de Viña a suspender la obertura del Festival. La apertura del evento se retrasó 15 minutos y los presentadores evitaron mencionar a algunas autoridades, como la alcaldesa Virginia Reginato.

Los primeros enfrentamientos comenzaron pasadas las 17.00 (hora local), cuando más de 300 manifestantes se congregaron en las inmediaciones de la Quinta Vergara, vulnerando el perímetro de seguridad que habían ordenado las autoridades. Hasta el lugar llegó personal de Carabineros, que intentó dispersar a los manifestantes que se encontraban en la Plaza Sucre, cercana al recinto donde se realiza el festival. Los manifestantes destruyeron una agencia de venta de coches, ubicada en el centro de Viña del Mar, y lanzaron un vehículo desde el segundo piso del local.

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Durante la tarde de este domingo, además, fue posible ver cómo bajaban desde los cerros de Viña del Mar las agrupaciones de los campamentos, como se conoce a las viviendas informales ubicadas en la periferia, que exigen mejoras en sus barrios. Entre el glamur y los atractivos turísticos de la “ciudad jardín” se esconde una cara muchas veces oculta: la comuna con mayor número de campamentos en el país, entre ellos la villa Manuel Bustos, el más grande de Chile, con una superficie estimada de 57 hectáreas y donde residen más de mil familias.

Tensión política

La edición 2020 del Festival de Viña del Mar ha sido comparada con la de 1988, cuando el evento coincidió con la previa del plebiscito que terminó con la dictadura de Augusto Pinochet y las elecciones posteriores. Esta vez, y con un plebiscito en ciernes (26 de abril la ciudadanía decidirá si está favor de una reforma que ponga fin a la Constitución heredada de la dictadura), la crisis política y social sobrevoló cada una de las presentaciones de la primera noche.

Los primeros en aludir al tema fueron los propios animadores del certamen, que se realiza en forma conjunta por dos de los principales canales de televisión chilenos: TVN y Canal 13. “En momentos trascendentales como el que vive nuestro país, el festival queremos que sea el puente que una a los chilenos ”, afirmó el conductor Martín Cárcamo. Lo mismo ocurrió durante la presentación de Ricky Martin, quien fue el encargado de abrir el certamen, y que hizo un llamado a los chilenos a que se expresen. "Con paz, pero nunca callados, exijan lo que ustedes merecen”, dijo el cantante.

Lo mismo ocurrió durante la presentación del humorista e imitador Stefan Kramer, cuya rutina se centró en el “despertar” de Chile tras el 18 de octubre. La rutina de Kramer estuvo marcada por duras críticas al Gobierno de Sebastián Piñera. “Chile se cansó, basta de tanta injusticia. Empaticemos con la gente que sufre las desigualdades, salgamos de la burbuja”, sentenció Kramer, cuyo relato se basó en cómo una persona como él, con todos sus privilegios, fue interiorizándose en las protestas sociales, hasta el punto de tomar una cacerola y salir a protestar.

El Festival de Viña se realiza este año bajo inéditas medidas de seguridad: la instalación de detectores de metales, cordones policiales e iluminación en los sitios aledaños a la Quinta Vergara. A esto se sumó la prohibición de pancartas, una medida que, se dijo, buscaba no afectar la visibilidad del público aunque con ello también se evitan los mensajes peyorativos hacia las autoridades.

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