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Un vídeo sexual de un colaborador de Macron agita el debate sobre la vida privada de los políticos en Francia

La dimisión de Griveaux, candidato a la alcaldía de París, despierta el fantasma de una ‘americanización’ de la vida pública

El excandidato de LREM a la alcadía de París, Benjamin Griveaux, este viernes en la sede de la formación, en París. En vídeo, Griveaux anuncia su retirada.Foto: atlas | Vídeo: AFP | ATLAS
Marc Bassets
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Un nuevo tipo de política ha irrumpido como un vendaval en Francia. El país no está acostumbrado a que un político caiga por un vídeo sexual, como ha ocurrido este viernes al anunciar Benjamin Griveaux, hombre de confianza del presidente Emmanuel Macron, que abandonaba la campaña para la alcaldía de París. Un oscuro artista ruso exiliado en Francia y asesorado por un abogado de Julian Assange declaró haber difundido las imágenes. La dimisión de Griveaux es un golpe para la estrategia del partido de Macron ante las municipales de marzo. Y despierta el fantasma de una americanización de la vida pública. 

Los franceses se enorgullecían de que en Francia, al contrario que en Estados Unidos, la separación entre la vida privada y la pública de los políticos era nítida y que aquí era inimaginable que un acto consentido entre dos adultos pudiera arruinar la carrera de un candidato. Sí, el aspirante a la presidencia Dominique Strauss-Kahn cayó por las acusaciones de agresión sexual, pero fue en Nueva York, cuando dirigía el Fondo Monetario Internacional. Y, aunque las tribulaciones sentimentales de los presidentes Nicolas Sarkozy y François Hollande entretuvieron al país durante buena parte de sus mandatos, la idea de un político derribado por un vídeo sexual parecía exótica. Ya no.

“No deseo exponernos aún más, a mi familia y a mí, cuando todos los golpes están permitidos. Esto va demasiado lejos”, declaró a la agencia France Presse Griveaux, quien ha denunciado ser víctima de “ataques innobles”. “Esta decisión me cuesta, pero mis prioridades están claras. Primero es mi familia”, añadió el político, de 42 años.

La escena —la mirada contrita, la mención a la familia, la dimisión inmediata— parecía más propia de un congresista de Nueva York o un senador de Idaho que de un candidato municipal y diputado francés criado políticamente en el entorno de Strauss-Kahn y aliado de Macron desde que en 2016 este decidió lanzarse a la improbable conquista del palacio del Elíseo. Las imágenes y mensajes con una mujer que no era su esposa —grabados en 2018, cuando era portavoz el Gobierno— empezaron a circular en la tarde del jueves. La tarea de hacer campaña durante un mes con esta carga pareció insostenible: a él y a su partido, La República en Marcha (LREM), que día a día ve como se aleja la posibilidad de un resultado honorable en las municipales del 15 y el 22 de marzo.

La condena a la filtración fue casi unánime en la clase política. Con un subtexto común: Francia no es Estados Unidos, y en la protección de la intimidad está en juego la preservación de la democracia.

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“Llamo al respeto de la vida privada de las personas y de las familias también”, reaccionó la alcaldesa de París, la socialista Anne Hidalgo. “No es digno del debate democrático que podríamos tener”, lamentó en alusión a la filtración de las imágenes privadas de su rival en la campaña.

“Insumisos, no participéis de ninguna manera en el ajuste de cuentas del que Benjamin Griveaux es objeto”, instó en un mensaje en la red social Twitter el líder de La Francia Insumisa, Jean-Luc Mélenchon, habitualmente despiadado con Macron y sus colaboradores. “La publicación de imágenes íntimas para destruir al adversario es odiosa. Rechacemos el naufragio voyerista de la vida pública del país. No, todos los golpes no están permitidos”, añadió.

El Reagrupamiento Nacional de Marine Le Pen fue menos explícito en su respaldo a Griveaux. Pero en el tono general del resto de partidos parecía como si se hubiese franqueado una línea roja. Como si un virus ajeno a las costumbres autóctonas hubiese contaminado las costumbres del hexágono.

En el caso Griveaux confluye el temor a la americanización con otro más reciente: el de la rusificación. Durante la campaña que llevó a Macron al poder, en 2017, ya se produjo un robo masivo de correos electrónicos en su partido. Las sospechas apuntaron a Moscú. Pese al progresivo acercamiento entre Macron y el presidente ruso, Vladímir Putin, la hipótesis de una injerencia rusa que perturbe un proceso electoral, hasta influir en el resultado, no ha desparecido.

Injerencia rusa

Al final, la injerencia rusa ha ocurrido, pero por una vía inesperada. Piotr Pavlenski, de 35 años, es un artista, activista y provocador ruso. Una de sus especialidades es la automutilación. Una vez se cosió los labios. Otra se clavó el escroto en la Plaza Roja. También se cortó el lóbulo de la oreja en protesta por el trato en centros psiquiátricos de los disidentes contrarios a Putin. En 2017 obtuvo el asilo político en Francia. En 2019 fue detenido por incendiar la sede del Banco de Francia en la plaza de la Bastilla. La policía le buscaba por provocar una reyerta en una fiesta de fin de año, según el diario Mediapart.

En declaraciones al diario Libération, Pavlenski afirmó que su objetivo era denunciar lo que considera la “hipocresía” de los políticos que, en público, defienden los “valores familiares” y en privado “hacen todo lo contrario”.

Otro giro en la trama: el papel del abogado de extrema izquierda Juan Branco, activista próximo al partido de Mélenchon y al movimiento de los chalecos amarillos y abogado de Assange, el artífice de Wikileaks, ahora detenido en el Reino Unido. Branco explicó al semanario Le Point que Pavlenski le había consultado antes de difundir los mensajes. “Entendí que, para él, era un acto político. De la misma manera que se opuso al régimen de Putin, estaba dispuesto a todo para oponerse al régimen de Macron, a quien considera igual de represivo”, dijo. Más allá de las calificaciones morales, el éxito de su primer golpe es indudable.

Las municipales se complican

La dimisión de Benjamin Griveaux, aspirante hasta este viernes a la alcaldía de París, complica todavía más al partido de Emmanuel Macron las elecciones municipales del 15 y el 22 de marzo. La República en marcha (LREM) se queda sin candidato en la plaza clave, aunque la posibilidad de obtener un resultado honorable ya parecía difícil incluso antes de que circulase el vídeo sexual de Griveaux y que este se marchara. Las divisiones de LREM, el nulo carisma del candidato y el desencanto con el presidente de la República habían convertido la capital en un objetivo cada vez más difícil de alcanzar.

Stanislas Guérini, delegado general del partido de Macron, elogió a Griveaux por "colocar el colectivo por encima de su persona" y anunció la apertura de una reflexión para continuar con la campaña en la que la actual alcaldesa, la socialista Anne Hidalgo, parte como favorita. Entre los nombres que suenan, se encuentra la actual ministra de Igualdad, Marlène Schiappa, y la ministra de Sanidad, Agnès Buzyn.

Griveaux, que en la campaña cortejaba el voto conservador, afrontó un obstáculo imprevisto: la candidatura alternativa de otro diputado de LREM, el matemático Cédric Villani. Después de meses de aplazar una decisión, y de presionar a Villani para que renunciase a su candidatura, Macron terció a finales de enero en favor de su amigo Griveaux y, tras desobedecer al líder, Villani acabó apartado del partido.

Por entonces el daño para los macronistas estaba hecho: la división del voto entre el oficialista Griveaux y el disidente Villani consolidó las opciones de Hidalgo. Y alejó el sueño de los macronistas de conquistar la joya más preciada: la capital de Francia que, además, resulta ser un bastión de LREM. Macron había ganado ahí con holgura en todas las elecciones en las que él o su partido se han presentado desde las presidenciales de 2017. La marcha de Griveaux siembra más dudas sobre la estrategia del partido presidencial en estas elecciones, no solo en la capital. En París su candidatura figuraba en tercera posición en los sondeos más recientes, con un 16% de expectativa de voto, por detrás de la conservadora Rachida Dati, con un 20%, y de la socialista Hidalgo con un 23%. 

Griveaux es el segundo colaborador estrecho de Macron en caer en desgracia. El primero fue Alexandre Benalla, su guardaespaldas de confianza, apartado en 2018 después de difundirse un vídeo en el que agredía a manifestantes durante el 1 de mayo.

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Sobre la firma

Marc Bassets
Es corresponsal de EL PAÍS en París y antes lo fue en Washington. Se incorporó a este diario en 2014 después de haber trabajado para 'La Vanguardia' en Bruselas, Berlín, Nueva York y Washington. Es autor del libro 'Otoño americano' (editorial Elba, 2017).

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