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Radiografía europea de los antivacunas con el sarampión en pleno avance

EL PAÍS analiza con 'Le Figaro' (Francia), 'Le Soir' (Bélgica) y 'Gazeta Wyborcza' (Polonia) la situación epidemiológica y la fuente de las teorías antivacunas

A la izquierda, vacunación en Lyon (Francia). A la derecha, manifestación antivacunas en Varsovia, en 2017.
A la izquierda, vacunación en Lyon (Francia). A la derecha, manifestación antivacunas en Varsovia, en 2017.BSIP (Getty) / Maciej Gillert (Getty)

El sarampión está de vuelta. Y pese al preocupante avance de esta enfermedad, en estos últimos años los antivacunas han logrado asustar e incluso han encontrado partidarios en los Parlamentos de algunos países. ¿Cómo lo han conseguido? La confianza en las vacunas se ha reducido, el nivel de inmunidad del conjunto de la población ha caído y las enfermedades han vuelto. Con periodistas de Le Figaro (Francia), Le Soir (Bélgica) y Gazeta Wyborcza (Polonia) hemos investigado la situación epidemiológica en Europa y la fuente de estas teorías.

La humanidad dispone de una vacuna eficaz para la enfermedad del sarampión desde hace cinco decenios. Sin embargo, en 2018 casi nueve millones de personas en el mundo contrajeron el sarampión y 142.000 murieron como consecuencia de sus efectos. Una media de 400 personas muere cada día, principalmente niños.

En un comunicado reciente, la Organización Mundial de la Salud (OMS) dio la señal de alarma: este año el número de casos se multiplicará por tres. En Europa, 12.000 personas se contagiaron de sarampión este año. En la mayoría de los países, el nivel de vacunación de los niños es inferior al 95% y esta proporción se corresponde con el límite de seguridad. "Las informaciones incorrectas que se difunden en las redes sociales tienen una influencia real en las decisiones de los padres respecto de la vacunación de sus hijos, y el resultado es que los niños cogen el sarampión y algunos mueren", explica Kate O’Brien, directora de vacunación y productos biológicos de la OMS.

¿Por qué es grave el sarampión?

La enfermedad empieza con fiebre alta, secreción nasal y manchas blancas en la mucosa. Unos días después brota una erupción cutánea por el rostro y el cuello que luego se extiende progresivamente al resto del cuerpo. En caso de contacto con este virus que se propaga fácilmente por el aire, una persona que no haya padecido con anterioridad el sarampión y que no esté vacunada tiene un 98% de posibilidades de infección.

El sarampión dura generalmente de 10 a 14 días. Entre las posibles complicaciones se encuentran la ceguera, un edema y la encefalitis, la diarrea grave, las infecciones de las vías respiratorias y la neumonía. Los representantes de la OMS subrayan que el desarrollo del sarampión puede dañar la memoria del sistema inmunitario durante meses, e incluso años después de la infección, lo cual afecta a la sensibilidad frente a otras enfermedades graves.

La mentira fundadora de los movimientos antivacuna modernos

Todo empezó con un engaño. En 1998, Andrew Wakefield publicó un artículo en la revista médica The Lancet en la que asociaba la vacunación SPR (sarampión, paperas y rubeola) con el autismo y la enteritis. Se produjo un auténtico estallido de pánico, el tema apareció en los medios de comunicación y se le dedicó una gran cantidad de programas y películas. Se oyeron numerosas historias dramáticas de niños enfermos cuyos padres consideraban que la inoculación del virus del sarampión era la causante del autismo.

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¿De dónde viene esta teoría? A mediados de los años noventa, Wakefield era cirujano en un hospital de Londres, donde observó que algunas personas afectadas por la enfermedad de Crohn eran portadoras del virus del sarampión. Según el médico, el virus procedía de la vacuna. Wakefield estaba a tan solo un paso de la teoría según la cual la vacuna SPR era la causante de la enfermedad de Crohn. La vacuna ya estaba en el punto de mira de los padres de una asociación (JABS), cuyos hijos padecían enfermedades neurológicas. Wakefield examinó 12 niños en condiciones que, más adelante, se revelaron poco fiables.

Los resultados de sus investigaciones fueron cuestionados al cabo de varios años. Wakefield afirmaba que los niños se encontraban en perfecto estado de salud antes de la administración de la vacuna SPR, cuando en realidad cinco de ellos habían experimentado graves problemas de desarrollo. Wakefield falsificó los resultados de las muestras de tejidos recogidas en los intestinos de los niños para ajustarlos a su teoría. Las pruebas se repitieron en laboratorios de todo el mundo, y no se halló ningún vínculo entre la vacuna SPR y las enfermedades. En 2010, Wakefield perdió de por vida su derecho a ejercer la medicina. Pero el rumor se difundió por todo el mundo y dio lugar al desarrollo de los movimientos antivacuna.

Examinemos con mayor detenimiento la situación en varios países europeos:

España

Un estudio de 2015 muestra que los padres españoles que se abstienen de vacunar a sus hijos lo explican por el miedo a los efectos secundarios, al autismo y por el hecho de creer que las compañías farmacéuticas promueven tratamientos inútiles con fines exclusivamente lucrativos. Muchos añaden que pueden defender su organismo gracias a la homeopatía, la acupuntura y una alimentación natural.

La revista Discovery Salud, que cuenta con 36.000 seguidores en Facebook, es uno de los medios que lideran esta tendencia, con la defensa de las llamadas medicinas alternativas como línea editorial. En el número de diciembre se puede leer, por ejemplo, que los tumores malignos pueden ser tratados con un régimen alimentario, y en el de noviembre se presenta el azafrán como un remedio eficaz contra el cáncer. El agricultor y curandero Josep Pàmies, que lucha por el reconocimiento de las medicinas alternativas en los servicios de sanidad pública, es uno de sus columnistas habituales. Otro de sus redactores, Andreas Kalcker, que se presenta como biólogo, defiende la utilización del dióxido de cloro, la lejía y el desinfectante como medicamentos.

Una tendencia muy de moda recientemente en España es la teoría de Enric Corbera, denominada bioneuroemoción, según la cual las enfermedades no tienen nada que ver con las infecciones o los agentes patógenos, sino con las emociones. El tratamiento consiste en sesiones pseudopsicológicas por las que cobra 90 euros por una consulta de hora y media.

En España se han registrado 214 casos de srampión en 2018, un ligero aumento con respecto a los años anteriores. A pesar de que estamos lejos de los más de 200.000 casos de 1986, en 2011 las víctimas de esta enfermedad superaron las siete por cada 100.000 personas. La cifra deja de parecer baja si se compara con la media de las últimas dos décadas: 0,84 por cada 100.000 habitantes, según datos de la Red Nacional de Vigilancia Epidemiológica del Centro Nacional de Epidemiología (ISCIII).

La presencia de los movimientos antivacuna en los medios de comunicación españoles es escasa. Desde la vuelta al poder del PSOE en 2018, el Gobierno ha iniciado intensas campañas de sensibilización contra las pseudoterapias, entre las que se incluyen las antivacunas. En abril de 2019, el Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social lanzó una campaña con el lema V de vacuna, V de vida. El objetivo era demostrar los beneficios de las vacunas y contrarrestar la desinformación sobre este tema.

Francia

Francia es uno de los países en los que existe mayor desconfianza hacia las vacunas. Según un estudio realizado el pasado junio, uno de cada tres franceses considera que no son seguras. Entre 2008 y 2014 se registraron en el país 23.000 casos de sarampión, que causaron más de 30 encefalitis y una decena de muertes.

Jocelyn Raude, sociólogo francés que ha estudiado los movimientos antivacuna, considera en una entrevista en Le Figaro que existen tres corrientes principales: los que están vinculados a los movimientos políticos de extrema derecha o extrema izquierda, los próximos a las teorías de la conspiración y los partidarios de las medicinas alternativas. Lucie Guimier, que elaboró una tesis sobre la reticencia geográfica a vacunar, explica que, por ejemplo, en Ardèche, departamento del sur de Francia, el escepticismo con respecto a la vacunación está vinculado a la historia. La resistencia ha sido un elemento importante de la historia local; en primer lugar con la adopción del protestantismo en el siglo XVI y luego con el maquis durante la Segunda Guerra Mundial. Además, en los años 1960-1970, esta zona atrajo a mucha gente que huía de la sociedad de consumo.

En Francia, existen siete vacunas para 10 enfermedades, que son obligatorias para los niños nacidos a partir del 1 de enero de 2018. Los certificados de vacunación, registrados en la tarjeta sanitaria que cada niño recibe a su nacimiento, deben presentarse cuando los padres matriculan a sus hijos en la guardería o la escuela primaria. Si los niños no están vacunados, pueden inscribirse, pero las vacunas deben regularizarse en un plazo de tres meses.

Esta normativa despertó a los movimientos antivacuna y provocó una nueva movilización a través de las redes sociales a principios de 2018. Para contrarrestarla, el Ministerio de Sanidad lanzó su propia campaña en la que recuerda que las vacunas son seguras y contribuyen a la protección de las personas que no pueden vacunarse (menores de tres meses, niños enfermos, etc.) y a bloquear las epidemias, que pueden ser muy mortíferas.

Para evitar vacunar a sus hijos, algunos padres retrasan las visitas médicas u olvidan deliberadamente la tarjeta sanitaria para postergar vacunarlos hasta que tengan dos años. Otros encuentran a médicos complacientes que aceptan firmar un certificado de contraindicación, que debería limitarse a casos muy específicos, como alergias graves o enfermedades autoinmunes. También hay quienes optan por la educación a domicilio para evitar la vacunación de los niños.

Bélgica

En Bélgica, hace diez años que está activo el movimiento Iniciativa Ciudadana, creado durante la pandemia de gripe A/H1N1. Se mantiene gracias a las donaciones de sus partidarios y cuenta con 3.600 seguidores en Facebook y 377 en Twitter. Iniciativa Ciudadana se jacta de haber dado a conocer un contrato entre el Gobierno belga y la compañía farmacéutica GSK que garantizaba la compra de 12 millones de dosis de la vacuna contra el virus A/H1N1 por un valor de 110 millones de euros y sin licitación pública.

En Bélgica, solo es obligatoria la vacuna contra la polio. Los recientes debates sobre la vacunación se centraron en el sarampión y su eliminación completa en el país como máximo este año. En 2019 se registraron 257 casos de sarampión en Bélgica, es decir, tres veces más que en un año antes.

La doctora Carole Schirvel, coordinadora de la célula de vigilancia de enfermedades infecciosas de la Aviq (Agencia valona para una vida de calidad) considera que los movimientos antivacuna son "marginales" en Bélgica: "Nuestros programas de vacunación funcionan bien, y las tasas de inmunidad más débiles se observan en los jóvenes de 30 a 40 años; son las personas que no tuvieron acceso a los programas de vacunación establecidos en 1985. La cobertura de la vacuna contra el sarampión es del 96%". 

Polonia

En Polonia la principal organización que lucha por la libre elección de la vacunación es STOP NOP. No se dejan llamar "antivacunas". Su nombre oficial es Asociación nacional por el conocimiento de la vacunación.

STOP NOP se manifestó el pasado octubre con un llamamiento en el que daba a entender que, en las unidades de cuidados intensivos, los médicos mataban a los pacientes al administrarles morfina. El Ministerio de Sanidad solicitó a la fiscalía que abriera una investigación. Justyna Socha, la responsable de la asociación, ya ha perdido dos juicios por denuncias de médicos.

Paralelamente, en su página web, STOP NOP ha reactivado la recogida de firmas para el proyecto de ley Vacunación segura. El que presentó en la legislatura anterior fue rechazado. Aunque contaban con un equipo parlamentario que representaba sus intereses, ninguno de los militantes antivacuna que iba en las listas del partido nacionalista Confederación salió elegido en las últimas elecciones. Para que el proyecto se debata en la Dieta polaca, se deben reunir 100.000 firmas. Las autoridades de Varsovia han decidido recientemente que únicamente los niños vacunados podían inscribirse en las guarderías públicas. Un proyecto análogo está en estudio en Wrocław y en Poznań.

El análisis que muestra que cambiarán las tornas

Robert T. Chen y Beth Hibbs, de los Centers for Diseases Control and Prevention (Centros para el control y la prevención de las enfermedades, agencia del Departamento federal de Sanidad de Estados Unidos) de Atlanta han descrito el flujo de información y su correlación con las actitudes frente a la vacunación. Al principio, la gente está contenta con vacunarse porque aún recuerda la amenaza, tiene contacto con personas enfermas y se teme una epidemia. Cuando la enfermedad se reduce a consecuencia de la vacunación, paradójicamente también desciende la confianza en las vacunas. Se olvida la enfermedad, el sufrimiento, las complicaciones y los costes. No hay amenaza inmediata y la vacunación ya no parece necesaria. La tasa de vacunación en la sociedad disminuye. Las enfermedades vuelven, las estadísticas disparan las alarmas, la ansiedad aumenta y después de cierto tiempo se restaura la confianza en las vacunaciones y con ello la convicción de que son eficaces.

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