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Medio millar de detenidos en la última campaña de Al Sisi para silenciar las protestas en Egipto

Las malas condiciones laborales, económicas y la demolición de viviendas ilegales por parte de la Administración ha generado una serie de tímidas movilizaciones en las zonas más deprimidas del país

Marc Español
El presidente egipcio Abdelfatá al Sisi en el funeral del antiguo presidente Hosni Mubarak en febrero pasado, en el El Cairo.
El presidente egipcio Abdelfatá al Sisi en el funeral del antiguo presidente Hosni Mubarak en febrero pasado, en el El Cairo.AMR ABDALLAH DALSH (Reuters)

Las fuerzas de seguridad de Egipto han arrestado a al menos 500 personas en los últimos días en un intento de aplacar con mano dura las aisladas y reducidas movilizaciones que se han sucedido en varios puntos del país para protestar contra la situación económica y política. Se trata de la última gran campaña de detenciones efectuada por el régimen de Abdelfatá Al Sisi. Las limitadas manifestaciones arrancaron el pasado día 20 en respuesta a las llamadas del contratista egipcio reconvertido en opositor Mohamed Ali, actualmente autoexiliado en España. Ali instó a los egipcios a repetir las inusuales protestas hace justo un año que él mismo convocó con éxito.

A diferencia de entonces, en esta ocasión las movilizaciones no se han producido en el centro de las grandes ciudades sino en barrios periféricos y en entornos rurales, lo que dada la limitada participación dificulta determinar su alcance. Una periodista del medio independiente Al Manassa, Basma Mostafa, ha podido confirmar “manifestaciones limitadas” en Suez, Alejandría, Damieta, Menia y Giza. Un vecino de Basatin, en el sur de El Cairo, asegura que este barrio también fue escenario de protestas, que fueron recibidas con un fuerte despliegue policial y múltiples arrestos.

Son varias las cuestiones que han catalizado las protestas, también en función del lugar. Las convocatorias de Ali han coincidido con una agresiva campaña de las autoridades contra las construcciones ilegales de viviendas, una práctica muy extendida en todo el país. Como parte de esta ofensiva, decenas de viviendas han sido demolidas en los últimos meses y más de dos centenares de egipcios han sido arrestados, de acuerdo con un comunicado del Ministerio del Interior. Esa decisión ha desatado protestas locales, difundidas en las redes sociales. También se han producido protestas de trabajadores por sus malas condiciones laborales.

Desde mediados de mes, la Comisión Egipcia para los Derechos y Libertades ha documentado el arresto de 510 personas, entre las cuales aún hay al menos 87 desaparecidos. La mayoría de detenciones se produjeron los días 20 y 21 y han tenido como blanco sobre todo a hombres jóvenes de entre 18 y 30 años de las gobernaciones de Giza, El Cairo y Menia. Desde la Comisión prevén que la cifra de detenidos siga aumentando. “Las protestas continúan aquí y allá, así que van a producirse más arrestos y [también] nos van a informar de más [detenciones] con el tiempo”, señala Mohamed Lotfy, director de la prestigiosa organización.

La Fiscalía Suprema de la Seguridad del Estado, considerada uno de los principales brazos represivos del régimen, ha incluido sistemáticamente a los arrestados en un caso abierto por la oposición a la demolición de viviendas, lo que representa una práctica extraña, según reconoce Mohamed Helu, abogado de derechos humanos. Los cargos que se les atribuye incluyen vinculación y financiación de grupo terrorista y difusión de noticias falsas, unas acusaciones empleadas frecuentemente contra la oposición.

Entre los detenidos también hay decenas de menores, al menos uno de ellos de apenas 11 años, según la organización Belady-Island for Humanity. El domingo 27, la Fiscalía egipcia informó en un comunicado que había ordenado la liberación de 68 menores que habrían participado en los “disturbios” de los últimos días, en lo que supuso el primer reconocimiento público de que se habían producido manifestaciones. Se desconoce si los menores liberados se corresponden con aquellos documentados por los grupos de derechos humanos porque la Fiscalía no ha revelado sus identidades.

Al Sisi hizo alusión a las protestas por primera vez ese mismo día, en la inauguración de una refinería en El Cairo, durante la que el antiguo mariscal acusó a la oposición de elegir “contextos difíciles para poner a los egipcios a la defensiva y hacerles dudar de lo que estamos haciendo, y que [esto] va en su contra o es a su costa”. Al Sisi instó a extender las ayudas al amplio sector informal del país, muy afectado por la crisis económica del coronavirus.

Las protestas de 2019 se saldaron con más de 4.400 detenidos, la mayor ola de arrestos desde que Al Sisi accedió formalmente a la presidencia en 2014, según el recuento de distintos grupos de derechos humanos locales. Unos 1.400 siguen detenidos. Este año, en cambio, los abogados que están siguiendo la campaña notan que está siendo más anticipada, selectiva y con muchas detenciones realizadas en los domicilios.

“El año pasado el número fue mayor porque la llamada de Ali aún era nueva, las fuerzas de seguridad no lo anticiparon”, apunta Helu. “Este año han aprendido de 2019 y estaban más alerta, preparados y vigilantes”, agrega. Las autoridades han decretado un fuerte despliegue policial en lugares sensibles como la plaza Tahrir y el centro de El Cairo, especialmente los viernes y con motivo de eventos que puedan congregar a grandes grupos, como partidos de fútbol. El despliegue ha ido acompañado de registros a viandantes y cierres de cafés populares.

Desinformación

La dificultad de determinar el alcance de las protestas se debe en gran medida a la sofisticada campaña de desinformación llevada a cabo por el régimen y por la oposición en las redes sociales. La investigadora del Instituto Tahrir para la Política de Oriente Medio (Timep) Joey Shea ha revelado que los dos principales hashtags de Twitter que se han hecho eco de los acontecimientos, uno fervientemente pro Al Sisi y otro en contra, muestran claros signos de comportamiento no auténtico coordinado. En ambos se han detectado bots que publican mensajes de forma automatizada y masiva con una de las tendencias, otras cuentas que los comparten, y personas destacadas de las redes que los promueven.

“Dado su historial, es bastante seguro decir que [la campaña] prorrégimen es patrocinada por el Estado”, observa Shea. “En cuanto a la opositora, no tenemos la capacidad de vincularla directamente,” agrega, pero “existe una red de cuentas, que están afiliadas a la cadena Al Jazeera y a [los canales] Al Mekamleen y Al Sharq; a muchos de los presentadores que trabajan en ella y a los Hermanos Musulmanes exiliados, que aparecen una y otra vez y que son responsables de la mayoría de la participación”, señala.

Como parte de esta batalla, Egyptian Media Group, un conglomerado de medios controlado por el régimen, produjo vídeos fingiendo protestas contra Al Sisi y los envió a la opositora Al Jazeera, que les dio credibilidad y los retransmitió como si se trataran de manifestaciones antigubernamentales. Después la televisión CBC (propiedad del Egyptian Media Group) explicaron lo acontecido para desacreditar a la competencia y su cobertura.

“Debido a la abrumadora falta de libertad de expresión dentro de Egipto, cualquier forma de oposición política se ve forzada a ser online”, apunta Shea.

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