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Pequeñas protestas derriban las estatuas San Junípero Serra en San Francisco y Los Ángeles

La ola de revisión del pasado que comenzó atacando a las estatuas confederadas llega al fraile mallorquín que llevó la cultura europea a California. Un monumento a Cervantes resulta también dañado

La estatua de Junípero Serra en San Francisco, derribada el viernes, en una imagen obtenida de redes sociales. En vídeo, el momento de la caída.Foto: REUTERS | Vídeo: DAVID ZANDMAN
Pablo Ximénez de Sandoval

Las estatuas de San Junípero Serra en California han sido dañadas de diversas maneras durante años por los grupos de activistas que lo consideran un asesino de indígenas. Primero, le echaban pintura roja por encima para simbolizar un supuesto legado de sangre. En 2017, durante otra oleada de furia contra las estatuas del pasado en Estados Unidos, una de ellas fue decapitada. Este viernes, en San Francisco, la estatua de Junípero Serra en el centro de la ciudad fue derribada con una soga al cuello. Sobre los restos está escrito: “Que le jodan al supremacismo blanco”. El sábado sucedió lo mismo en Los Ángeles.

Los hechos ocurrieron el viernes y suponen la agresión más extrema hasta ahora contra una figura del fraile español, canonizado en 2017 por el papa Francisco. Un grupo de unas cien personas, según los medios locales, participaba en una de las muchas manifestaciones recientes que vienen derivadas de las protestas por la muerte de George Floyd. Aquellas manifestaciones se han ido expandiendo y dividiendo en una protesta indefinida y espontánea contra el racismo en general, que en los últimos días se dirigió contra símbolos de la Confederación y luego se ha extendido a todo tipo de personajes, incluyendo la herencia española. El viernes se celebraban distintas protestas con motivo de Juneteenth, el día en que se conmemora la liberación de los esclavos en Texas, que este año tiene un significado especialmente intenso.

La protesta de San Francisco acabó con el derribo de la estatua de Serra, la del general Ulysses S. Grant (héroe del Ejército del Norte en la guerra civil y 18º presidente de EE UU) y la de Francis Scott Key (compositor del himno nacional). La estatua del español llevaba en el parque del Golden Gate 103 años. Los vídeos en redes sociales muestran al grupo tirando al estatua de Serra por medio de una soga atada al cuello, un sistema que en sí mismo se ha convertido en algo simbólico.

Una estatua cercana dedicada a Miguel de Cervantes y el Quijote también sufrió daños. Fotos en redes sociales muestran la pintada “bastard” en el monumento junto con simbología anarquista. Otras partes del conjunto ornamental del parque también fueron dañadas, según las autoridades locales. Las tres estatuas derribadas fueron retiradas el sábado y almacenadas.

El sábado, un pequeño grupo de activistas en Los Ángeles decidió imitar los hechos del día anterior. Según la publicación local LA Taco, que publicó un tuit con un vídeo de la agresión, se trataba de una protesta “en solidaridad con Black Lives Matter”. La estatua estaba en el parque Padre Serra, en la Plaza Olvera, el lugar que dio origen a la ciudad de Los Ángeles.

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Después de hacer su carrera en México, Serra se encargó de llevar la iglesia Católica al territorio prácticamente inexplorado de Alta California en 1769. Allí fundó nueve misiones que fueron los primeros edificios de California y el principio de la cultura europea en esta región del mundo. Las instituciones de California siempre lo han considerado como el fundador del Estado y es en general una figura histórica celebrada como tal. En el Capitolio de Washington, cada Estado está representado por dos estatuas. Las de California son Ronald Reagan y Junípero Serra.

Pero para algunos grupos indígenas también es el símbolo de la destrucción de su modo de vida. El cuestionamiento de la figura de Serra se ha ido volviendo cada vez más intenso, especialmente a raíz de su canonización. En 2015 ya hubo una propuesta, finalmente desestimada, para retirar esa estatua del Capitolio. En 2018, la Universidad de Stanford quitó el nombre de Serra de varios de sus edificios, a pesar de que su arquitectura se inspira en las misiones.

La alcaldesa de San Francisco, London Breed, dijo en un comunicado que comprendía “el dolor muy real que hay en este país, con raíces en nuestra historia de esclavitud y opresión”. Breed condenó el “vandalismo” por el daño que supone a la ciudad. No entró, sin embargo, en el debate sobre las estatuas.

La Embajada de España en Estados Unidos reaccionó a los hechos del viernes con un comunicado este sábado: “Lamentamos profundamente el derribo de la estatua de Fray Junípero Serra en San Francisco y queremos recordar hoy su gran labor en favor de las comunidades indígenas”, dice la legación diplomática en Washington. “Lamentamos asimismo los daños causados al busto de Miguel de Cervantes, él mismo esclavo durante cinco años en Argel, y cuya obra es un canto a la libertad y a la igualdad. Seguiremos defendiendo nuestro legado, prioridad de nuestra política exterior en Estados Unidos, continuando e intensificando nuestra labor didáctica para que se conozca mejor la realidad de nuestra historia compartida (…) Todo ello siempre desde el respeto a los profundos debates que se están produciendo actualmente”.

En la difusa amalgama de protestas espontáneas en la que ha derivado el movimiento antirracista en los últimos días, una estatua española dio origen al único enfrentamiento a tiros hasta el momento. Fue el pasado lunes, cuando un grupo trató de derribar la estatua del conquistador español Juan de Oñate en Albuquerque, Nuevo México. Una supuesta milicia armada se enfrentó a los manifestantes y el forcejeo acabó en disparos. Una persona resultó herida. Albuquerque ha retirado la estatua de Oñate.

El ministro español de Cultura, José Manuel Rodríguez Uribes, calificó los hechos de “revisionismo pueril”. En un mensaje en su perfil de Twitter, escribió: “Me resulta incomprensible el ataque a las imágenes de Cervantes, Fray Junípero Serra o tantos otros. La razón es siempre razón histórica, contextualizada. Lamento y condeno este revisionismo pueril, simplificador y dogmático. Pena. Mucha pena”.

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Sobre la firma

Pablo Ximénez de Sandoval
Es editorialista de la sección de Opinión. Trabaja en EL PAÍS desde el año 2000 y ha desarrollado su carrera en Nacional e Internacional. En 2014, inauguró la corresponsalía en Los Ángeles, California, que ocupó hasta diciembre de 2020. Es de Madrid y es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense.

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