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China se regocija ante el caos en EE UU y la gestión de las protestas de la Casa Blanca

Pekín considera que la represión de las manifestaciones deja sin legitimidad las exigencias de Washington sobre Hong Kong

Macarena Vidal Liy
Un grupo de personas pasa ante el retrato de Mao Zedong en la plaza de Tiananmen en Pekín, este miércoles.
Un grupo de personas pasa ante el retrato de Mao Zedong en la plaza de Tiananmen en Pekín, este miércoles.CARLOS GARCIA RAWLINS (Reuters)

“No puedo respirar”. Con sorna, la portavoz jefa del Ministerio de Exteriores chino, Hua Chunying, respondía así en un tuit -repitiendo las últimas palabras que pronunció George Floyd antes de morir asfixiado por un policía- a una declaración de la portavoz de la Casa Blanca, Morgan Ortagus, sobre el Partido Comunista de China, "que ha roto sus promesas al pueblo de Hong Kong”, decía.

En la misma línea, una caricatura publicada en el Diario del Pueblo muestra a un policía estadounidense oculto bajo el manto de la Estatua de la Libertad sembrando la destrucción, con el cielo en llamas y la Casa Blanca en ruinas. En ideogramas chinos se lee “Por debajo de los derechos humanos”.

China sigue estos días casi con regocijo el panorama que retransmiten las pantallas de televisión desde Estados Unidos después de que la muerte de Floyd desatara una oleada de protestas contra el racismo y la violencia policial en todo el país: rondas de gas lacrimógeno, disolución violenta de manifestaciones de civiles, toque de queda en las principales ciudades. Un escenario que llega cuando las relaciones entre los dos países se encuentran en su momento más bajo en décadas y los choques son constantes: en el terreno comercial, en el tecnológico, en el control del mar del Sur de China, en la gestión de la pandemia de covid-19. La última semana, mientras comenzaban a fraguarse las protestas en EE UU, coincidió además con la polémica ley de Seguridad Nacional que China aprobó para Hong Kong y que ha hecho que la Casa Blanca anuncie la retirada del estatus especial que concede a la antigua colonia británica.

Según repiten una y otra vez funcionarios, diplomáticos y la prensa oficial chinos, la respuesta de la Administración de Donald Trump a sus problemas en casa pone de manifiesto la hipocresía de un Gobierno que ataca a Pekín por la represión de las manifestaciones en Hong Kong pero que no duda en responder con una dureza similar en su propio territorio cuando le parece conveniente. La jefa del Gobierno hongkonés, Carrie Lam, acusaba a Washington este martes de mantener “un doble estándar”.

La comparación se ha acentuado en vísperas del 4 de junio. Hace 31 años, era el Gobierno chino el que enviaba a las tropas a la plaza de Tiananmen, en Pekín, para suprimir aquella protesta estudiantil masiva. El número de muertos en aquella matanza es aún incierto. Ahora es el presidente Donald Trump el que amenaza con recurrir al Ejército para sofocar las manifestaciones de sus ciudadanos, una medida que ha rechazado este miércoles el jefe del Pentágono.

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“Estados Unidos está conmemorando el incidente de Tiananmen de una manera peculiar”, tuiteaba este miércoles Hu Xijin, director del periódico Global Times, de orientación nacionalista y controlado por el Partido Comunista de China. “Las tropas estadounidenses son enviadas a las ciudades y la policía abre fuego. EE UU demuestra la importancia de que China restableciera el orden en 1989. Pero en aquel entonces, la destrucción (que padecía) el sistema chino era mucho peor que el de Estados Unidos ahora mismo”, agregaba.

Como Hu, la línea de la argumentación oficial china viene a alegar que Estados Unidos carece de cualquier legitimidad para criticar lo que Pekín -o cualquier otro país- haga para mantener la estabilidad social. Y que la polémica ley de Seguridad Nacional para Hong Kong es necesaria y está sobradamente justificada, pese a los lamentos de numerosos hongkoneses y las quejas de Gobiernos occidentales sobre el impacto que tendrá en el régimen de libertades del enclave.

“Si el Gobierno estadounidense reflexionara seriamente, se daría cuenta de que los acontecimientos en su suelo son similares a lo que pasa en otros lugares. Cada gobierno encara el mismo problema en manifestaciones multitudinarias, que un pequeño grupo dominará las protestas y perjudicará a la sociedad. Eso en Hong Kong es obvio. No sé si Estados Unidos va a aprender algo de todo esto, pero las posibilidades son pocas”, opina por teléfono el profesor Jia Qingguo, de la Escuela de Relaciones Internacionales en la Universidad de Pekín.

Pese al reiterado uso de lemas y etiquetas de apoyo a las protestas estadounidenses en mensajes en Twitter -convertida en una de las plataformas favoritas de la diplomacia china, pese a estar censurada en este país-, la narrativa oficial de Pekín no hace referencia alguna a sus propios problemas, como el racismo contra extranjeros negros en la ciudad de Cantón, que motivó en abril la queja de varios Gobiernos africanos. Tampoco a las críticas que recibe desde el exterior sobre el trato a las minorías en Tíbet o en Xinjiang, hogar de la etnia musulmana uigur.

“Siempre nos oponemos a la discriminación racial”, declaraba este miércoles el portavoz de Exteriores chino Zhao Lijian, en la rueda de prensa diaria de su Ministerio. “Esperamos que el Gobierno estadounidense tome medidas concretas para cumplir sus obligaciones bajo la convención internacional para la eliminación de todas las formas de discriminación racial para proteger los derechos legales de sus minorías étnicas”.

Muchos internautas chinos están de acuerdo con la posición de su Gobierno. “En los últimos años las tendencias se han invertido, me parece. China es cada vez mejor. Tengo varios amigos que podrían emigrar a Estados Unidos, pero no quieren. Creen que China tiene mayor potencial”, escribe un usuario que se identifica como Summerlog en Weibo, el Twitter chino.

Dongwangdongbudong, por su parte, remeda el lenguaje con el que el Departamento de Estado suele censurar las violaciones chinas de los derechos humanos: “Deploramos la extensa discriminación racial y de libertades que existe en la sociedad estadounidense. De nuevo, condenamos duramente la violenta represión policial estadounidense, que pasa por encima de los derechos humanos y hace caso omiso del sufrimiento popular”.

Aunque el troleo oficial también tiene sus limitaciones. Tras los elogios obtenidos con su respuesta a la portavoz estadounidense, Hua, la portavoz china, volvió a usar en Twitter otro lema en boga estos días en Estados Unidos: “Todas las vidas importan”. No ha tenido el mismo éxito: es un eslogan que critica el “Las vidas negras importan” que defienden los manifestantes.

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Sobre la firma

Macarena Vidal Liy
Es corresponsal de EL PAÍS en Washington. Previamente, trabajó en la corresponsalía del periódico en Asia, en la delegación de EFE en Pekín, cubriendo la Casa Blanca y en el Reino Unido. Siguió como enviada especial conflictos en Bosnia-Herzegovina y Oriente Medio. Licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid.

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