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Jair Bolsonaro tensa el pulso contra el Supremo de Brasil y suma apoyo militar

El ministro de Defensa advierte que analizar los teléfonos móviles del presidente es un atentado contra la seguridad nacional

Rodolfo Borges
El presidente Jair Bolsonaro saluda a sus seguidores durante una manifestación de apoyo celebrada en Brasilia, el domingo 24 de mayo.
El presidente Jair Bolsonaro saluda a sus seguidores durante una manifestación de apoyo celebrada en Brasilia, el domingo 24 de mayo.ADRIANO MACHADO (Reuters)

El guion se repite desde hace semanas, en plena pandemia de coronavirus: tras días complicados, de alta tensión política y cruce de declaraciones a través de la prensa, el presidente Jair Bolsonaro se reúne con simpatizantes en las calles de Brasilia. Este domingo, Bolsonaro ha vuelto a dejar la sede del Ejecutivo para aproximarse a sus fieles votantes y, como es habitual, haciendo gala de su desprecio hacia los protocolos de seguridad para evitar el contagio de la covid-19, que ya matado más de 22.000 personas en el país y provocó que Estados Unidos vetara la entrada de pasajeros provenientes de Brasil. Antes, sin embargo, ha vuelto a provocar a otro de los poderes de la República. El presidente ha publicado en su perfil de Twitter y Facebook el artículo 28 de la Ley de Abuso de Autoridad, insinuando que el magistrado del Supremo Celso de Mello podría ser arrestado por haber autorizado la divulgación, casi en su totalidad, de la reunión ministerial del 22 de abril.

Dicho artículo establece que la “divulgación de una grabación, o fragmento de grabación, que no tenga relación con la prueba que se pretende producir, exponiendo la privacidad o mancillando el honor o la imagen de la persona investigada o acusada” puede castigarse con penas de uno a cuatro años de prisión. El pasado viernes, se hicieron públicas algunas partes de la reunión que, de hecho, no tenían relación directa con la sospecha planteada por el exministro de Justicia, Sergio Moro. Por ejemplo, el fragmento donde el ministro de Medio Ambiente, Ricardo Salles, expresa la intención de aprovechar la pandemia de coronavirus para relajar las regulaciones medioambientales, o aquel donde el ministro de Educación, Abraham Weintraub, ofende a los magistrados del Supremo y dice que deberían estar entre rejas. Debido al contenido de la reunión, el Poder Judicial se prepara para recibir, en los próximos días, una avalancha de nuevas denuncias, tanto contra el presidente como contra cuatro de sus ministros.

En su decisión, el magistrado Celso de Mello argumenta que la defensa de Sergio Moro justificó la divulgación completa del vídeo por entender que “la comprensión de los hechos supuestamente criminales investigados requeriría, con respecto al pleno ejercicio de la amplia defensa, la publicación íntegra de los datos”. El decano del Supremo afirmó que en la grabación no hay información que pueda considerarse cuestión de seguridad nacional, pero determinó que se omitieran las partes en las que se mencionan otros países.

La insinuación de Bolsonaro contra el miembro más antiguo del Supremo es otro ladrillo en el muro que el presidente levanta entre el Ejecutivo y los poderes Judicial y Legislativo, en que alterna ataques y retrocesos tácticos, dependiendo de la estrategia del momento. Primero se pasó semanas atacando al presidente de la Cámara de Diputados, Rodrigo Maia. Después, Bolsonaro volvió sus cañones hacia otro magistrado del Supremo, Alexandre de Moraes, que le impidió nombrar a Alexandre Ramagem, hombre de su confianza, como director general de la Policía Federal. Y ahora le toca al decano del Supremo, que dejará el tribunal en noviembre, cuando cumpla 75 años, edad límite para ejercer el cargo.

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Los bolsonaristas también han criticado a Mello por, supuestamente, haber solicitado que el presidente y su hijo Carlos, concejal de Río de Janeiro, entreguen sus teléfonos móviles como parte de la investigación sobre el supuesto intento de interferir en la Policía Federal. El ministro del Gabinete de Seguridad Institucional (GSI), el general de la reserva Augusto Heleno, llegó a advertir al Supremo, a través de un comunicado, de las consecuencias “impredecibles” para la “estabilidad nacional” si la Corte decide solicitar el teléfono móvil del presidente.

El sábado, el ministro de Defensa, el general Fernando Azevedo e Silva, apoyó públicamente la manifestación de Heleno. Ese domingo se mostró al lado de Bolsonaro en Brasilia y, al diario Estado de São Paulo, dijo que pedir el móvil del presidente era una “afronta” a la “seguridad nacional”. Todo esto a pesar de que Celso de Mello aclarara que solo envió al Fiscal General una solicitud que había sido presentada por partidos políticos, y que todavía no había decidido nada sobre el tema de los móviles. Este domingo, un grupo de 89 militares de la reserva ha publicado otro comunicado criticando al Supremo y apoyando al general Heleno.

Es la tercera vez que el ministro de Defensa habla de crisis política en menos de dos meses. Cuando Bolsonaro participó en actos a favor de la intervención militar, hace unas semanas, el ministro emitió una nota destacando el compromiso de los cuarteles con el orden constitucional. Esta vez, ha quedado claro el tono severo del mensaje al Supremo y la idea de que es él quien evalúa la armonía entre poderes.

Las frecuentes manifestaciones del ministro de Defensa son otro síntoma de la crisis institucional que está en curso y del dudoso papel que las Fuerzas Armadas han decidido asumir en el Gobierno, el de mayor participación militar desde el fin de la dictadura. Bolsonaro, siempre que puede, intenta transmitir la imagen de unión simbiótica entre el Ejecutivo y los militares. El sábado, cuando se le preguntó sobre la amenaza del ministro del Gabinete de Seguridad Institucional, que él mismo había autorizado el viernes, dijo que él, Heleno y Azevedo forman parte del “mismo equipo”.

La tensión política contrasta con la imagen de tranquilidad que Bolsonaro intenta transmitir junto a sus seguidores cada fin de semana. Este domingo, el presidente ha llegado a abrazar a una niña que estaba entre sus votantes y ha aparecido en escenas que sugieren que goza del apoyo popular. Sin embargo, tras divulgarse imágenes aéreas de la manifestación, han surgido dudas sobre el número de sus seguidores. Las imágenes de la amplia Explanada de los Ministerios sugieren que el presidente no goza de tanto apoyo como afirma en sus entrevistas, apariciones públicas o redes sociales. Los últimos sondeos de opinión apuntan a un apoyo estable de aproximadamente un tercio del electorado, a pesar de las tensiones políticas. O tal vez debido a ellas.

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Sobre la firma

Rodolfo Borges
Redactor de la edición brasileña de EL PAÍS desde 2014, está especializado en política. También ha trabajado en las redacciones de ‘Correio Braziliense’, ‘Istoé’ y ‘R7’. Licenciado en Periodismo por la Universidad de Brasilia, es autor de la novela ‘Oprimidos’ y de la colección de crónicas ‘Um jornal para Swann’.

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