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La UE planta cara a la expansión de Rusia y China en los Balcanes

Bruselas confirma el futuro europeo de los Estados de la región en una cumbre que aprueba ayudas de 3.300 millones para la crisis de la covid-19

Llegada a la reunión preparatoria de la cumbre de este miércoles, el pasado febrero en Bruselas. En vídeo, declaraciones del presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, y de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. Foto: EFE | Vídeo: POOL / REUTERS

En modo virtual, como mandan los cánones de la covid-19, pero con clara voluntad política de marcar el terreno en los Balcanes frente a la expansión geoestratégica de Rusia, China o Turquía. La Unión Europea ha celebrado este miércoles una cumbre por videoconferencia que, por primera vez en su historia, ha reunido a todos los socios comunitarios con los seis Estados balcánicos, incluido Kosovo, que orbitan inestablemente desde hace años en la esfera de influencia de Bruselas.

La cita ya estaba prevista antes de la pandemia y debía haberse celebrado en Zagreb, capital de Croacia, el país que ocupa la presidencia semestral de la UE. La pandemia puso en peligro la convocatoria de la cumbre. Pero tanto el Gobierno croata como el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, consideraron imprescindible mantenerla.

El encuentro se ha saldado con la aprobación de un programa de ayudas de hasta 3.300 millones de euros para paliar los efectos de la crisis de la covid-19. Pero, sobre todo, con la aprobación de una Declaración de Zagreb que reafirma la “perspectiva europea” de unos aspirantes al ingreso en la UE que a menudo dudan de que algún día se cumpla. “Los Balcanes occidentales pertenecen a la UE, no hay ninguna duda al respecto”, ha prometido la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, al término de la cumbre. Pero tanto ella como Michel han advertido de que el avance hacia la Unión está supeditado a la lucha contra la corrupción, sistémica en algunas partes de la región, y al respeto a los valores fundamentales de la UE, entre ellos la libertad de expresión.

El encuentro, señalan fuentes europeas, “incluso ha ganado más relevancia geoestratégica” tras la propagación de una enfermedad que ha permitido a potencias rivales, China en particular, alardear de una ayuda a la región que, en un principio, parecía superar a la europea. Los tentáculos del presidente ruso, Vladímir Putin, y del presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, también operan en una zona cuya volatilidad ha tenido históricamente consecuencias trágicas para el continente.

La cumbre supone también una primicia, dado que incluso participa España, con presencia (virtual) del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. El Gobierno español no asistió a citas anteriores por discrepar con la presencia de representantes de Kosovo, la antigua provincia de Serbia cuya independencia unilateral no ha sido reconocida por cinco de los 27 socios de la Unión (España, Rumania, Grecia, Eslovaquia y Chipre).

En esta ocasión, el empeño del primer ministro de Croacia, Andrej Plenkovic, en asegurar la presencia de España y la delicada situación geoestratégica en la zona de los Balcanes y proximidades han llevado a que Michel pueda presidir la primera reunión de todo el bloque europeo con los líderes de Serbia, Montenegro, Albania, Macedonia del Norte, Bosnia-Herzegovina y Kosovo.

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Bruselas intenta garantizar que esos seis países se mantienen alistados en el bando europeo de una escena internacional cada vez más volátil. “Debemos profundizar nuestra cooperación estratégica en asuntos como cambio climático, multilateralismo y política exterior”, les pidió Michel a los seis países en la reunión preparatoria de la cumbre que mantuvo con ellos en febrero. Poco después de aquel encuentro, la covid-19 enturbió las relaciones cuando la Unión Europea prohibió exportar sin permiso previo material sanitario a países extracomunitarios. El presidente serbio, Aleksandar Vucic, reaccionó virulentamente: “La solidaridad europea no existe”. Y se decantó por pedir ayuda a “nuestros hermanos chinos”, en un gesto que fue aprovechado rápidamente por los aparatos de propaganda de Pekín.

Fuentes comunitarias admiten que fue un error dar la impresión de que el veto a la venta de material sanitario afectaba a países que negocian el ingreso en la UE, como Serbia y Montenegro, o que aspiran a la integración, como los otros cuatro Estados balcánicos. “Pero se corrigió enseguida y el paquete de ayuda incluye suministros sanitarios esenciales, una asistencia macrofinanciera de 750 millones de euros y un programa a través del Banco Europeo de Inversiones de 1.700 millones”, recuerdan esas fuentes.

Fuentes diplomáticas relativizan también la incursión rusa o china en la zona. Y aunque reconocen la influencia comercial de Pekín y la energética y estratégica de Moscú, aseguran que todos los países, incluido Serbia, aceptan que su futuro pasa por el encaje con el club europeo. “Las relaciones comerciales y diplomáticas de esa zona con la UE son mucho más importantes que las que mantienen con Rusia o China”, subrayan. Los datos avalan esa tesis: más del 70% del comercio de los seis países se realiza con la UE, mientras que no llega al 5% con Rusia o China, según cifras de 2017.

Pero en tiempos de desinformación y en medio de una pandemia que, en palabras del jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, ha desatado “una batalla por el relato”, Bruselas reconoce que no basta con los lazos comerciales tradicionales. “Parece mentira que Rusia y China, con unas inversiones muy pequeñas en la zona, logren aparentar mucha más presencia que la UE”, lamenta una fuente diplomática. “Quizá deberíamos hacer un mayor esfuerzo para explicar lo que hace la Unión y que la población de esos países sea consciente de los fuertes vínculos con el club comunitario”, añade esa misma fuente.

Pero Rusia y China no recurren solo al soft power. Los dos países disponen de derecho de veto en el Consejo de Seguridad de la ONU, un arma fundamental para presionar a Belgrado, siempre pendiente de que el reconocimiento internacional de Kosovo no avance. Y la dependencia energética del gas ruso en la zona también refuerza el peso de Moscú.

Aun así, nadie parece poner en duda que el camino de toda la zona apunta hacia la Unión. A pesar de los recelos de Francia y Países Bajos, entre otros países, la Unión aceptó en marzo abrir negociaciones de adhesión con Macedonia del Norte y Albania, dos candidatos que se unen a Serbia y Montenegro. Bosnia-Herzegovina, por su inestabilidad interna, y Kosovo, por su conflicto con Belgrado, se encuentran aún muy lejos de esa negociación pero tarde o temprano podrían incorporarse a la sala de espera del club. “No veo posible que Rusia y China puedan tener una presencia más fuerte que la UE en esta zona”, rematan en Bruselas.

Y Nathalie Tocci, asesora de Borrell y directora del Istituti Affari Internazionali, resume la situación en una tribuna publicada este miércoles. “El riesgo no es que los Balcanes occidentales naveguen hacia un Eldorado chino, sino de que la región se hunda social, económica y democráticamente bajo el peso de una epidemia y de las realidades que [la covid-19] ha sacado a la luz”. La excepcional cumbre europea de este miércoles refleja el esfuerzo de la UE por evitar ese dramático desenlace.

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