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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Putin y Zelenski: el antiguo actor y el exespía, cara a cara en París

El líder ucranio afronta uno de los examenes clave en su cita con el presidente ruso

María R. Sahuquillo
Zelenski, Macron y Putin en la reunión de Paris para tratar la guerra en el Este de Ucrania, este lunes.
Zelenski, Macron y Putin en la reunión de Paris para tratar la guerra en el Este de Ucrania, este lunes.Alexei Nikolsky (AP)

Nadie hace un año se habría imaginado que el actor Volodímir Zelenski se sentaría cara a cara con el presidente ruso, Vladímir Putin, para tratar la última guerra en Europa. Pero el cómico que llegó a presidente se enfrenta ahora a un examen clave y a lo grande para su recién estrenado mandato. La cumbre de ambos líderes de este lunes en París, junto a la canciller alemana Angela Merkel y el presidente francés, Emmanuel Macron, es —al margen de resultados concretos— importante y simbólica para las conversaciones de paz, encalladas desde hace tres años. Pero la cita bilateral Putin-Zelenski representa un verdadero cambio de juego.

Zelenski, que arrasó en las elecciones presidenciales del pasado abril con un discurso centrado en combatir a corrupción y en acabar con el conflicto armado en el Donbás con los separatistas apoyados por Moscú, ha hecho gestos para descongelar las negociaciones —el primero reunirse con Putin— y ha abierto una vía de diálogo, que logró ese verano un importante canje de presos.

Pero el presidente ucranio, cuyos gestos serán escrutados al milímetro en casa y fuera, también es quien más tiene que perder de lo sucedido en París. Zelenski, en el centro del huracán que ha desencadenado el proceso de impeachment al presidente estadounidense, Donald Trump, investigado por pedir al líder ucranio que investigase a un rival político, llega en clara situación de desventaja y con un indeseado protagonismo global.

Los gestos para resucitar el diálogo y la firma de la llamada fórmula Steinmeier, una hoja de ruta para implantar los acuerdos de Minsk, le han costado duras críticas internas y le ha hecho, por primera vez, perder algún punto en el índice de popularidad. Este fin de semana, unas cinco mil personas —sobre todo grupos nacionalistas— salieron a la calle en Kiev contra lo que consideran una “capitulación” a Moscú. Una forma de advertencia al líder ucranio para su reunión con el presidente ruso. Bien entrada la noche, los servicios internacionales de agencias no habían distribuído ninguna imagen de la relevante y esperada reunión bilateral.

Hay quienes no confían en las habilidades del antiguo actor para medirse con un líder como Putin, que tiene fama de conocer muy bien las debilidades de sus interlocutores y aprovecharlas —quizá poniendo en práctica sus destrezas de su época como espía del KGB— y que acumula dos décadas en el poder. En Kiev, además, existe la sensación de que Berlín y París —sobre todo en los últimos meses— son más afines al ruso.

Y si las imágenes tienen importancia, símbolo de ese desequilibrio fue la llegada de ambos líderes al palacio del Elíseo: Zelenski, primero, a bordo de un modesto Renault gris; Putin, en su imponente limusina Aurus.

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El presidente ruso, aunque ha visto como su popularidad entre sus ciudadanos ha decaído por el estancamiento económico y las últimas reformas sociales, no tiene que explicar los acuerdos en casa, donde no tiene oposición y no hay debate. Además, Putin, que da muestras de dejar de lado las ambiciones rusas de influir en cierta medida en Kiev, está satisfecho con el acercamiento de Macron y enmarca la cita de ayer en su camino para terminar con el aislamiento a Rusia, desencadenado por anexionarse la península ucrania de Crimea en 2014. Putin ha vuelto a la mesa de los grandes de la geopolítica global. Muy atrás quedan las imágenes de aquella cumbre del G20 en Brisbane de hace cinco años, en la que varios líderes rehuyeron al presidente ruso, que se volvió a Moscú antes de lo previsto.

Zelenski, en cambio, sí tendrá que explicar con pelos y señales en Ucrania lo que trató este lunes en París. Cualquier gesto puede interpretarse como una concesión, y alimenta la crítica de los partidos ahora en la oposición, que están tratando de reponerse del varapalo electoral.

El líder ucranio se ha esforzado por recordar una y otra vez que lo que está sobre la mesa la mesa es la paz. Y vidas humanas. Este fin de semana, como previa a la reunión de París, volvió a visitar la primera línea de frente. El mensaje de su equipo suele claro y recurrente: "Mientras debatimos hay una guerra en Europa en la que muere gente".

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Sobre la firma

María R. Sahuquillo
Es jefa de la delegación de Bruselas. Antes, en Moscú, desde donde se ocupó de Rusia, Ucrania, Bielorrusia y el resto del espacio post-soviético. Sigue pendiente de la guerra en Ucrania, que ha cubierto desde el inicio. Ha desarrollado casi toda su carrera en EL PAÍS. Además de temas internacionales está especializada en igualdad y sanidad.

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