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La Comisión Europea acoge con frialdad la decisión de Johnson de suspender el Parlamento

El europarlamentario Verhofstadt: “Recuperar el control nunca ha parecido tan siniestro”

Álvaro Sánchez
Manifestantes proeuropeos junto a Downing Street, en Londres, este miércoles.
Manifestantes proeuropeos junto a Downing Street, en Londres, este miércoles.Peter Summers (Getty Images)

Bruselas no se inmuta ante el incandescente panorama político británico. La decisión de Boris Johnson de congelar la actividad del Parlamento de Westminster para que los diputados no puedan frenar un Brexit sin acuerdo ha abierto la enésima crisis interna en el Reino Unido, pero al otro lado del canal de la Mancha la música es la misma. "Nuestra hipótesis de trabajo es que el Brexit debería ocurrir el 31 de octubre y con un acuerdo. Es nuestro escenario preferido y en el que trabajamos. Para que eso pase, cuanto antes veamos propuestas viables, mejor", urgió una portavoz comunitaria. Más contundente fue el eurodiputado belga Guy Verhofstadt, negociador de la Eurocámara para el Brexit: "Recuperar el control nunca ha parecido tan siniestro. Como parlamentario, mi solidaridad con aquellos que luchan por que sus voces sean escuchadas".

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La Comisión Europea lleva días instalada en el modo escucha con Londres. Pero sigue sin recibir ofertas concretas pese a que el Reino Unido ha abandonado la parálisis. El primer ministro, Boris Johnson, viajó la semana pasada a París y Berlín para captar el estado de ánimo del eje francoalemán. Habló con el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, el domingo en Biarritz durante el G7. El ministro para el Brexit, David Frost, está reunido este miércoles con la jefa de gabinete de Juncker, la española Clara Martínez Alberola. Y el teléfono suena en los despachos de Bruselas. Johnson llamó ayer martes al presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, tras la convalecencia por la operación de vesícula de este último.

Pero la hiperactividad de los últimos días no se ha traducido en avances. De la conversación entre ambos líderes trascendieron unas pocas frases con aires de trabalenguas: ambos están de acuerdo en que quieren un acuerdo. Pero la voluntad hace tiempo que dejó de ser suficiente: Johnson lo condicionó una vez más a la supresión de la salvaguarda irlandesa, e insistió en que el 31 de octubre abandonarán el club comunitario "sean cuales sean las circunstancias". Juncker recordó que la UE está preparada para el Brexit sin acuerdo y que ese sombrío escenario "solo ocurrirá por decisión del Reino Unido, no de la UE".

A poco más de dos meses de la ruptura, el reparto de culpas mirando de reojo al juicio de la historia absorbe parte de las energías comunicativas. La etiqueta de "míster no acuerdo" sigue sin dueño que la reclame después de que Tusk se la colocase a Johnson y este se la devolviese.

La nueva vuelta de tuerca del premier británico con el cerrojazo del Parlamento concuerda con lo que analistas como Nicolas Veron, del laboratorio de ideas Bruegel, considera una estrategia. Una forma de congraciarse con el sector duro de su partido al mostrarse inflexible y sumar además armas de negociación con la UE. Veron no le ve recorrido, y estima que la huida hacia adelante de Johnson culminará en claudicación a cambio de una oferta menor. Solo Johnson sabe hasta dónde está dispuesto a llegar.

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De momento, su última maniobra para poner fin al periodo de sesiones del actual Parlamento no ha hecho torcer el gesto a la Comisión Europea, al menos de cara al público: "No comentamos procedimientos políticos internos de nuestros Estados miembros y no especularemos con qué significa en términos de los próximos pasos del proceso parlamentario. Es algo que debe explicar Reino Unido".

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Sobre la firma

Álvaro Sánchez
Redactor de Economía. Ha sido corresponsal de EL PAÍS en Bruselas y colaborador de la Cadena SER en la capital comunitaria. Antes pasó por el diario mexicano El Mundo y medios locales como el Diario de Cádiz. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla y Máster de periodismo de EL PAÍS.

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