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El sucesor de Nazarbáyeb gana unas elecciones en Kazajistán marcadas por las protestas

La OSCE y las organizaciones de derechos civiles denuncian irregularidades en las presidenciales

María R. Sahuquillo
La policía de Kazajistán detiene a un manifestante este lunes en Nur-Sultán.
La policía de Kazajistán detiene a un manifestante este lunes en Nur-Sultán.V. OSELEDKO (AFP)

Pocas sorpresas. Kasim-Yomart Tokáyev ha ganado las elecciones en Kazajistán. Con más del 70% de los votos, el sucesor y delfín de Nursultán Nazarbáyev gobernará la república ex soviética tras unas elecciones marcadas por las protestas y las denuncias de irregularidades. Nazarbáyev, que había gobernado desde 1991 y desde marzo erigido en padre de la nación e igual de influyente que antes --o más--, deseaba una transición tranquila. Pero no lo ha sido. El domingo, las autoridades detuvieron a unas 500 personas en todo el país según las organizaciones de derechos civiles, que denuncian violentas cargas. Y los comicios, como los anteriores, “han mostrado escaso respeto por los estándares democráticos”, según los observadores internacionales.

Las protestas y arrestos siguen este lunes, cuando se han conocido los resultados. El Ministerio del Interior se escuda en que las protestas han sido preparadas por Elección Democrática de Kazajistán, asegura, una organización extremista prohibida en el país. Siete candidatos se presentaban a los comicios, entre ellos una mujer por primera vez en la historia. Sin embargo, la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) señala que no hubo “oportunidad para una competencia verdadera” y denunció la imposibilidad de registrar candidatos independientes en la mayor república de Asia Central, rica en petróleo.

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Además, la OSCE ha reportado vulneraciones claras. “La jornada electoral estaba organizada de manera eficaz, pero hubo importantes irregularidades, incluido casos de relleno de urnas, votaciones grupales y firmas idénticas en listas de votantes”, expuso la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) en una rueda de prensa en Almaty.

El Gobierno kazajo controla muy de cerca la política interna y el discurso público. Las organizaciones de derechos civiles han criticado la falta de libertad de prensa y el control de los medios estatales. Estos días, y sobre todo el domingo, las autoridades han restringido además también el acceso a las redes sociales y las plataformas de mensajería online.

Tras el paso atrás –o hacia arriba—de Nazarbáyev se desataba una transición sin precedentes en Kazajistán, un país de 18 millones de habitantes y con el mayor PIB per cápita de la región. Las cifras de Tokáyev, de 66 años, no llegaron al 98% de los sufragios obtenidos por su antecesor en las elecciones previas (1995) también denunciadas por abrumadoras irregularidades. El domingo participó, por primera vez en 14 años, un representante de la oposición, Amirzhan Kosánov; quedó en segundo puesto, con el 15% de los votos, según la comisión electoral.

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Decenas de personas salieron a la calle estos días para llamar al boicot de los comicios, informa Efe desde Nur-Sultán; la antigua Astaná y ahora renombrada en honor a Nursultán Nazarbáyev. Muchos kazajos sienten que estas elecciones ya estaban decididas. Y aunque la economía no está en una situación mala, la desaceleración está afectando a las clases medias y bajas. Pero, según han denunciado las organizaciones de derechos humanos, los activistas y disidentes se enfrentan a persecuciones y acoso en Kazajistán, donde las detenciones son habituales.

Tokayev, que hasta la renuncia de Nazarbáyev era primer ministro, ha ocupado hasta los comicios el puesto de presidente interino. No se esperan grandes cambios en su política interna ni externa, según los analistas. Nayarbáyev ha sido un firme aliado y un socio muy cercano a Rusia y también a China, alianza que le ha ayudado a crecer. Este lunes, el presidente ruso, Vladímir Putin, llamó por teléfono a Tokáyev para felicitarle por su “convincente victoria”.

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Sobre la firma

María R. Sahuquillo
Es jefa de la delegación de Bruselas. Antes, en Moscú, desde donde se ocupó de Rusia, Ucrania, Bielorrusia y el resto del espacio post-soviético. Sigue pendiente de la guerra en Ucrania, que ha cubierto desde el inicio. Ha desarrollado casi toda su carrera en EL PAÍS. Además de temas internacionales está especializada en igualdad y sanidad.

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