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La calle de Argelia consigue que el régimen anule las presidenciales del 4 de julio

El Consejo Constitucional se ve obligado a cancelar unas elecciones que impulsó el jefe del Ejército contra la voluntad de la sociedad civil

Francisco Peregil
Protesta de mujeres argelinas este viernes en Argel.
Protesta de mujeres argelinas este viernes en Argel.STR (EFE)
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El Consejo Constitucional de Argelia anunció este domingo lo que todo el mundo sabía que iba a ocurrir: la anulación oficial de las elecciones presidenciales previstas para el 4 de julio. Estos comicios, impulsados desde el 10 de abril por el jefe del Ejército, Ahmed Gaid Salah, de 79 años, fueron boicoteados por la sociedad civil, que temía y teme unas elecciones controladas por las mismas autoridades que han sostenido durante 20 años a Abdelaziz Buteflika en la presidencia.

El fracaso de Gaid Salah, el hombre fuerte del régimen, ha sido inapelable. Tras forzar la dimisión de Buteflika el 2 de abril, el general apoyó estos comicios a pesar de que viernes tras viernes millones de personas salen a la calle para expresar su rechazo. Ni siquiera el mes de ramadán, a punto de expirar, ha logrado frenar las protestas masivas contra el régimen.

Para sofocar lo que los activistas argelinos llaman “la revolución” no han servido las amenazas explícitas de Gaid Salah al declarar que el país podría volver al caos de la década negra, cuando la guerra civil entre el Ejército y los islamistas causó 200.000 muertos. Tampoco ha servido la llamada al diálogo del propio Gaid Salah efectuada el 28 de mayo. La mayoría de los activistas civiles no creen en el diálogo de un régimen que mantiene a los mismos altos cargos en el poder y sigue manteniendo en prisión a ciudadanos condenados por delitos de opinión. De hecho, el mismo martes que Gaid Salah apelaba al diálogo moría en el hospital el activista argelino y médico Kamal Edine Fekhar, quien fue encarcelado el 31 de marzo y llevaba 50 días en huelga de hambre. Esta muerte ha provocado una ola de indignación en el país.

Finalmente, ningún candidato conocido se dignó presentarse a las presidenciales promovidas por Gaid Salah. Solo dos personajes desconocidos, Abdelkader Hamadi y Hamid Touahri, optaron a las presidenciales justo antes de que expirase el plazo de presentar la candidatura, el sábado 25 de mayo. Era más que dudoso que esas dos personas pudiesen reunir las 60.000 firmas necesarias o la de 600 concejales para optar a la presidencia.

El Consejo Constitucional, el mismo organismo que aceptó en su día la candidatura de Buteflika para un quinto mandato a pesar de sus problemas de salud, se ha visto obligado a invalidar las candidaturas de los dos desconocidos y a cancelar los comicios. Pero, al mismo tiempo, la máxima institución judicial ha acometido un hecho de enorme trascendencia: avala la permanencia en el cargo del presidente interino, Abdelkader Bensalá, uno de los personajes más impopulares de Argelia por su obediencia incondicional a Buteflika.

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Abdelkader Bensalá, de 77 años, ha sido presidente del Senado durante los últimos 17 años. Al dimitir Buteflika el Parlamento lo nombró presidente interino por un plazo de tres meses, tal como prescribe la Constitución vigente. Estaba previsto que su mandato concluyese a principios de julio. Y varios constitucionalistas argelinos aseguran que no debería prolongarlo más allá de los tres meses.

Sin embargo, el Consejo Constitucional señala que el presidente interino deberá encargarse de convocar las próximas presidenciales y prestar juramento al nuevo presidente. El inconveniente insalvable es que la calle exige día tras días la dimisión de Bensalá y la de Nordín Bedui, el primer ministro nombrado por Buteflika antes de dimitir y encargado de la supervisión de las elecciones. Varios políticos de la oposición declararon que el Consejo Constitucional se ha extralimitado en sus funciones al prolongar la interinidad de Bensalá. "Estamos fuera de la legalidad", declaró en su cuenta de Facebook el opositor Djamel Zenati.

El analista Adlene Mohammedi tuiteó desde Francia: "Me temo que nos encontramos ante la enésima astucia 'constitucional' del sistema. Ahora hay un nuevo debate estéril: '¿Puede ser prolongado el mandato del presidente interino?' '¿El Consejo Constitucional ha actuado dentro de sus funciones?' La respuesta es que estas son preguntas sin la menor importancia. Los debates constitucionales son una trampa grosera. Estamos ante actores que no respetan su propia Constitución y la utilizan como un arma contra la democracia y la voluntad del pueblo. Por tanto, olvidemos esta Constitución (...) Está caduca. Las reivindicaciones no son constitucionales: una transición sin los responsables actuales. Una verdadera transición".

La sociedad civil defiende la dimisión de “las dos B”, Bensalá y Bedui, la disolución del Parlamento y del Consejo Constitucional y la creación de una Asamblea encargada de redactar una nueva Constitución. Pero todo eso ha chocado hasta ahora contra la voluntad de Ahmed Gaid Salah que se aferra a la hoja de ruta del artículo 102 de la constitución vigente que garantiza la permanencia de las autoridades del régimen de Buteflika.

Desde que el 22 de febrero cientos de miles de argelinos salieron a la calle en las principales ciudades del país para protestar contra la presentación de Buteflika para un quinto mandato, la sociedad civil ha ido obteniendo victorias sin precedentes. Cuando pedía la eliminación del quinto mandato Buteflika, o quien pudiese actuar en su nombre, ofreció no presentarse a más elecciones, pero quiso mantenerse en el poder hasta que resultara elegido otro presidente. La calle se opuso porque veía en ese movimiento la perpetuidad del régimen. Después, la sociedad civil consiguió la dimisión del presidente del Consejo Constitucional, Tayez Belaiz, una de “las tres B”, junto a Bensalá y Bedui. Después Gaid Salah impulsó los comicios del 4 de julio y ahora el régimen tiene que postergarlos.

La "revolución" cumplió en Argelia tres meses el pasado 22 de mayo. Mientras tanto, el régimen no solo mantiene a las mismas autoridades que nombró Buteflika -o nombraron en su nombre- sino que mantiene los mismos métodos de represión. “La mejor prueba de que el régimen perdura”, escribió este domingo el columnista Mustapha Hammouche en el diario Liberté, “es que siguen encarcelando a argelinos por sus opiniones, algunos de ellos llegan a morir y otros están en grave peligro de muerte. El poder no puede continuar, como ha hecho, probando indefinidamente la resolución y la resistencia del pueblo que se manifiesta para cambiar el orden político”.

Por su parte, el analista Makhlouf Mehenni concluye en el sitio digital TSA: "El poder no ha cedido en nada esencial y no ha mostrado signos que hagan pensar que se dispone a hacer concesiones serias. (...) Continuar dando vueltas en círculos no servirá ni al poder ni al país. El primero se arriesga a coleccionar varapalos. Y el segundo, a precipitarse en el muro de una coyuntura económica y social muy poco favorable".

Mientras tanto, el poder continúa ejerciendo la represión. Una manifestación de estudiantes fue disuelta a golpes en Argel. El bloguero Abdelá Benaoum, que fue encarcelado en abril de 2018 por pronunciarse contra el quinto mandato de Buteflika, continúa en prisión y en estado crítico, según su abogado, después de haber iniciado una huelga de hambre hace varias semanas. El periodista Meziane Abane fue convocado el domingo por la policía en la ciudad de Bouira. Un activista anónimo sentenciaba en Twitter: "La partida no está perdida, pero se anuncia cada vez más dura".

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Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

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