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El Papa devuelve a Roma a la voz incómoda de la Iglesia de Nicaragua

Silvio Báez, crítico con Daniel Ortega, regresa al Vaticano, que presiona para que haya avances en las negociaciones para poner fin a la crisis nicaragüense

Carlos Salinas Maldonado
El obispo Auxiliar de Managua, Silvio Báez, tras anunciar su regreso a Roma.
El obispo Auxiliar de Managua, Silvio Báez, tras anunciar su regreso a Roma.Carlos Herrera (EL PAÍS)

Con un conmovedor mensaje en Twitter el obispo auxiliar de Managua, monseñor Silvio Báez, anunció que el papa Francisco le pidió su retorno al Vaticano, lo que ha sido recibido con sorpresa y pena por quienes ven en este religioso nacido en 1958 en la rebelde Masaya a un hombre comprometido con la libertad de Nicaragua, más allá de la religión. Es, para muchos, una suerte de Romero nicaragüense, una voz beligerante, dispuesta a arriesgar su seguridad para evitar una matanza, y quien mientras exige el cese a la represión critica desde el púlpito con dureza al régimen que lidera Daniel Ortega. Tal vez por eso resulta una voz demasiado incómoda en momentos en los que el Vaticano ha volcado su diplomacia para lograr un acuerdo que ponga fin a la crisis que ha desangrado al país centroamericano.

“Doy gracias al Papa Francisco, quien habiendo confirmado mi ministerio y mi estilo episcopal, me ha pedido ir a Roma por un tiempo. Llevo en mi corazón de pastor la alegría y las tristezas, los dolores y esperanzas de mi pueblo de Nicaragua. ¡Gracias a todos por su cariño!”, escribió Báez. Horas antes, en una conferencia de prensa concedida al lado del cardenal Leopoldo Brenes, en Managua, Báez aseguró que él no había pedido salir de Nicaragua. “He sido llamado por el Santo Padre. Esta decisión de que yo abandone Nicaragua es una responsabilidad del Santo Padre”, afirmó.

Báez había sido el objeto del odio de los seguidores de Ortega, a tal punto que él mismo ha denunciado que le advirtieron sobre un supuesto plan para asesinarlo. Ortega ya había enfilado sus cañones contra el religioso, a quien acusó de hablar como los "bravucones y los radicales", mientras que se desataba una campaña en los medios controlados por los hijos de Ortega y en las redes sociales. El obispo no cesó en sus críticas, incluso en una ocasión llegó a tildar de "fieras" del apocalipsis a Ortega y su esposa, Rosario Murillo. "Hay textos –dijo Báez– en donde se invita a rezar por los gobernantes. Pero hay otros textos, sobre todo los últimos del Nuevo Testamento, cuando empezó la persecución, el apocalipsis, cuando ya al poder se le identifica con una fiera, o dos fieras, la que ejerce el poder y la que habla en su nombre, haciéndole la propaganda. Esto es en apocalipsis, capítulo 13. ¿Ahí qué se les pide a los cristianos? "Estén dispuestos a dar la vida, hay que luchar, hay que denunciar".

Báez dejará Nicaragua en un momento de fuerte tensión diplomática, con el Vaticano intentando sacar adelante unas negociaciones estancadas por la negativa de Ortega de liberar a todos los apresados en el marco de la represión contra las protestas que desde hace casi un año exigen el fin de su mandato y discutir reformas institucionales y adelanto de las elecciones, un tema espinoso para el sandinista, que no demuestra interés en dejar el poder en la convulsa Nicaragua.

El Vaticano ha jugado un papel crucial en este proceso de negociación con la opositora Alianza Cívica, con su representante en Managua, Waldemar Stanislaw Sommertag, jugando un papel de garante en la mesa del diálogo, sin lograr que se llegue a un acuerdo concreto frente a las demandas de los opositores. Muchos en Nicaragua ven con recelo el papel de Sommertag, a quien acusan de estar más alineado al régimen de Ortega, pero el mismo nuncio salió al paso de las críticas y aseguró a mediados de marzo que "yo no tengo intereses. ¿Quieren que este país salga de esta situación o quieren estar viviendo otros diez meses con esta actitud donde se estaba pidiendo dialogar?", dijo en referencia a su papel como mediador en las negociaciones.

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El pasado 16 de marzo Yaritza Rostrán, una de las decenas de excarceladas tras pasar seis meses en prisión, aseguró a EL PAÍS que en una visita a la cárcel de mujeres “La Esperanza”, Sommertag les exigió que dejaran una huelga de hambre que mantenían un grupo de detenidas como protesta contra el régimen de Ortega. “No sé cuáles eran sus intenciones: no sé de parte de quién llegó, pero nos parece que del Gobierno. Llegó a decirnos que cesáramos de atrasar un proceso de negociación con la huelga de hambre, que comiéramos, que esa no era forma de protestar... Llegó incitando a que no siguiéramos protestando, cosa que nos pareció increíble viniendo de un nuncio que debería ser neutral, que sabemos que no puede estar del lado del régimen”, relató la estudiante universitaria tras su liberación.

La decisión de Francisco generó reacciones a nivel local e internacional. El escritor Sergio Ramírez, ganador del Premio Cervantes, calificó en Twitter de "exilio forzado" la salida de Báez de Nicaragua y dijo que se trataba de "un duro golpe a la lucha por la democracia en Nicaragua, la que llegará de todos modos más temprano que tarde". Erika Guevara-Rosas, directora de Amnistía Internacional para las Américas lamentó la decisión del Vaticano y en un mensaje en la misma red social dijo que el obispo es "una de las voces más legitimas y éticas en la defensa de los derechos humanos del pueblo nicaragüense", mientras que la ex guerrillera Dora María Téllez afirmó que el papa "le concede un intenso deseo al régimen de Ortega" al sacar del país a Báez, "quien habían declarado como su enemigo. La pregunta es: ¿a cambio de qué?"

Fuentes conocedoras de lo que ocurre a lo interno de la Iglesia de Nicaragua dijeron que el Vaticano usa como “excusa” las amenazas contra Báez para sacar de Nicaragua a una voz incómoda para Ortega. “Francisco no parece estar muy conmovido por lo que pasa en Nicaragua. Todas sus declaraciones son funcionales al discurso oficial, no en balde Rosario Murillo las destaca, porque le sirven perfectamente a su vacío mensaje de “amor y reconciliación”. Aunque hay mucha gente que piensa así, pocos se atreven a decirlo por respeto al Papa, pero conozco a mucha gente de iglesia que se siente decepcionada por su falta de compasión con lo que ha pasado aquí. Personalmente, no creo que eso sea “diplomacia”, es simplemente complicidad”, dijo una de las fuentes, que accedió a comentar la decisión del Vaticano a cambio de mantener reservado su nombre.

“Nos quitan una voz que hablaba claro y con altura de la crisis en la que estamos —agrega—, tal vez la única voz que tenía a la vez peso internacional y eco en todos los sectores de la sociedad. Tal vez hubiera esperado de Báez que hiciera objeción de conciencia. Siempre he pensado, cuando veo a los curas obedeciendo a los obispos acríticamente y a los obispos obedeciendo al Papa, diga lo que diga y haga lo que no haga, que no siguen el ejemplo del rebelde Jesús de Nazaret, que no obedeció nunca a las autoridades religiosas de su tiempo”.

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Carlos Salinas Maldonado
Redactor de la edición América del diario EL PAÍS. Durante once años se encargó de la cobertura de Nicaragua, desde Managua. Ahora, en la redacción de Ciudad de México, cubre la actualidad de Centroamérica y temas de educación y medio ambiente.

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