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Alemania se asegura liderar la negociación con Moscú de un gasoducto por el mar Báltico

Berlín y París salvan una crisis y cierran un acuerdo que permitirá seguir adelante con el polémico Nord Stream 2

Lluís Pellicer
Trabajos en uno de los gasoductos que conectan Rusia con Alemania por el Mar Báltico.
Trabajos en uno de los gasoductos que conectan Rusia con Alemania por el Mar Báltico.Bernd Wuestneck (AP)

La dependencia energética de Rusia ha estado a punto este viernes de provocar la primera grieta en la renovada alianza francoalemana, después de que el Gobierno de Emmanuel Macron decidiera respaldar una propuesta comunitaria que permitiría regular el proyecto Nord Stream 2, ideado para llevar gas directamente de Rusia a Alemania y que suscita recelos en casi la mitad de los socios de la UE. La crisis duró apenas unas horas y, según fuentes diplomáticas, se resolvió con una enmienda que permite a Berlín asegurarse el liderazgo de la negociación con Moscú.

La negociación política del proyecto Nord Stream 2, controlado por el gigante ruso Gazprom, estaba llena de aristas. Casi la mitad de los países miembros de la UE veían con inquietud un plan que debía servir para duplicar la capacidad del gasoducto Nord Stream, que transporta gas directamente de Rusia a Alemania a través del mar Báltico sin pasar por ningún país del Este. Los mayores reparos al proyecto llegaron precisamente de los Estados de Europa Oriental y de Ucrania, que ven en Gazprom un brazo de la política exterior de Moscú y temen acabar apartados de las principales redes de gas del continente.

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Las reticencias llegaron también de la Comisión Europea. A pesar de la insistencia de Alemania en que el proyecto era meramente empresarial, Bruselas consideraba que podía aumentar la dependencia respecto a Rusia, sobre todo cuando ya es el origen de un tercio del gas que consume la UE. Y eso, argumentaba, no hacía sino incrementar los riesgos de seguridad del suministro del continente. La Comisión buscó fórmulas para aplicar al proyecto la directiva comunitaria o negociar directamente con Moscú. Ante la imposibilidad de hallarlas, decidió enmendar la regulación sobre gas para poder aplicar la legislación comunitaria a infraestructuras con origen en países ajenos a la Unión Europea.

A la tensión interna que originaba el proyecto se sumaron las amenazas desde el otro lado del Atlántico. La Administración de Donald Trump, que teme que se amplíe la dependencia energética en Europa respecto a Rusia y bajen sus ventas de gas licuado, advirtió a las empresas europeas que participan en el grupo.

El consorcio de Nord Stream, presidido por el excanciller alemán Gerhard Schröder, está compuesto por Gazprom —con el 51% de las acciones—, las alemanas Wintershall —filial de BASF— y E.ON, la holandesa NV Nederlandse Gasunie y la francesa ENGIE. Según su página web, el proyecto de Nord Stream 2 es propiedad de Gazprom pero tiene acuerdos de financiación con ENGIE, BASF, la austriaca OMV, la alemana Uniper y la holandesa Shell.

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Los avisos de EE UU no calaron en el Ejecutivo de Merkel. Como tampoco la participación en el proyecto de una compañía francesa afectó a la posición de Macron. Según fuentes comunitarias, Alemania había estado buscando la complicidad de países que le permitieran bloquear el texto de la Comisión Europea. Y Francia, cuyos votos eran clave, anunció el jueves, el día antes de la reunión de embajadores en Bruselas, que lo respaldaba.

Acuerdo con Francia

La nueva regulación no hubiera paralizado Nord Stream 2, pero fuentes diplomáticas aseguran que sí lo hubiera complicado. La posición francesa significaba la primera fractura del eje francoalemán dentro del Consejo de la UE solo dos semanas después de que Macron y Merkel renovasen en Aquisgrán su histórica alianza.

Tras horas de negociaciones, París y Berlín llegaron a un acuerdo. La directiva sigue su curso, pero se introdujeron cambios en el articulado que, en la práctica, aseguran a Alemania la interlocución con Moscú y, además, añade un artículo que le podría permitir que Nord Stream 2 sea considerado una excepción, según el documento acordado.

El acuerdo fue aprobado por los embajadores a falta de que algún país consulte a su Parlamento nacional y exprese sus reservas, según fuentes diplomáticas. La alianza francoalemana, cuya intensidad ha ido variando en el último año, salvó los muebles. “Hubo un acuerdo que solo fue posible gracias a la estrecha cooperación entre Francia y Alemania”, aseguró Merkel, según la agencia de noticias francesa AFP. Ese documento será negociado a partir del lunes con la Eurocámara, donde Nord Stream 2 ha sido muy criticado.

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Sobre la firma

Lluís Pellicer
Es jefe de sección de Nacional de EL PAÍS. Antes fue jefe de Economía, corresponsal en Bruselas y redactor en Barcelona. Ha cubierto la crisis inmobiliaria de 2008, las reuniones del BCE y las cumbres del FMI. Licenciado en Periodismo por la Universitat Autònoma de Barcelona, ha cursado el programa de desarrollo directivo de IESE.

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