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Rumania lucha por disipar las dudas sobre su capacidad para presidir la UE

Juncker aseguró la semana pasada que Bucarest "no había entendido del todo lo que significa la presidencia"

La primera ministra rumana, Viorica Dancila, junto al presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, este jueves.
La primera ministra rumana, Viorica Dancila, junto al presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, este jueves.REUTERS

El Gobierno de Rumania ha reivindicado este jueves su capacidad política, técnica y logística para dirigir la Unión Europea frente a las dudas planteadas por la Comisión Europea. "Bucarest aún no ha entendido del todo lo que significa presidir la Unión Europea", atacó el presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, pocos días antes de llegar a la capital rumana para los actos inaugurales de la presidencia que se celebran este jueves y viernes.

La primera jornada de los actos protocolarios en Bucarest ha mostrado la tensión que rodea el inicio de un mandato que arranca marcado por la división política en el país anfitrión y por los roces del Ejecutivo socialista presidido por Viorica Dancila con unas instituciones comunitarias controladas por los populares.

Bruselas nunca había mostrado una reticencia tan visible ante el traspaso semestral de poderes, a pesar de que otros países con estructuras más limitadas que Rumania han asumido ya la presidencia, como es el caso de Bulgaria (con un Gobierno de populares y extrema derecha).

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Bruselas desconfía llamativamente de una presidencia rumana que gestionará el club en un semestre muy delicado, marcado por el Brexit (29 de marzo), las elecciones al Parlamento Europeo (26 de mayo) y la reforma de la política de asilo y el marco presupuestario del club para el próximo período (2021-2027).

"Cada uno puede tener su opinión, pero el Gobierno rumano está completamente volcado en tener una presidencia exitosa", ha asegurado el ministro de Asuntos Exteriores, Teodor Melescanu, durante un encuentro con medios europeos, entre ellos EL PAÍS, solo unas horas antes del acto inaugural de la presidencia en el decimonónico Ateneo Romano de Bucarest. El edificio, levantado por suscripción popular a finales del siglo XIX y considerado como símbolo del despertar de la conciencia nacional de Rumania, acoge un traspaso de poderes que por unas horas impone la convivencia protocolaria entre el Gobierno rumano y la Comisión Europea. 

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Los discursos y el concierto programados son apenas una pausa que no hace olvidar las duras críticas de Juncker al Gobierno de Dancila solo unos días antes de que el Gobierno austriaco (una coalición de populares con la extrema derecha) pasase el relevo de la presidencia europea a Rumania.

La tregua también apaciguó el conflicto latente entre el Gobierno socialista y el presidente de Rumania, el conservador Klaus Iohannis, quien finalmente decidió asistir a los actos inaugurales a pesar de las dudas surgidas en las últimas horas sobre su presencia. Pero la calma no es total, como muestra la manifestación convocada a las puertas de la histórica sala de conciertos para protestar contra la corrupción y la fragilidad del sistema judicial que todavía sufre el país tras 12 años de pertenencia a la UE.

Desde su ingreso en el club en 2007, Rumania ha avanzado económicamente. "El PIB era entonces la mitad que ahora", recuerda Geogreg Ciamba, ministro de Asuntos Europeos durante el encuentro con la prensa internacional. Las exportaciones también se han doblado en el mismo período y el salario medio ha pasado de 300 a 600 euros, según datos de las autoridades rumanas.

El salto económico ha ido acompañado de importantes reformas políticas. Pero Rumania. al igual que su compañera de ampliación Bulgaria, sigue sometida en Bruselas a un sistema de vigilancia especial sobre el Estado de derecho. Varios países, con Alemania al frente, se niegan a que los dos países ingresen en la zona Schengen pese a que, según la Comisión, ya cumplen las condiciones requeridas.

El Gobierno rumano confía en que la presidencia le permita ganar predicamento y credibilidad en la UE. "Solo pedimos que se espere al final para juzgarnos por los resultados", señala una fuente diplomática. Pero el período de gracia con Bucarest parece que será mucho más corto porque la presidencia semestral se verá sajada políticamente por las elecciones al Parlamento Europeo. Una batalla electoral que parece llamada a acrecentar la tensión tanto dentro del país (entre el Gobierno socialista y el presidente conservador) como con la capital comunitaria, donde los presidentes de la Comisión (Juncker), del Consejo (Donald Tusk) y del Parlamento (Antonio Tajani) pertenecen al Partido Popular Europeo.

"Es evidente que hay dificultades políticas y no solo en Rumania sino en todos los países de la UE, porque habrá elecciones europeas", se resigna Ciamba. A pesar de todo, Rumania ha elegido la palabra "cohesión" como lema de su presidencia. Una cohesión que aspira, según el Gobierno rumano, no solo a la convergencia económica entre los dos mundos laborales y sociales que conviven dentro del club, sino también a la unidad política de un club que en las próximas semanas podría sufrir con Reino Unido la primera escisión de su historia.

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