_
_
_
_
_

La izquierda italiana vuelve a implosionar

Matteo Renzi estudia crear un nuevo partido con caras de la sociedad civil y provoca el último terremoto en un PD al borde de la descomposición

Daniel Verdú
Matteo Renzi, en una manifestación del PD en septiembre.
Matteo Renzi, en una manifestación del PD en septiembre. Antonio Masiello (Getty Images)

Lo peor siempre había sonado mejor en la cabeza del electorado de izquierdas italiano. El Partido Democrático (PD), el único gran partido en las bancadas de la exigua oposición al Gobierno populista de la Liga y el Movimiento 5 Estrellas (M5S), la última frontera de la socialdemocracia en Italia, sigue sumido en una implosión por capítulos. A pocos meses del congreso donde iba a elegirse a su nuevo líder, el partido ha vuelto a sonrojar a sus votantes. Marco Minniti, exministro del Interior y favorito para liderar la reedición del proyecto, renunció el miércoles a las primarias. El motivo, asegura, es que una posible situación de empate técnico como la que se presumía habría sido fatal para la formación. En realidad, Minniti había constatado en los últimos días que el ex primer ministro Matteo Renzi, en lugar de apoyarle como había prometido, preparaba el lanzamiento de un nuevo partido.

El rumor ha cobrado fuerza esta semana. Renzi, tocado por una incurable maldición electoral tras el referéndum constitucional celebrado hace dos años, medita seriamente dar un portazo al PD y crear una nueva formación compuesta por movimientos ciudadanos y caras de la sociedad civil con un indisimulable aroma a Macron. La idea, confirmada por este periódico, consistiría en poner en circulación el nuevo artefacto a principios de año para probarlo en las elecciones europeas de mayo. Si finalmente lo hace —lleva flirteando con esa idea meses y en público sigue desmintiéndolo—, le ha dicho a los suyos que no sería en ningún caso una “escisión” y no arrastraría con él a ninguna corriente del viejo PD. Solo caras nuevas para combatir el frente nacional-populista que se está armando alrededor de la Liga y Marine Le Pen. Un proyecto que pretendería recuperar la centralidad política en Italia y devolver la ilusión a un electorado que ha dejado de acudir a las urnas. Pero ¿a quién le interesa hoy la centralidad política?

Una idea arrebatadora para algunos sectores del centroizquierda italiano (ha habido conversaciones también con algunos sectores de Forza Italia), pero letal para la refundación que preparaba el PD el próximo marzo. El congreso debía confiar a uno de los tres candidatos el futuro de una formación en plena descomposición. Minniti, un posible antídoto al ascenso fulgurante del líder de la Liga, Matteo Salvini, gracias a su perfil de hombre duro forjado en el Ministerio del Interior, se dio cuenta en las últimas semanas que las encuestas no eran tan favorables como pensaba. Sumado a la perspectiva de que una parte de los renzianos que debían apoyarle podrían tener la cabeza ya en otro proyecto, el cabreo culminó el miércoles. Según fuentes del partido, ha esperado toda la semana un desmentido del florentino, pero ha terminado cansándose.

Renzi, sin embargo, tendrá complicado liderar otro proyecto a corto plazo. Desde el 4 de diciembre de 2016, los números le han castigado cruelmente en cada elección. Antonio Noto, director de la empresa de sondeos IPR analiza la caída del ex primer ministro. “Ahí comenzó la debacle de Renzi, claro. Pero en el último sondeo que hemos publicado, [Silvio] Berlusconi y él son los últimos en valoración y confianza. Renzi tiene un apoyo del 16%, frente al 47% de Salvini 47% o el 37% de [Luigi] Di Maio [líder del M5S]. Cuando un político es derrotado tan claramente en Italia los ciudadanos le ponen la piedra encima y es difícil que luego pueda recuperarse. Él no ha metabolizado la derrota y ha seguido en primer plano pese a ser percibido como alguien amortizado”.

El PD, en cualquier caso, queda ahora sumido en una nueva decepción. “Es un desastre”, señala arqueando las cejas una diputada del comité de dirección. El congreso de marzo pierde el poco interés que tenía y el candidato con más posibilidades de hacerse con el control de la formación es el gobernador de Lazio, Nicola Zingaretti. Un político sólido y con una gestión acreditada al frente de una de las regiones más complicadas, pero sin el brillo necesario para devolver la ilusión a un electorado triturado tras los espectaculares resultados de la Liga y el M5S en las últimas elecciones (suman casi el 60% de los votos). Y, menos todavía para convencer a la tropa.

En las filas del PD, de hecho, crece la desilusión. El diputado y experto constitucionalista, Stefano Ceccanti, cree que “la iniciativa de Renzi es más bien improvisada”. “Minniti ha reaccionado mal porque podía hacer de muro de contención y tener un papel relevante aunque no ganase las elecciones, pero ha pensado que eso lo debilitaba demasiado. A este punto, muchos corremos el riesgo de encontrarnos en medio de un trozo de partido centrista improvisado y otro pedazo de partido de la vieja izquierda que haría de satélite al M5S. Habría que encontrar un candidato que sustituya a Minniti”, sugiere Ceccanti.

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

Una solución poco probable a corto plazo. Especialmente viendo el panorama y las cifras de los sondeos. Hoy el PD ronda el 17% de estimación de voto frente al 36,2% de la Liga o el 27,7% del M5S. De hecho, una parte de la formación confiaba en una caída del actual Gobierno para abrir una alianza con el M5S y entrar en un nuevo Ejecutivo. Una plataforma que diera visibilidad al PD, como le ha sucedido al PSOE en España, y le permitiese recuperar presencia. Pero los planes de Renzi lo cambiarían todo.

El referéndum que inició la tormenta

El 4 de diciembre de 2016, justo hace dos años, Matteo Renzi puso su cabeza en la guillotina de un referéndum constitucional y los italianos se la cortaron. Las reformas, a todas luces necesarias, quedaron ensombrecidas por un plebiscito personal que marcó la decadencia del partido y el inicio de una tormenta populista sin precedentes en Italia. Pippo Civati, entonces compañero de filas de Renzi y luego miembro de la escisión del PD que creó el partido Libres e Iguales, cree que aquella fecha fue clave. “Si se hubiera dramatizado menos, seperado las cosas... si no hubiera habido uan elección política de medio término, todo hubiera sido distinto. Pero el PD parece que no se da cuenta ni ahora mismo”. La herida abierta no ha dejado de sangrar desde aquel día.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona en 1980. Aprendió el oficio en la sección de Local de Madrid de El País. Pasó por las áreas de Cultura y Reportajes, desde donde fue también enviado a diversos atentados islamistas en Francia o a Fukushima. Hoy es corresponsal en Roma y el Vaticano. Cada lunes firma una columna sobre los ritos del 'calcio'.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_