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Un mes sin Jamal Khashoggi: ¿dónde está su cadáver?

Bin Salmán definió al periodista como “un peligroso islamista” en una conversación telefónica con Trump tras la desaparición, según 'The Washington Post'

Andrés Mourenza
El fiscal general de Arabia Saudí, Saud al Moyeb, abandona el consulado saudí en Estambul, el pasado 30 de octubre.
El fiscal general de Arabia Saudí, Saud al Moyeb, abandona el consulado saudí en Estambul, el pasado 30 de octubre.DHA (EFE)

Hace cinco años, la Asamblea General de Naciones Unidas decretó el 2 de noviembre Día Internacional para poner fin a la impunidad de los crímenes contra periodistas. Nada ha cambiado desde entonces: el 90% de las decenas de asesinatos de periodistas que se producen cada año -van 86 en 2018- queda sin esclarecer, según un informe de la Unesco. Se impone la impunidad. Como en el caso del saudí Jamal Khashoggi, de cuya desaparición se cumple un mes precisamente este viernes. Su cuerpo sigue sin ser hallado.

Arabia Saudí ha cambiado varias veces la versión de lo ocurrido en su consulado de Estambul el pasado 2 de octubre, cuando Khashoggi accedió al edificio para obtener un certificado de estado civil necesario para contraer matrimonio con su prometida, Hatice Cengiz, y jamás volvió a salir. El Gobierno de Riad dijo al principio que el periodista saudí, crítico con la forma de gobernar del príncipe heredero Mohamed Bin Salmán, salió por su propio pie del consulado e incluso usó un doble para reforzar su tesis. Finalmente, después de casi tres semanas de filtraciones turcas a la prensa sobre los escabrosos detalles de su asesinato -muchos aún sin confirmar-, los saudíes reconocieron que había muerto: primero víctima de una pelea que se fue de las manos, después que había sido estrangulado aunque, matizaron, en una operación de los servicios secretos “sin permiso” de las autoridades.

Lo que hasta ahora ha podido descubrir la investigación turca, que supuestamente posee una grabación de audio sobre lo ocurrido que ha sido compartida con la CIA estadounidense, es que Khashoggi “fue asfixiado hasta la muerte nada más entrar al consulado”, según dijo esta semana en un comunicado el fiscal general de Estambul, Irfan Fidan, encargado de instruir el caso. Pero, pese a las pruebas recopiladas por los turcos, las autoridades saudíes se han negado a cooperar. El fiscal general de Arabia Saudí, Saud al Mojeb, que estuvo esta semana en Turquía, no respondió a las preguntas hechas por su homólogo turco y se limitó a extender una invitación para que los investigadores turcos acudan a Riad a investigar el caso junto a sus pares saudíes, algo a lo que Ankara no está dispuesta al considerar que recae dentro de su “jurisdicción”.

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“¿Dónde está el cadáver de Jamal Khashoggi?”, es una de las cuestiones hechas por la Fiscalía estambulí que Arabia Saudí se ha negado hasta ahora a responder. Según la investigación turca, “tras ser asesinado por asfixia, y nuevamente siguiendo un plan ideado de antemano, el cadáver fue descuartizado para deshacerse de él”.

Esto es todo lo que se ha hecho público, si bien en los últimos días varias fuentes han aventurado la hipótesis de que el cuerpo fuese disuelto en ácido para hacerlo desaparecer. “Según las informaciones de que disponemos, la razón por la que desmembraron su cuerpo fue para disolverlo más fácilmente”, explicó al diario Hürriyet Yasin Aktay, amigo de la víctima y dirigente del partido gobernante en Turquía: “Querían asegurarse de que no quedara ningún rastro del cuerpo. Todos aquellos lugares hacia los que nos llevan las cámaras de vigilancia fueron examinados y no encontramos el cadáver. Matar a una persona inocente es un crimen, lo que hicieron con el cuerpo es otro crimen y una vergüenza”.

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Este punto no ha sido confirmado de forma oficial, pero es una opción plausible según algunos expertos consultados. Por el momento, la policía científica ha buscado restos y posibles rastros en el pozo del jardín de la residencia del cónsul saudí, aunque los saudíes se han negado a la petición turca de vaciar el pozo para poder investigarlo mejor. También se han peinado áreas como el Bosque de Belgrado y la provincia de Yalova, adonde se desplazaron antes y después del crimen las furgonetas utilizadas por el equipo de 15 ejecutores saudíes llegados el día de autos para acabar con Khashoggi.

El otro interrogante que solo puede solucionar Riad es quién ordenó matar a Khashoggi. Por el momento han sido detenidos esos 15 individuos, además de otros tres de los que no ha trascendido su identidad. Y han sido despedidos dos importantes colaboradores de Bin Salmán. Pero la petición de que los detenidos sean extraditados y juzgados en Turquía ha sido denegada por Riad.

Las autoridades turcas pretenden demostrar que el propio príncipe heredero estuvo involucrado en el complot, ya que resulta improbable que esta operación se produjese sin su conocimiento, dado el férreo control que ejerce sobre el Estado. Es más, The Washington Post publicó este jueves que Bin Salmán definió a Khashoggi como “un peligroso islamista” vinculado a los Hermanos Musulmanes durante una conversación telefónica con el presidente de EE UU, Donald Trump, días después de la desaparición. Algo que ha molestado a su familia, que sostiene que “no era miembro de los Hermanos Musulmanes”, pese a haber defendido en algunos escritos a la organización islamista. “Jamal Khashoggi no era, de ningún modo, una persona peligrosa. Decir lo contrario es ridículo”, afirma la familia.

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