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El Papa reconoce que la corrupción y los abusos alejan a los jóvenes de la Iglesia

Francisco visita Estonia, el país más ateo del mundo, que ha recuperado vigor gracias a una revolución digital sin precedentes

Daniel Verdú
El Papa, a su llegada a Tallin, junto a la presidenta del país, Kersti Kaljulaid, y un grupo de jóvenes.
El Papa, a su llegada a Tallin, junto a la presidenta del país, Kersti Kaljulaid, y un grupo de jóvenes.ALESSANDRO DI MEO (EFE)

El jefe de la Iglesia con más fieles del planeta ha aterrizado en el país del mundo donde menos gente cree en Dios. El trabajo pastoral y la labor evangelizadora son cada vez más duros. En Estonia (1.300.000 habitantes) solo el 14% de la población se considera religiosa y el catolicismo está a la cola de las creencias que se profesan (0,5%). Hace 30 años, el país contaba solo con 6 fieles y ningún representante eclesial. Algo ha cambiado, pero el público que iba a tener hoy Francisco no era fácil. Así que, sin tratar de maquillar la enorme distancia, se dirigió directamente a los jóvenes en un encuentro ecuménico.“Sabemos que no nos consideran interlocutores significativos para su existencia. Algunos incluso, piden que los dejemos en paz, sienten la presencia de la Iglesia como algo molesto y hasta irritante. Les indignan los escándalos económicos y sexuales ante los que no ven una firme condena, el no saber interpretar adecuadamente la vida y la sensibilidad de los jóvenes por falta de preparación, o simplemente el rol pasivo que les asignamos”, ha admitido sin tapujos en la última etapa de su viaje por los países bálticos.

Estonia, el Estado más septentrional que jamás había visitado Jorge Mario Bergoglio, es un terreno árido para la Iglesia católica. Con la caída de la Unión Soviética se movieron algunas cosas en el terreno religioso y el Vaticano nombró al obispo francés Philippe Jourdan, que había llegado en 1996, como administrador apostólico de un lugar que carece, incluso, de diócesis. Pero se pusieron en marcha otras revoluciones inmateriales, aunque muy alejadas de la espiritualidad.

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Esta república báltica, cuyo movimiento pos-soviético estuvo liderado por una mezcla de músicos, poetas, escritores y científicos, se convirtió en el primer Estado digital del mundo y hoy su principal religión es el Wi-Fi e Internet. La administración ha suprimido la presencia física para el 99% de trámites y sus ciudadanos solo precisan de una conexión para resolver sus problemas. El papel no existe en las reuniones de ministros y la única Biblia en la que cree la ciudadanía es un enorme servidor con copia de seguridad en Luxemburgo para prevenir la amenaza constante de los hackeos de la vecina Rusia. De modo que la tarea aquí del catolicismo, al menos si no se pone al día en distintas cuestiones, seguirá siendo muy complicada.

El Papa, consciente de ello, buscó algunas grietas por donde entrar en el muro digital en su primer discurso ante la presidenta del país, Kersti Kaljulaid. “Poner toda la confianza en el progreso tecnológico como única vía posible de desarrollo puede provocar que se pierda la capacidad de crear vínculos interpersonales, intergeneracionales, interculturales […]. No existe peor alienación que experimentar que no se tienen raíces, que no se pertenece a nadie. Una tierra será fecunda, un pueblo dará fruto, y podrá engendrar el día de mañana solo en la medida que genere relaciones de pertenencia entre sus miembros; y también en la medida que rompa los círculos que aturden los sentidos alejándonos cada vez más los unos de los otros”.

Pero Estonia, uno de los países más despoblados de Europa, genera esas relaciones de otra manera. Conviene recordar que su gran contribución al mundo en los últimos años ha sido la creación de Skype, la mayor revolución espacio-temporal para los que están alejados y necesitan acercarse. De hecho, Estonia ha abierto la vía a la ciudadanía digital para extranjeros y ayer se la concedieron al Papa -que llevaba en sus manos el kit que le habían regalado con varias tarjetas USB, entre otros utensilios digitales-. La apuesta tecnológica, que tan buenos resultados le han dado al país báltico, quizá sería una oportunidad para la Iglesia católica. “Queremos, como vosotros mismos lo expresáis, ser una 'comunidad transparente', acogedora, honesta, atractiva, comunicativa, asequible, alegre e interactiva”.

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Los potenciales problemas de los Estonios, sin embargo, pasan ahora por la frontera con Rusia, donde la OTAN ha desplegado tropas para disuadir una potencial amenaza del vecino a los países bálticos. A ellos también se refirió el Papa, por segundo día y de forma clara, en la misa celebrada en el centro de Tallin. "Hay quien habla con un tono más alto, quien al hablar parece más seguro —sin fisuras ni titubeos—, hay quien al gritar añade amenazas de armamento, despliegue de tropas, estrategias... Este es el que parece más “firme”. Pero eso no es “buscar” la voluntad de Dios; sino un acumular para imponerse desde el tener".

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona en 1980. Aprendió el oficio en la sección de Local de Madrid de El País. Pasó por las áreas de Cultura y Reportajes, desde donde fue también enviado a diversos atentados islamistas en Francia o a Fukushima. Hoy es corresponsal en Roma y el Vaticano. Cada lunes firma una columna sobre los ritos del 'calcio'.

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