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El ministro estrella de Francia dimite por sorpresa en la radio sin avisar a Macron

Hulot, responsable de la Transición Ecológica, renuncia ante la falta de avances en el medio ambiente

Marc Bassets
El ministro de Transición Ecológica de Francia, Nicolas Hulot, el pasado 22 de agosto en París.
El ministro de Transición Ecológica de Francia, Nicolas Hulot, el pasado 22 de agosto en París.AFP

El inicio del curso político se anunciaba accidentado para el presidente Emmanuel Macron. La dimisión el martes de su ministro estrella, Nicolas Hulot, responsable de la Transición Ecológica y Solidaria, lo complica aún más. Hulot —reconocido ecologista, veterano periodista televisivo, auténtica conciencia medioambiental del Gobierno francés— renunció en directo, durante una entrevista en la radio, sin avisar antes al presidente. Y lo anunció con duros reproches a Macron: por su falta de compromiso con el medio ambiente y por la influencia de los grupos de presión que, según el ya exministro, distorsionan la democracia en Francia.

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La cuestión, desde hacía meses, no era si Hulot dimitiría, sino cuándo. Las disputas repetidas con otros ministros —y la impaciencia por no lograr persuadir al presidente de la urgencia de la lucha por la preservación del planeta— explican la decisión. La espantada, que coincide con una bajada de popularidad de Macron, obligará en los próximos días a un cambio gubernamental

“No quiero seguir mintiéndome. No quiero dar la ilusión que mi presencia en el Gobierno significa que estamos a la altura [en la política medioambiental]”, justificó Hulot en la cadena de radio France Inter.

El ministro —una figura atípica en el Ejecutivo, popular más allá de las divisiones ideológicas, procedente de la llamada sociedad civil— no había informado ni a Macron ni al primer ministro, Édouard Philippe del paso que se disponía a dar. Es más, pareció decidir que dimitía en el curso mismo de la entrevista. “Yo me mantengo en este Gobierno”, había dicho unos minutos antes.

El desaire de Hulot a Macron cuestiona un sistema de gobierno que, hasta ahora, se había caracterizado por el control de sus ministros estricto y vertical —algunos lo llaman monárquico y autoritario— y por la centralización en el Palacio del Elíseo de las decisiones. Pero Hulot siempre fue un electrón libre, incómodo en el trabajo en equipo y alérgico a la disciplina partidista. En Francia es una celebridad, hábil en el manejo de los medios de comunicación. Este verano, protagonizó una polémica con la actriz, activista por los derechos de los animales Brigitte Bardot. Esta le echaba en cara, precisamente, su escasa influencia en el Gobierno.

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"Si lo elegí hace quince meses fue porque era un hombre libre y, por tanto, respeto su libertad”, dijo Macron desde Dinamarca, donde se encuentra de viaje oficial. Y añadió: “Deseo contar con su compromiso de hombre libre y convencido, ahí donde esté”.

Jean-Luc Mélenchon, líder de La Francia Insumisa, el partido de la izquierda alternativa, escribió en la red social Twitter que la dimisión de Hulot es "un voto de censura contra Macron”. Laurent Wauquiez, presidente de Los Republicanos, el partido de la derecha tradicional, dijo en la cadena RTL que la dimisión de Hulot era consecuencia de "las ambigüedades" de Macron, su centrismo ni de izquierdas ni de derechas. "Intenta conciliarlo todo, sin decidirse nunca, todo parece ser ‘al mismo tiempo’", dijo citando una frase habitual en el presidente.

Macron puede aprovechar la salida de Hulot para cambiar otros ministros y quizá reequilibrar su estilo y su programa, demasiado escorado a la derecha según antiguos colaboradores del presidente. . La reducción del crecimiento económico, los escasos efectos de las reformas para los franceses de a pie y la revelación este verano sobre una agresión perpetrada por el jefe de seguridad del Elíseo, Alexandre Benalla, alimentan el desencanto de una parte creciente de la ciudadanía.

Hulot es el quinto ministro que abandona el Gobierno desde que Macron llegó al poder el 14 de mayo de 2017. Tras las elecciones legislativas del 18 de junio del mismo año, el presidente prescindió de cuatro ministros que estaban siendo investigados por presuntas conductas irregulares.

Desde entonces, el Gobierno había mostrado una cohesión pétrea. Hulot había supeditado su continuidad al compromiso ecologista del Gobierno, y sus amagos de dimisión se repetían con periodicidad. Pero el momento y las maneras del anuncio cayeron como una sorpresa.

El detonante, según Hulot, fue la reunión del lunes en el Elíseo en la que Macron decidió rebajar a la mitad el precio de las licencias de caza. La presencia de un lobista en la reunión, el representante de los cazadores franceses Thierry Coste, fue la gota que colmó el vaso.

"Es sintomático de la presencia de los lobistas en los círculos de poder. Es un problema de democracia. ¿Quién tiene el poder? ¿Quién gobierna?", comentó el aún ministro en la entrevista radiofónica. La denuncia es una carga de profundidad contra el presidente. No es la única queja

Hulot estaba harto de encontrarse aislado en el Consejo de Ministros, de ver cómo la mayoría parlamentaria le abandonaba en proyectos como la repoblación de lobos, de constatar cómo Francia era incapaz de reducir los gases de efecto invernadero o el uso de los pesticidas, de verificar que el apego de Francia a la energía nuclear difícilmente desaparecería.

"No entiendo que asistamos con indiferencia a una tragedia anunciada", dijo.

En un momento en que Francia carece de una alternativa clara a Macron y en el que a la oposición, débil y dividida, le cuesta encontrar un discurso efectivo, las palabras de Hulot France Inter constituyen casi un manifiesto. Una enmienda al macronismo desde el macronismo.

En su etapa como ministro, Hulot se apuntó algunas victorias, como la supresión del plan para construir un aeropuerto cerca de Nantes, o la inclusión en la reforma constitucional de una mención al medio ambiente, el cambio climático y la biodiversidad. Pero se marcha con la certeza de que la clase política no ha tomado la medida de la amenaza. Y la frustración por comprobar lo difícil que resulta afrontar este desafío desde dentro del sistema.

“¿Son suficientes los pequeños pasos?”, dijo. “La respuesta es no”.

Cuando una figura de la sociedad civil entra en política

El año y tres meses de Nicolas Hulot en el Gobierno podrán estudiarse como un caso de manual de qué ocurre cuando una figura de la sociedad civil, un hombre que saltó a la fama como divulgador en el programa de aventuras y ecología Ushuaïa, entra en política y se enfrenta a las concesiones y renuncias a las que esta obliga. Otros gobernantes habían cortejado en el pasado a Hulot para que entrase en sus equipos, pero sólo Macron, el exbanquero de 40 años que en sacudió las viejas inercias de la política francesa, pudo convencerlo. Fue el fichaje estrella de su Gobierno.

El fracaso con el que termina el experimento muestra los límites de la nueva política. Y siembra dudas sobre la acción medioambiental del presidente del make the planet great again, hagamos el planeta grande nuevo, el eslogan con el que Macron replicó al abandono, por parte del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, del acuerdo global contra el cambio climático.

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Sobre la firma

Marc Bassets
Es corresponsal de EL PAÍS en París y antes lo fue en Washington. Se incorporó a este diario en 2014 después de haber trabajado para 'La Vanguardia' en Bruselas, Berlín, Nueva York y Washington. Es autor del libro 'Otoño americano' (editorial Elba, 2017).

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