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Los republicanos tiemblan con los aranceles de Trump

Los legisladores piden explicaciones a la Casa Blanca por el daño que la estrategia proteccionista empieza a causar a la economía en sus distritos

El presidente Donald Trump tras firmar un decreto sobre comercio
El presidente Donald Trump tras firmar un decreto sobre comercioJonathan Ernst (REUTERS)

Los republicanos están muy nerviosos con la política de confrontación comercial de Donald Trump y no lo ocultan. Las medidas de represalia que están adoptando China, Europa, Canadá y México en respuesta a la batería de aranceles impuestos por Estados Unidos a sus importaciones están dirigidas a donde más les duele políticamente, las regiones clave en las elecciones a medio mandato que se celebran el próximo noviembre, en menos de cuatro meses.

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Los miedos se escenificaron abiertamente durante el testimonio anual del secretario del Tesoro ante en el comité de Servicios Financieros del Congreso. Los conservadores comparten los principios de la estrategia, pero no ven claro el método ni el estilo que utiliza Trump. “Solo espero que cuando se disipe el polvo la política pruebe que es brillante”, comentó Jeb Hensarling, el líder de los republicanos.

Los congresistas advirtieron a Steven Mnuchin de que los aranceles a la madera canadiense, las lavadoras coreanas, el acero y el aluminio europeo y los productos chinos, combinados con las medidas de retorsión, pueden acabar llevándose por delante cientos de empleos y provocar la pérdidas de miles de millones en ingresos. Los republicanos mostraron así una inusual unidad con los demócratas al expresar su preocupación.

Mnuchin trató de tranquilizar como pudo a los congresistas. Asegura que las medidas de retorsión impuestas por sus socios comerciales no están teniendo un impacto en la economía, que explicó avanza a pleno rendimiento. Pero sí reconoció que puede haber empresas y algunos bienes que sufran las consecuencias de unas restricciones comerciales que van en los dos sentidos.

Es el caso de la soja, cuyo precio están en caída libre. “Me he convertido en un experto en este mercado”, admitió, “lo sigo todos los días”. Ann Wagner, republicana que representa a Missouri, fue punzante al señalar que la situación crea serios problemas financieros a sus agricultores. Lo mismo hizo French Hill, de Arkansas. “Los entendemos y lo seguimos de cerca”, respondió el secretario.

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Proteger el campo

EE UU es responsable del 35% de la producción global de soja y China es uno de sus grandes mercados. “Si se cortan las importaciones”, señala Ryan Findlay, de la American Soybean Association, “será muy difícil recuperarlo”. El momento por el que atraviesan sus agricultores es muy difícil, “da igual si apoyan a Donald Trump o no”. “Al final lo que les importante es proteger su campo”, insiste.

El abaratamiento de la soja provoca un efecto en cadena. La caída de los ingresos impide a los granjeros invertir en nueva maquinara para elevar la producción y los aranceles, a su vez, provocan que estos bienes se encarezcan. La Reserva Federal ya detecta que las empresas están preocupadas con los riesgos de la escalada proteccionista, por el efecto negativo en las inversiones y el gasto si los aranceles persisten elevados mucho tiempo.

Harley-Davidson, por ejemplo, acaba de anunciar que traslada parte de la producción fuera de EE UU para evitar los aranceles europeos. Gwen Moore, la demócrata que representa al distrito en Wisconsin donde está establecida la compañía no entiende “por qué el presidente está sorprendido ahora con este anuncio”. El secretario dijo que la decisión es anterior a los aranceles.

Jay Inslee, gobernador de Washington, ya ve como las empresas están “aparcando” decisiones de inversión hasta que se resuelva el conflicto. Ahí tiene sus plantas de producción de aviones Boeing, el mayor exportador del país y de las más castigadas en Wall Street junto a Caterpillar. “La preocupación crece porque hay muchos empleos en juego”, añade el gobernador de Texas, Greg Abbott, "los aranceles son una amenaza al futuro económico del estado y de todo el país".

Pérdida de empleo

“No se equivoque”, afirmó el representante David Scott dirigiéndose a Steven Mnuchin , “la gente está muy preocupada con todo esto, no solo a la que represento en Georgia”. Le invitó a ir a supermercado para entender el impacto que puede llegar a tener una guerra comercial”. “Entiendo que el Gobierno estará dispuesto a asumir su responsabilidad por el alza de los precios y la pérdida de empleo”, preguntó.

El secretario del Tesoro insiste en que el presidente tiene como prioridad reforzar el crecimiento y que para ello debe hacer frente a los desequilibrios comerciales, para que las compañías puedan competir justamente. “¿Pero reconocerá que la incertidumbre crea un problema?”, reiteró Mia Love, de Utah. Tom Emmer, de Minnesota, teme que “se pierdan todos los progresos económicos logrados”.

Hensarling, que representa también a Texas, aplaude que la estrategia busque acabar con las barreras comerciales. Pero cree que el plan es equivocado. “El arancel es un impuesto”, recordó, “un coste que se acaba pasando al consumidor”. “Y no solo afecta al consumidor, también a las empresas y sus empleados”, añadió, “porque la mitad de nuestras importaciones son materia prima”. Efectos también en los puertos. como el de Los Ángeles.

En este sentido, el republicano Bill Huizenga señaló que los aranceles al acero y el aluminio están elevando drásticamente los costes de la industria manufacturera en Michigan, por las estrechas relaciones que tiene con Canadá. El texano Roger Williams hizo referencia al impacto en los componentes para la automoción mientras que Andy Barr, de Kentucky, recordó como las restricciones afectan a las destileras de bourbon.

Paciencia

La Casa Blanca se limita a pedir paciencia a los republicanos, para que su estrategia pueda probar que funciona. La lógica es que los sacrificios que se hagan a corto plazo darán beneficios en el futuro cuando las barreras comerciales se reduzcan o se eliminen. La prioridad, dijo Steven Mnuchin, es relanzar las negociaciones con México y Canadá para renovar el tratado comercial. Las rebajas fiscales y la fortaleza del dólar ayudan a compensar.

Kevin Hassett, presidente del comité de asesores económicos de la Casa Blanca, insiste en que solo dará un paso atrás cuando vean que China empieza a actuar “como una nación desarrollada”. “Si abren su mercado”, insiste, “será algo positivo”. Lo mismo espera de las negociaciones que el próximo 25 de julio habrá con la Unión Europea, durante la que esperan sus socios actúen de buena fe.

El representante demócrata Emmanuel Cleaver, también de Missouri, no echa la culpa de la situación a Donald Trump. “El problema de base es que hemos permitido a los presidentes durante los últimos 30 años que tomaran una responsabilidad que debería ser del Congreso”, apuntó. “la Casa Blanca no debería tener autoridad para hacer esto”, señaló en referencia a los poderes que el presidente tiene en comercio.

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