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“Es hora de una movilización proeuropea de izquierdas”

El exlíder del SPD defiende una contrarrevolución progresista para combatir el nacionalismo y el populismo en Europa meses después de su fracaso político en Alemania

Martin Schulz, en su despacho en Berlín.
Martin Schulz, en su despacho en Berlín.Patricia Sevilla Ciordia
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In English: “The time has come for the pro-European left to mobilize”

La de Martin Schulz (Hehlrath, 1955) fue una tragedia griega de libro. Aterrizó en la política alemana dejando atrás la cúpula del Europarlamento para salvar la socialdemocracia en su país (SPD). Pasó un año en una montaña rusa, en el que la prensa y las encuestas pasaron de adorarle a despreciarle. Juró que nunca participaría en un Gobierno de Angela Merkel y acabó pidiendo ser ministro de Exteriores en el actual Ejecutivo. La militancia pidió su cabeza en aras de la credibilidad del partido. Cuatro meses después de su caída en desgracia, el hombre que quiso ser futbolista y terminó siendo librero defiende con pasión en su despacho del Bundestag una contrarrevolución progresista con la que hacer frente al repliegue nacionalista y el fragor populista que campa por Europa. “Es hora de una movilización proeuropea de izquierdas”, pide en una entrevista con este diario, La Repubblica y Le Figaro.

Pregunta. Usted piensa que Europa está atravesando un momento crítico, ¿por qué?

Respuesta. La idea de Europa se asienta en tres términos: solidaridad, respeto y dignidad. Pero vivimos tiempos en que esos pilares están en peligro. Un ejemplo es la incitación populista contra las minorías y la búsqueda de beneficios a corto plazo, como se puede ver en Italia. Es casi fascista que el ministro del Interior quiera registrar a los gitanos. Lo que estamos experimentando es una brutalización del lenguaje en la política que quiebra todo tipo de solidaridad, respeto y dignidad. Eso significa el fin de la democracia. Durante un tiempo fue un fenómeno marginal, pero ahora ha penetrado en la democracia parlamentaria y los centros de Gobierno. Eso es peligroso.

"Lo que estamos experimentando es una brutalización del lenguaje en la política. Durante un tiempo fue un fenómeno marginal, pero ahora ha penetrado en la democracia parlamentaria y los centros de Gobierno. Eso es peligroso"

Los demócratas, los progresistas, las fuerzas liberales y humanistas tenemos que reconocer que la derecha lleva tiempo organizándose, por ejemplo en un grupo político antieuropeo en el Parlamento Europeo. Derecha en este caso significa antidemocrático, antieuropeo y populista. Es indecente cómo atacan a las minorías. Es indecente que se utilice como chivo expiatorio el mayor proyecto de paz en el mundo, la democracia transnacional en Europa. Son la misma gente que quiere enfrentar a unos contra otros y que utiliza la retórica antieuropea para renacionalizar la política. Eso nos llevará al abismo. Actúan de manera irresponsable y no es solo un fenómeno de la extrema derecha, también de la extrema izquierda, como vimos con Mélenchon en Francia. Salvini, Strache, Kurz, Orbán y los otros populistas de derechas están decididos a liquidar la UE. Y las personas determinadas no deben enfrentarse a personas vacilantes. Necesitamos un movimiento en contra. Necesitamos una rebelión de la decencia. Los que crean que la cooperación entre Estados y naciones es lo mejor que la humanidad puede hacer en el siglo XXI deben levantarse y organizarse. Es hora de una movilización de un verdadero movimiento proeuropeo de izquierdas.

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P. ¿Por qué avanzan los populistas en la batalla de las ideas?

R. Vivimos en un momento de cambio multipolar: el mundo se ha vuelto más inseguro y menos transparente. Las compañías de Internet tienen más poder que los Estados. Es comprensible que la gente quiera más seguridad y cosas simples. Aquellos que pintan el mundo en blanco y negro como Trump o Salvini propagan sus ideas simples y eso es muy atractivo. Hay que tener el coraje para decir que el mundo es complicado y que vamos a encontrar soluciones, y luego tienes que describir e implementar las soluciones. Pero la derecha tiene razón cuando se fija en problemas que la izquierda también considera escandalosos: que las multinacionales evaden impuestos mientras los ciudadanos los pagan. Esa desigualdad se está haciendo cada vez más grande. Pero los populistas de derechas no van a hacer políticas de izquierdas, que nadie se deje engañar.

P. La socialdemocracia está en crisis en toda Europa. ¿Cómo puede reconquistar a los votantes?

"Aquellos que pintan el mundo en blanco y negro como Trump o Salvini propagan sus ideas simples. Hay que tener el coraje para decir que el mundo es complicado y que vamos a encontrar soluciones"

R. Es cierto que hay una crisis. Hemos perdido elecciones y militantes, pero no en todas partes. Hay muchas oportunidades para los socialdemócratas. La pregunta es: ¿por qué las personas con necesidades urgentes de protección del Estado se alejan de la socialdemocracia? Quizás porque tienen la impresión de que la función de protección incondicional del Estado se ha perdido. Es un mensaje que no solo afecta a la gente con menos ingresos, sino también a la clase media. En los últimos 10 años, la redistribución de arriba abajo ha estado a la orden del día. La bancarrota de los bancos se ha evitado gracias al dinero de los ciudadanos.

P. Alemania ha emergido muy debilitada del pulso migratorio.

R. El caos doméstico causado por la CSU es dramático para Europa. En una etapa en la que vivimos el unilateralismo de Estados Unidos y la expansión autoritaria rusa, Europa no puede hacer una política regresiva, sino mostrar su fortaleza basada en valores de una sociedad democrática con una economía integrada en la que el bienestar llegue a todos en lugar de a unos pocos.

P. ¿Cómo interpreta el compromiso entre Angela Merkel y Emmanuel Macron sobre un presupuesto de la eurozona?

R. Todavía es insuficiente. Necesitamos un presupuesto de inversión ambicioso que elimine la tremenda disparidad de la zona euro. El peso de la desigualdad también ha derivado en un enorme superávit en Alemania. Por eso creo que la contribución alemana a este presupuesto es una cuestión de justicia. El presupuesto primero tiene que llegar y tener una capacidad de inversión como para que en España, en Italia o en Grecia haya una perspectiva para el empleo de los jóvenes.

P. ¿Qué papel quiere desempeñar ahora en Alemania?

R. El de diputado que defenderá el cumplimiento del capítulo europeo del acuerdo de coalición. Esta coalición debe dar la batalla por la Unión Europea.

P. ¿Será candidato para las elecciones europeas?

R. Haré campaña para la campaña de mi partido.

P. ¿Se arrepiente de haber aspirado a Exteriores y precipitar una crisis en el partido y su salida?

R. No. Hay momentos en la vida política en los que debes decidir si te quedas o si te vas. En ese momento no había otra alternativa para mí. Yo quería la mayoría para este acuerdo de coalición y no quería arriesgar esta mayoría por mi destino.

“La ira de Seehofer no puede ser la base de la negociación”

Pregunta. ¿Le parecen el "nuevo comienzo para Europa" del programa de Gobierno alemán las conclusiones de la pasada cumbre europea en migración?

Respuesta. Ciertamente no, pero la política es una cuestión de relaciones de poder, que los proeuropeos tienen que abordar juntos. ¿Quién ayudó a Merkel en la cumbre de Bruselas? Macron, Sánchez, Costa, la izquierda proeuropea. El espíritu antieuropeo destructor es el que arrinconó a Merkel en las últimas semanas.

P. El acuerdo migratorio entre Merkel y Seehofer es muy distinto del pacto de Gobierno que usted negoció con ella.

R. Para mi partido, la base de la negociación es el contrato de coalición y no los ataques de ego y la ira testosterónica del señor Seehofer. En 2015 rechazamos los centros de tránsito porque no queremos que la gente que viene buscando protección acabe encarcelada.

P. ¿Cuánto ha virado Merkel? De la política de puertas abiertas no queda ni rastro.

R. En 2015, Alemania fue un ejemplo de solidaridad. Fue un logro solidario del pueblo alemán, y reducirlo a Merkel es una imprudencia. Es un desafío europeo. Ningún país puede manejar el problema migratorio solo.

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