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Columna
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¿La victoria de la izquierda en México, una alerta para Brasil?

Los problemas reales y más angustiosos de la sociedad mexicana aparecen como un espejo de las inquietudes que zarandean al país sudamericano

Juan Arias

La victoria de la izquierda en México, que gobernará por primera vez el país, supone una alerta para las elecciones presidenciales de Brasil en el próximo mes de octubre. No porque López Obrador, el vencedor pueda paragonarse con ninguno de los candidatos brasileños, ni siquiera con Lula, sino porque los problemas que él prometió abordar no son tan diferentes de los que aquejan a Brasil.

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Los problemas reales y más angustiosos de la sociedad mexicana aparecen como un espejo de las inquietudes que zarandean a Brasil. Allí, los tres pilares que el candidato de izquierdas prometió enfrentar, fueron: el miedo de los ciudadanos a una violencia cada vez más sangrienta, la corrupción que aqueja a gran parte de la clase política y empresarial y una pirámide social cada vez más desequilibrada por las desigualdades creadas por los privilegios de las élites.

López Obrador es, a pesar de su gran victoria, una incógnita para los analistas políticos nacionales e internacionales por su caudillismo y mesianismo. No cabe duda, sin embargo, que con sus propuestas de gobierno consiguió convencer a la gran mayoría de los ciudadanos a darle su confianza y lo hicieron en unas elecciones de las más pacíficas de su historia.

La receta de Obrador puede aparecer hasta simplista: lucha a la corrupción que según él, generó el aumento de la violencia, una de las más graves del continente. Corrupción y violencia que para el nuevo lider revolucionario serían a la vez la causa de la gran desigualdad social de México con 40 millones hundidos aún en la pobreza.

"Escucharé a todos pero dando preferencia a los más humildes y olvidados", resumió así su promesa de lucha a la desigualdad social. Una mujer de la calle entendió el mensaje y comentó: "Nunca pensé que viviría este momento que nos da la oportunidad a los de abajo". En México, como en Brasil, las oportunidades son manjar de los de arriba.

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López Obrador consiguió además arrancar el voto de millones de jóvenes, que, como escribió en este diario, Sonia Corona, "son la generación del siglo XXI con necesidades y demandas distintas de las de sus padres y abuelos". Y una de esas necesidades es la de una vida política menos corrupta y más cercana a los problemas nuevos de una sociedad en profunda transformación. Y una sociedad donde se pueda salir de casa seguros de poder volver enteros.

Novedad o no, el desafio lanzado por el lider izquierdista, Obrador, fue escuchado por el 53% de los votantes, la mayor votación en muchos años en México. ¿Y Brasil? Ignoro la lectura que los diversos partidos de izquierda de este país y sobretodo el PT de Lula están haciendo de la sorpresa de la victoria de la izquierda mexicana.

Una cosa es cierta, y es que los pilares en los que se apoyó Obrador para conquistar a la sociedad harta de sus partidos derechistas son las mismas que preocupan hoy a los ciudadanos brasileños: la corrupción, la inseguridad ciudadana y la lucha por una sociedad más justa y más igual. La izquierda brasileña presenta, sin dudas, una mayor sensibilidad que la derecha hacia las angustias económicas y sociales de la sociedad más desamparada.

Lo que cabe preguntarse es si los ciudadanos brasileños sienten esa misma urgencia por parte de la izquierda en relación a corrupción y la violencia. Dejar esas dos banderas en manos de la ultraderecha sería el suicidio de la izquierda, que, como en México, tendría hoy una posibilidad de volver al poder. No lo conseguirá sin ser tan o más clara que la derecha en lo que piensa hacer para regenerar la vida política y contra la violencia que mancha de sangre inocente tanto o más que las guerras.

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