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Amnistía denuncia que soldados nigerianos violaron a mujeres a cambio de comida

Una investigación revela que había un sistema de explotación sexual de víctimas de Boko Haram dentro de los campos de acogida

José Naranjo
Soldados nigerianos en Gwoza (Nigeria) en abril de 2015.
Soldados nigerianos en Gwoza (Nigeria) en abril de 2015. Lekan Oyekanmi

Decenas de mujeres y niñas, que vivieron todo tipo de atrocidades durante la ocupación de sus pueblos por parte del grupo terrorista Boko Haram, han sufrido después abusos sexuales y violaciones por parte de soldados nigerianos que debían velar por su seguridad en centros de acogida en el noreste de Nigeria. Así lo asegura el informe publicado este jueves por Amnistía Internacional (AI) bajo el título de Nos han traicionado, que recoge también que muchas de estas violaciones se produjeron a cambio de comida y que en los citados campos, situados en el Estado de Borno, “miles de personas han muerto de inanición desde 2015”.

Según este documento, cientos de mujeres fueron separadas de sus maridos y confinadas en los llamados “campos satélite”. Muchas de las víctimas fueron acusadas de ser “esposas de Boko Haram” cuando denunciaron el trato recibido. “Es estremecedor que personas que han padecido tanto hayan sido condenadas a sufrir además terribles abusos a manos del Ejército nigeriano”, ha asegurado Osai Ojigho, directora de AI en Nigeria. “En lugar de recibir protección de las autoridades, las mujeres y niñas han sido obligadas a someterse a la violación para no morir de hambre”.

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Cinco mujeres relataron que habían sido violadas por miembros del Ejército y de la Fuerza Especial Conjunta Civil, milicia que apoya a las autoridades en la lucha contra Boko Haram, a finales de 2015 y principios de 2016 en el campo del hospital de Bama, donde los residentes pasaban hambre. “Vino un hombre y me trajo comida. Al día siguiente me dijo que fuera a por agua a su tienda. Entonces cerró la puerta y me violó. Dijo que me daba esas cosas y que, si las quería, teníamos que ser esposo y esposa”, dijo Ama (nombre ficticio) a los investigadores.

Otras diez mujeres del mismo campo han asegurado que fueron coaccionadas para convertirse en “novias” de agentes de seguridad o miembros de las milicias, lo que representaba estar dispuesta a practicar sexo con ellos en todo momento. Según Amnistía, muchas habían visto morir a hijos y familiares debido a la falta de alimentos, agua y asistencia médica. El informe, que se basa en 250 entrevistas llevadas a cabo en siete campos de acogida de Borno, explica que no se trata de casos puntuales, sino de un sistema organizado de explotación sexual en el que los soldados acudían al campo en busca de las mujeres “más guapas” y las llevaban a otros militares que esperaban fuera.

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Las víctimas explicaron que sentían demasiado miedo como para rechazar estas prácticas. “El sexo en estas circunstancias tan coercitivas es siempre violación, incluso si no se utiliza la fuerza física. Los soldados y miembros de la milicia actúan como si no temieran ningún tipo de sanción, pero tanto ellos como sus superiores, que han permitido la continuidad de estos hechos impunemente, han cometidos crímenes de derecho internacional y deben rendir cuentas”, insistió Osai Ojigho.

Los llamados campos satélite donde eran acogidas las personas rescatadas de los pueblos ocupados por Boko Haram sufrieron una grave falta de alimentos durante 2015 y la primera mitad de 2016, hasta que las ONG internacionales y las agencias internacionales pudieron acceder a los mismos gracias a una mejora relativa de las condiciones de seguridad. Las personas entrevistadas durante esta investigación aseguran que murieron cientos de personas, solo en el campo del hospital de Bama se producían entre 15 y 30 fallecimientos al día por hambre y otras enfermedades, así como en los situados en Banki y Dikwa.

Las denuncias de Amnistía Internacional respecto a los abusos cometidos por el Ejército nigeriano en el marco de la lucha contra Boko Haram no son nuevas. Sin embargo, asegura la ONG, “aunque las autoridades han prometido a menudo investigar, no se han tomado medidas tangibles ni parece haberse llevado a nadie ante la justicia”. Ojigho ha manifestado que “ya es hora de que el presidente Buhari demuestre el compromiso que tantas veces ha expresado de proteger los derechos humanos de las personas desplazadas en el noreste de Nigeria y acabe con el clima de impunidad imperante en la región”.

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Sobre la firma

José Naranjo
Colaborador de EL PAÍS en África occidental, reside en Senegal desde 2011. Ha cubierto la guerra de Malí, las epidemias de ébola en Guinea, Sierra Leona, Liberia y Congo, el terrorismo en el Sahel y las rutas migratorias africanas. Sus últimos libros son 'Los Invisibles de Kolda' (Península, 2009) y 'El río que desafía al desierto' (Azulia, 2019).

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