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Elecciones México
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

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Los candidatos se enzarzaron en un debate sucio y con pocas respuestas concretas

Andrés Manuel López Obrador muestra su cartera al salir del segundo debate presidencial.
Andrés Manuel López Obrador muestra su cartera al salir del segundo debate presidencial.Monica González (El País)
Jacobo García

El Instituto Electoral hizo un favor a los mexicanos al reducir el debate casi media hora por la ausencia de Margarita Zavala. El segundo encuentro televisado entre los cuatro candidatos a la presidencia de México presentó un formato difuso con continuas interrupciones donde los periodistas Yuriria Sierra y León Krauze realizaron permanentes intervenciones sin dejar que ninguno desarrollara una sola idea más allá de los dos minutos. Entre los dos ocuparon el espacio que reclamaban los mexicanos a seis semanas de las elecciones.

Paralelamente El Bronco, el candidato independiente hasta de sí mismo, robaba los minutos que demandaban los demás con comentarios entre lo jocoso y lo irrealizable; desde expropiar un banco a “mochar” la mano de los ladrones.

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Sobre el papel, los temas no eran poca cosa: frontera, migración, cultivos ilícitos, legalización de drogas, comercio exterior, Centroamérica...algunos de los problemas medulares de México. La realidad fue que a la misma hora en que los cuatro intercambiaban navajazos Netflix destilaba amor en el momento que Luis Miguel disfrutaba de una felación en la serie que cautiva a los mexicanos. No hay argumento que pueda con esa escena a pesar de la competencia en vulgaridad que en otro canal ofrecían los candidatos.

“Demagogo”, “canallita”, “farsante”, “mafia del poder”, “loco”, “cínico”, “hipócrita” o “riquín” fueron algunos de los epítetos que se escucharon la noche del domingo. A la hora que el ‘Sol’ de México pasaba de una novia a otra, Luisito Rey dejaba de ser el hombre más odiado del país para enfocarse en los cuatro hombres que ocupaban todas las televisiones. El debate incluso tuvo escenas que rozaron el matonismo cuando Ricardo Anaya se puso frente a López Obrador para increparle y este respondió con un chiste sobre su cartera.

En cuanto a las propuestas, se repitieron las frases de siempre: “la mejor política exterior es la política interior” de Obrador; “tus ideas son viejas”, de Anaya; “México se enfrenta a un modelo del pasado frente al nuestro del futuro”, de Meade o “la gente está cansada de ustedes”, de El Bronco. En plena incertidumbre sobre el futuro del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, los mexicanos se acostaron sin saber que hará el próximo presidente de México o cómo encarará al fenómeno Donald Trump.

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Lo que debía ser un formato para dar la voz al pueblo y a los votantes tampoco logró su objetivo salvo en las redes sociales, donde la etiqueta del Instituto Electoral sobre el debate superó los 88 millones de repeticiones en Twitter.

Fue aquí, entre los escrutadores del engaño, donde se reveló rápidamente una de las manipulaciones de la noche cuando José Antonio Meade criticó a López Obrador por incluir a la indígena Nestora Salgado en sus listas. Salgado fue policía comunitaria y estuvo detenida ilegalmente acusada de secuestro. Salgado fue, en realidad, una presa política, como incluso Naciones Unidas demostró. Aún así el cinco veces ministro durante los Gobiernos de Calderón y Peña Nieto pareció por momentos un estadista mientras los otros dos se sacaban los ojos ante los espectadores.

Ignorando la salud de los votantes, la de López Obrador se convirtió también en uno de los temas del debate. Anaya le reprochó que recurra “a un médico que no tiene ni Obama” y López Obrador respondió que es el candidato de más edad y, por tanto, de más experiencia, pero que está “bien de salud”.

Ninguno de los ataques al líder de Morena le movió un pelo y estuvo muy lejos de la bomba nuclear que Anaya y Meade necesitaban para intentar recortar los casi 20 puntos que les lleva el tabasqueño de ventaja. Una de las pocas propuestas conocidas fue el nombramiento, en caso de victoria, de la académica Alicia Bárcenas ante la ONU con la única misión “de proteger a nuestros migrantes”.

A la hora de las conclusiones todos pusieron rostro y tono de firmeza para dirigirse a los mexicanos , pero el daño ya estaba hecho. La abstención y Luis Miguel fueron los claros vencedores del debate.

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Sobre la firma

Jacobo García
Antes de llegar a la redacción de EL PAÍS en Madrid fue corresponsal en México, Centroamérica y Caribe durante más de 20 años. Ha trabajado en El Mundo y la agencia Associated Press en Colombia. Editor Premio Gabo’17 en Innovación y Premio Gabo’21 a la mejor cobertura. Ganador True Story Award 20/21.

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