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Disparos sin resolver en Nuevo Laredo

La muerte a balazos de dos niñas y su madre en el norte de México refleja las consecuencias de la guerra de plomo y propaganda entre el Gobierno y el narco

Elementos de la Marina mexicana patrullan una de las caerretaras del norte del país
Elementos de la Marina mexicana patrullan una de las caerretaras del norte del paísGetty Images
Pablo Ferri

En México, la muerte a balazos de dos niñas y su madre el pasado domingo se ha convertido en un argumento propagandístico empleado indistintamente por dos bandos en guerra. Prima la desinformación, reinan las versiones. No existe una relato detallado, factual, aséptico, de lo ocurrido. A cuatro días de su fallecimiento, la única certeza es que murieron y que iban juntas en el coche cuando les atacaron. Que murieron en Nuevo Laredo, Tamaulipas, en el norte del país. Que volvían a su casa después de una fiesta familiar. Poco más.

Ni la fiscalía federal, ni su par estatal, ni la Secretaría de Marina han ofrecido hasta la fecha una narración coherente de los hechos. Solo versiones extraoficiales, datos aislados, explicaciones superficiales. ¿Quién disparó las balas que mataron a las niñas y a la mujer? ¿Desde dónde? ¿Cuántas veces les dispararon? ¿Fueron balas perdidas de un enfrentamiento o su muerte responde a una situación distinta?

De acuerdo a una fuente de la fiscalía federal, la PGR, que investiga lo sucedido junto a la estatal, a las 00.08 del domingo, marinos de la Armada se enfrentaron a sicarios en el bulevar Luis Donaldo Colosio, un anillo circunvalatorio que rodea la ciudad junto al río Bravo, la frontera con Estados Unidos. Se encontraron en el camino. Los sicarios iban a bordo de una camioneta Ram. No se sabe cuánto duró el enfrentamiento, si se tirotearon desde las camionetas o se bajaron, o con qué armas lo hicieron. Sólo que murió uno de los presuntos atacantes y tres marinos resultaron heridos.

El segundo ocurrió, según la misma fuente, apenas dos minutos más tarde, mientras los otros se enfrentaban o justo después. Un convoy de marinos salió de una base de operaciones, una base de apoyo al cuartel general, situada en la salida de Nuevo Laredo, rumbo a Monterrey, en el sur de la ciudad. Salieron en auxilio de los primeros. No se sabe cuántos eran, pero la Armada informó de que a 600 metros de la entrada de la base, sicarios les atacaron. Seis marinos resultaron heridos. Uno de los seis perdió la vida poco después.

Según la misma fuente, el tercero ocurrió algo más de una hora después en la carretera Nuevo Laredo - Piedras Negras, en la otra punta de la ciudad: "Ellos -el convoy de marinos- acudían en apoyo de los involucrados en los anteriores eventos o salieron a patrullar, no se exáctamente. Y entonces les salen ocho camionetas de estos cuates -los sicarios. No se cuántos eran de marinos. Se da un encontronazo y están enfrentándose 20 minutos. Hay gente además -sicarios- arriba en una azotea y en el piso. Luego llega el helicóptero". En este último enfrentamiento, cuatro marinos resultaron heridos. En total fueron 12, tres de gravedad.

A partir de aquí, la verdad sólo se entiende como el contraste de las versiones. En un primer momento, la Armada no informó de que el fuego cruzado entre sus marinos y los sicarios había alcanzado a una familia. Con el paso de las horas y la difusión de testimonios de familiares, la secretaría difundió un nuevo comunicado argumentando que su muerte no era cosa de ellos, pues las niñas y su madre fallecieron por heridas de bala de un calibre, el .223, distinto al que usan las Fuerzas Armadas. Es decir, que las mataron las balas de los sicarios.

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La misma fuente de la fiscalía federal informa de que en el carro familiar iban las niñas, una prima de 12 años, la madre y el padre. Que cuando empezaron a sentir los balazos -no se sabe de dónde les venían, desde qué distancia les tiraban o cuánta gente lo hacía-, el padre, que manejaba, trató de salir en reversa, marcha atrás.

La madre de la prima, que dio su testimonios a medios locales horas después de todo aquello, dijo que la niña, que tiene 12 años, le llamó cuando les estaban disparando. Ella dice que la niña le dijo que les estaban tirando desde el helicóptero. Tanto la Armada como la PGR han desestimado esta versión con el argumento del calibre.

Raymundo Ramos, que lleva dos décadas documentando casos de violaciones a derechos humanos en la ciudad, dice que el ataque a la familia fue en el anillo periférico, poco después del cruce de la carretera a Piedras Negras, pero no en la propia carretera. Después de entrevistar a varios vecinos del cruce, Ramos sitúa el tercer enfrentamiento cinco kilómetros adelante, sobre la carretera a Piedras Negras, muy lejos de donde habría sido atacada la familia.

¿Existió un cuarto evento, diferente de los tres que mencionan las autoridades? Ramos exige que la PGR investigue bien lo ocurrido, para saber cómo se produjo el ataque a la familia, si fue como defienden las autoridades o hay algo más. Las fiscalías y la Armada de momento no dan más detalles. En total, además del fallecimiento de las dos niñas y su madre, su prima resultó herida en una mano y el padre en las dos piernas. Aunque está semana salió del hospital para acudir al sepelio de su familia, tenía que volver para someterse a varias cirugías. 

Marcha en el campo de béisbol

A diferencia de otras ciudades de Tamaulipas, caso de Reynosa, Mante o la capital, Ciudad Victoria, en Nuevo Laredo no existe el C-4, un puesto de mando coordinado entre todas las fuerzas de seguridad. Eso dificulta la comunicación en episodios como el del domingo. Las autoridades locales tardaron en conocer qué estaba sucediendo y dónde. Pese a todo, el Gobierno del estado, encabezado por Francisco García Cabeza de Vaca, del derechista PAN, sabía que enfrentamientos con emboscadas como los del domingo podían suceder en cualquier momento.

Una fuente del Ejecutivo estatal explica: "Ya se veía venir que había un campaña muy fuerte de ataques a la Marina. No hay que olvidar que la Marina detuvo a Ana Isabel y Sofía, que eran las lideresas del cartel del Noreste". El cartel del Noreste es la marca que usa una de las viejas células de Los Zetas en la ciudad. Al fin y al cabo, Nuevo Laredo es el bastión histórico del sanguinario cartel.

Capturada en noviembre en Nuevo Laredo, Ana Isabel Treviño es hermana de Miguel Ángel Treviño, el Z-40, líder histórico de Los Zetas. En enero cayó su hija, Sofía Monsiváis Treviño, otra figura importante de la organización.

Desde finales del año pasado y principios de este, un grupo de familiares de personas desaparecidas de Nuevo Laredo se ha manifestado recurrentemente en la ciudad, exigiendo a las autoridades que busquen a los suyos. Nada que no pase en otras ciudades y otros estados del país. Raymundo Ramos explica que en al menos 27 casos, los familiares acusan a marinos de la desaparición. "La semana pasada", dice, "aparecieron cuatro de los 27, en poblados en zonas cercanas a la ciudad". En algún caso, cerca de la base principal de la marina. Ramos exige que la PGR investigue.

Ocurre sin embargo que aquí las autoridades asumen que el colectivo oculta sus verdaderas intenciones. La fuente del Gobierno local dice que las marchas y manifestaciones de estas personas no son más que un teatro organizado por el cartel del Norte, que pretende usar a los medios de comunicación de altavoz de las reivindicaciones de estas familias. Su objetivo, la salida de la Armada de la región, vía libre para controlar el tráfico y la plaza. "Y la cosa es", dice esta fuente, "que no hay evidencia de que haya sucedido nada de eso -la participación de marinos en desapariciones de civiles. Hubo una manifestación en el campo de béisbol, de un equipo relevante en la zona. E hicieron una manifestación, presionando a las autoridades. Ellos tienen toda una estrategia mediática", argumenta.

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Sobre la firma

Pablo Ferri
Reportero en la oficina de Ciudad de México desde 2015. Cubre el área de interior, con atención a temas de violencia, seguridad, derechos humanos y justicia. También escribe de arqueología, antropología e historia. Ferri es autor de Narcoamérica (Tusquets, 2015) y La Tropa (Aguilar, 2019).

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