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Dimite el responsable de comunicación del Vaticano tras ser acusado de manipular una carta de Benedicto XVI

Desde hacía una semana, Dario Edoardo Viganó se había convertido en el blanco de fuertes críticas

Dario Edoardo Viganò en una foto de archivo del prefecto de la Secretaría de Comunicación.
Dario Edoardo Viganò en una foto de archivo del prefecto de la Secretaría de Comunicación.CLAUDIO PERI (EFE)

El responsable de comunicación del Vaticano y encargado de guiar la reforma de sus medios, monseñor Dario Edoardo Viganò ha presentado su renuncia después de su polémica gestión comunicativa a cuenta de la publicación parcial de una carta del Papa emérito, Benedicto XVI. Desde hace una semana se había convertido en el blanco de fuertes críticas de manipulación de la información que llegaban desde diversos sectores. En algunos frentes se llegó a hablar de censura y falta de ética.

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En pocos días el caso alcanzó gran repercusión mediática y se convirtió en omnipresente en la prensa italiana y en las tertulias de televisión. El lunes Viganó redactó su carta de dimisión y se la presentó al Papa. “En estos últimos días se han suscitado muchas polémicas sobre mi labor que, más allá de las intenciones, desestabilizan el complejo y gran trabajo de reforma que usted me confió”, escribió. Y pidió a Francisco “poder hacerse a un lado”, para evitar que el asunto pudiera “retrasar, dañar o bloquear” el proceso de renovación de los medios vaticanos. El Papa aceptó su renuncia con una carta firmada el miércoles 21 de marzo en la que explica que después de sus últimos encuentros y tras una larga reflexión respeta su decisión y acoge la dimisión. También le pide continuar en el Dicasterio para la comunicación, como asesor. 

Todo comenzó la semana pasada, cuando durante la víspera del quinto aniversario de la elección de Francisco se presentó una colección de libros sobre su teología. En el evento, Viganò leyó una carta que Benedicto XVI le había escrito, al parecer de forma privada y reservada, fechada el 7 de febrero. Era su respuesta a la petición de escribir un prólogo para los volúmenes. Más tarde, la Secretaria de comunicación envió una imagen de la misiva a los medios con un detalle que desató la polémica: las últimas líneas estaban desenfocadas y resultaban ilegibles. Además, la segunda parte del escrito estaba oculta bajo unos libros. En los párrafos que sí se vislumbraban correctamente, Benedicto criticaba el “necio prejuicio por el cual el papa Francisco sería sólo un hombre práctico falto de especial formación teológica o filosófica” y destacaba “la continuidad interior entre los dos pontificados, aún con todas las diferencias de estilo y de carácter”.

Enseguida se desató la controversia y comenzaron las acusaciones. Algunos altos cargos del Vaticano pidieron la renuncia de Viganò por haber violado los códigos de ética periodística y por haber dañado la credibilidad de la Santa Sede y la imagen del propio Papa. En la gestión de la cuestión, los eventos se fueron sucediendo precipitadamente a medida que pasaban los días. Al principio incluso se habló de “fotografía artística” para justificar la imagen incompleta. Finalmente, el pasado sábado la Secretaría de comunicación admitió que no había publicado toda la carta de forma deliberada y explicó que lo hizo “por discreción y no por ningún intento de censura” y dio a conocer el contenido íntegro de la misiva de Benedicto XVI.

En el texto se leen algunos párrafos en los que el Papa emérito lamenta no tener tiempo para leer la colección completa sobre la teología de Francisco y muestra su sorpresa por el hecho de que entre los autores de los libros se encuentren nombres que fueron duramente críticos con el magisterio de otros pontífices, como el del teólogo Peter Hunermann, que durante el pontificado de Benedicto “se distinguió por haber liderado iniciativas antipapales” y que también había atacado “de manera virulenta” la encíclica Veritatis Splendor de Juan Pablo II.

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Viganò, que antes de ocupar el puesto de prefecto de la nueva Secretaría de Comunicación en 2015 era director del Centro Televisivo Vaticano había sido el encargado de poner en marcha la reforma de los medios de comunicación del Vaticano, uno de los pilares del papado actual, dentro de la gran reforma de la Curia romana

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