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Trump y el #MeToo propulsan el feminismo en Estados Unidos

El Día Internacional de la Mujer llega en pleno clamor activista y reivindicativo

Trump habló este jueves en la Casa Blanca del Día Internacional de la Mujer
Trump habló este jueves en la Casa Blanca del Día Internacional de la MujerMANDEL NGAN (AFP)

En apariencia, Estados Unidos vivió este jueves con calma la conmemoración del Día Internacional de la Mujer. No hubo huelgas ni movilizaciones masivas. Pero pocas dudas hay del enorme impulso adquirido por el movimiento feminista en los últimos meses en un país que fue de los pioneros en reconocer el derecho al voto a la mujer pero que se mantiene muy atrasado en algunas protecciones sociales.

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2017 supuso un punto de inflexión: desde la manifestación multitudinaria en Washington contra la misoginia de Donald Trump al día siguiente de ser investido presidente hasta la eclosión del movimiento #MeToo (Yo También) en Hollywood, que ha ido tumbando como piezas de dominó a hombres famosos en múltiples sectores tras ser acusados de abusos sexuales.

Trump se limitó a hacer una valoración económica del Día Internacional de la Mujer. “Estamos orgullosos de todas las medidas que hemos tomado para empoderar económicamente a las mujeres, especialmente en los puestos de trabajo”, dijo el presidente durante una reunión con su gabinete, en la que destacó que el desempleo femenino está en su cota más baja en 18 años.

Pero Trump no hizo ninguna mención a la igualdad de género ni al #MeToo, un movimiento que ha cuestionado y que le ha salpicado. Hasta 19 mujeres han acusado en el pasado al republicano de abusos sexuales. Él los niega pero acumula un largo historial de comentarios denigrantes sobre mujeres y de defensa de hombres acusados por abusos.

En la sede de la ONU, en Nueva York, sí se abordó la catarsis global del #MeToo, que ha dado voz a millones de mujeres vulnerables. En una cultura dominada por hombres la cuestión fundamental para lograr la igualdad de género y luchar contra los abusos está, según António Guterres, secretario general de las Naciones Unidas, en darles poder.

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Guterres recordó que “la igualdad no es un favor, sino un derecho” y que, por ese motivo, “es el momento de que los hombres estemos de su lado”. “La desigualdad, la discriminación y la violencia de género nos dañan a todos”, advirtió. La ONU estima que una de cada tres mujeres sufre violencia a lo largo de su vida.

En el evento para conmemorar el Día Internacional de la Mujer participaron activistas, como las actrices Reese Witherspoon y Dania Gurira, abanderadas del clamor contra la cultura de tolerancia al abuso en Hollywood. Con su acción, explicaron, buscan imprimir un cambio sistémico que ponga a las mujeres y a los hombres al mismo nivel.

El evento sirvió de oportunidad para tratar de identificar vías para apoyar una acción política más ágil hacia la igualdad de género y el empoderamiento. Witherspoon fue víctima de un asalto sexual cuando tenía 16 años. “La oportunidades que tenía fueron silenciadas por miedo”, relató, “no vamos a dejar que sigan abusando de nosotras, que nos paguen menos. No nos vamos a parar”.

El logro de la igualdad, defendió Gurira, es clave para luchar contra la explotación y los abusos, desde los estudios en Hollywood al mundo rural en Liberia. “La única manera de acabar con esto es que nos pongamos al frente. Mujeres como Okoyai existen en la vida real”, dijo en referencia al personaje que interpreta en la película Black Panther. “Este desequilibrio no es bueno, los hombres también nos necesitan”.

De fondo, se consolida en EE UU un movimiento poderoso y transversal contra la discriminación. Se vio el pasado domingo en la gala de los Oscar, que fue un altavoz reivindicativo por la igualdad y un tributo al coraje de las mujeres que han alzado su voz ante hombres poderosos. Se palpa también en la arena política. Propulsadas por su oposición a Trump, ha crecido la participación femenina en las elecciones en los últimos meses y numerosas mujeres son candidatas en las legislativas de noviembre.

La clave, sin embargo, está en que los cambios no se queden en la superficie. EE UU aprobó en 1920 el sufragio femenino y algunos Estados mucho antes. Nueva Jersey lo permitió con excepciones entre 1776 y 1807. Colorado lo autorizó para todas las mujeres en 1893. Ese año fue cuando la colonia británica de Nueva Zelanda aprobó el voto femenino. Le siguieron algunos países nórdicos a principios del siglo XX. En 1917, lo aprobó Canadá, en 1918 Reino Unido y Alemania, en 1933 España, en 1945 Francia y un año después Italia.

Pese a ser de los países pioneros en autorizar la participación de mujeres en procesos electorales, la primera potencia mundial sigue sufriendo alarmantes déficits: EE UU es el único país del mundo desarrollado que no obliga por ley a conceder una baja de maternidad, según datos de la OCDE. Trump, impulsado por su hija Ivanka, ha pedido tímidamente cambiarlo.

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