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La UE enfría las expectativas de May y solo ofrece un acuerdo comercial tras el Brexit

Tusk rechaza el vínculo profundo que reclamaba Londres y evita mencionar la cuestión de los servicios financieros

Donald Tusk conversa con Theresa May durante una reunión celebrada el pasado 1 de marzo. En vídeo, las declaraciones de Tusk.Vídeo: FRANK AUGSTEIN (AFP) / REUTERS-QUALITY
Lucía Abellán

El Brexit no conducirá al vínculo profundo y ambicioso que pide Reino Unido para su relación futura con la UE. Las líneas rojas que ha trazado Londres apenas permiten a Bruselas ofrecer un acuerdo de libre comercio, con otros capítulos de cooperación en justicia, defensa, seguridad y aviación. Esas son directrices que ha presentado este miércoles el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, y que marcarán la negociación sobre el nexo entre Londres y Bruselas tras el acuerdo de separación. La oferta queda muy por debajo de las expectativas que lanzó la primera ministra británica, Theresa May, en su discurso de la semana pasada.

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El diseño de la era pos-Brexit comienza con una advertencia clara desde Bruselas. “Estar fuera de la unión aduanera y del mercado único llevará, inevitablemente, a fricciones […] Desafortunadamente, esto tendrá consecuencias económicas negativas”, advierte el documento, adelantado por el diario Politico. Las directrices reflejan la voz de los 27 Estados miembros ante el diálogo con sus todavía socios británicos.

Tusk ha querido verbalizar algunas de esos perjuicios. “He propuesto un intercambio de bienes sin aranceles. Como todos los acuerdos comerciales, también debería incluir servicios. Pero eso no cambia el hecho de que nos estamos separando. [El acuerdo comercial] no hará la relación comercial más fácil. Será más complicada. Esa es la esencia del Brexit”, ha señalado desde Luxemburgo. El primer ministro de este país, Xavier Bettel, que comparecía junto a él, ha resumido el espíritu de los Veintisiete ante este desafío: “No habrá ganadores tras el Brexit. Las dos partes pierden”.

La UE es consciente de que no está dicha la última palabra respecto a las condiciones de relación futura. En un contexto político marcado por los continuos giros respecto al divorcio de la UE, Bruselas contempla que Londres pueda acabar aceptando algunas cosas que hoy le resultan inaceptables. “Si esas posiciones evolucionan, la Unión estará preparada para reconsiderar su oferta”, desliza el Consejo al final de un texto breve (seis páginas) y poco preciso, a la altura de las ambiguas propuestas planteadas por el Ejecutivo de Theresa May.

Londres reclama acceso a los mercados financieros

P. G (Londres)

Reino Unido, a pesar del jarro de agua fría que han supuesto las directrices de la Comisión Europea, no renuncia a alcanzar un acuerdo comercial con la UE que incluya los servicios financieros. Así lo ha expresado este miércoles Philip Hammond, ministro de Economía británico, quien advirtió a Bruselas de que restringir el acceso de la 'City' londinense a los mercados financieros europeos sería perjudicial para consumidores y empresas a uno y otro lado del Canal de la Mancha.

En un discurso pronunciado en la sede londinense del banco HSBC, horas después de que la Comisión dejara claro que las líneas rojas de Londres descartan un acuerdo comercial tan amplio como el que reclamó la primera ministra, Theresa May, el pasado viernes, el canciller del Exchequer quiso convencer a los “escépticos” de que un acuerdo así es posible.

“Un acuerdo comercial solo sucederá si es justo y equilibrado entre los intereses de las dos partes”, dijo el ministro. “Ahora, dada la forma de la economía británica y nuestra balanza comercial con los Veintisiete, es difícil entender cómo un acuerdo comercial que no incluya los servicios pueda ser justo y equilibrado. No solo es posible incluir los servicios financieros en un acuerdo comercial, sino que es de alto interés para las dos partes”.

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El documento elude citar una de las principales demandas de Londres respecto a la relación futura: que incluya la libre prestación de servicios financieros, un sector con gran peso en el PIB británico. Bruselas siempre ha rechazado que las condiciones expuestas por May para construir el entendimiento futuro —sin libre circulación de personas ni mercado único ni unión aduanera— permitan abrir la puerta a la libre prestación de servicios financieros. La familia europea recela de dar acceso a las empresas británicas a un mercado tan sensible sin tener claras las contrapartidas que recibirían los 27 socios comunitarios. El acuerdo comercial con Canadá (el famoso CETA, que estuvo a punto de descarrilar por los recelos de algunos Estados miembros) sí incluye cierta apertura en servicios financieros (bancarios y de seguros), pero con limitaciones.

El propio Tusk ha recurrido al ejemplo de Canadá para ejemplificar lo que entiende como contradicción del planteamiento británico. “La UE no puede aceptar darle a Reino Unido los derechos de Noruega con las obligaciones de Canadá”. Es una alusión velada al discurso de May de la semana pasada, que reclama unos beneficios del mercado único similares a los que disfruta Noruega (que contribuye al presupuesto comunitario y acepta buena parte de la regulación sin participar en su redacción), pero marcando líneas rojas que solo dan para un tratado comercial como el canadiense. Aun así, un alto cargo europeo valora que la primera ministra mostrara "un mayor realismo de lo esperado", al advertir a los británicos de que no pueden pretender mantener todas las ventajas sin aceptar las reglas actuales.

No a las agencias

Queda igualmente descartada en Bruselas la participación en determinadas agencias europeas que pidió la líder británica. “La Unión preservará su autonomía en la toma de decisiones, lo que excluye la participación de Reino Unido como país tercero en las instituciones europeas, agencias u otros cuerpos”, precisa el documento. Aunque se trata solo de un borrador que debe ser ratificado por los jefes de Estado y de Gobierno en la cumbre de marzo, resulta poco probable que haya cambios significativos en la postura europea.

“Mi propuesta demuestra que no queremos construir un muro entre la UE y Reino Unido”, ha declarado Tusk al principio de su intervención. El resto de su mensaje, sin embargo, dibuja algunas barreras infranqueables. “No debería sorprender a nadie que la única opción posible sea un acuerdo de libre comercio. Espero que sea ambicioso y avanzado, pero solo será un acuerdo comercial”, ha acotado el presidente del Consejo.

Garantías para evitar el juego sucio

Bruselas aún duda sobre las armas que empleará Reino Unido para afianzar su lugar en el mundo una vez abandone el club comunitario. Aunque en las últimas semanas Londres ha evitado esgrimir la amenaza inicial de competir a la baja con la regulación europea para atraer mercados, los Veintisiete no olvidan que ese riesgo continúa en el horizonte. Especialmente si las negociaciones de salida se envenenan.

Las directrices europeas para el futuro exigen “garantías robustas que aseguren que se cumplen las reglas del juego”. El texto alude a la “injusta ventaja competitiva” que disfrutaría Reino Unido si decidiera convertirse en un polo de atracción de negocios simplemente relajando su legislación sobre ayudas de Estado, fiscalidad, normas sociales o medioambientales. Para evitarlo, pide que las reglas británicas sigan alineadas con las europeas —un tabú para Reino Unido— y mecanismos bilaterales, aceptados por ambas partes, para que ese juego limpio se cumpla. La UE también se reserva el derecho de adoptar algún tipo de represalias si esos compromisos no se respetan.

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Sobre la firma

Lucía Abellán
La redactora jefa de Internacional de EL PAÍS ha desarrollado casi toda su carrera profesional en este diario. Comenzó en 1999 en la sección de Economía, donde se especializó en mercado laboral y fiscalidad. Entre 2012 y 2018 fue corresponsal en Bruselas y posteriormente corresponsal diplomática adscrita a la sección de España.

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