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Desaparecidas de la morgue; sin derecho a morir

La periodista Guadalupe Lizárraga cuenta en un libro la doble desaparición de las mujeres mexicanas

Protesta por la desaparición de una joven de 21 años.
Protesta por la desaparición de una joven de 21 años.Artemio Guerra Baz (Cuartoscuro)

La mexicana Guadalupe Lizárraga lleva años fuera de su país: como tantos otros reporteros está amenazada. Los periodistas en México son callados a balazos (el país azteca fue en 2017 el más mortífero para la prensa, con un total de trece periodistas asesinados, por delante de Irak y Siria). El feminicidio que sufren las mujeres mexicanas en uno de los temas que le ha puesto en la diana, un asunto que ella considera tiene la obligación de contar, a pesar de los medios y de las muchas muertas, muchas desaparecidas y muchas verdades no contadas.

Ella denuncia la desaparición de los cuerpos de las chicas de las morgues, la prueba del horror. Es fácil de explicar: sin evidencia, sin sus cadáveres, ocultados durante años, las cifras de la vergüenza, inevitablemente bajan. Porque a pesar de los 914 asesinatos de mujeres registrados por el Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio (OCNF) en 17 estados en 2017 faltan otras muchas, subraya Lizárraga. Y en ese cómputo macabro habría que sumar a las víctimas no contabilizadas de estados como Guerrero, Tamaulipas, Veracruz y Michoacán, con un alto índice de violencia feminicida. “La violencia sexual, las desapariciones de mujeres y los feminicicios son una realidad que nos rebasa y abruma. A pesar de la intención de las autoridades de tratar de ocultarla e invisibilizarla, día a día conocemos historias de mujeres que son víctimas de violencia cada vez mas crueles”, señala la ONCF.

Guadalupe Lizárraga lo relata en Desaparecidas de la morgue, publicado por Editorial Casa Fuerte, hace apenas unos meses. En el libro, la periodista cuenta la doble desaparición de las jóvenes (la primera, la física, cuando son arrancadas de sus casas para ser torturadas, vendidas y asesinadas; y la segunda, cuando desaparecen de los depósitos de cadáveres, cuando les roban el derecho hasta a morir. Durante tres años la reportera siguió la pista de Brenda Berenice, madre de 16 años, una joven más de la lista de mujeres víctimas del feminicidio. Ella es el hilo conductor para entretejer las historias de otras mujeres asesinadas, de 233 restos de mujeres que fueron ocultados durante años en la morgue de la Procuraduría General de Ciudad de Juárez.

“Con este trabajo busco denunciar que en México ser mujer y pobre son condiciones suficientes para que se te vulnere el derecho a la vida. Y esa barbaridad ahora se extiende también al resto de mujeres: universitarias, trabajadoras y de clase media. Las matan bajo el patrón de una violencia brutal que cuenta con la complicidad de las autoridades, sometidas a un narcoestado”, afirma la periodista.

La reportera considera que no interesa informar sobre las tres mujeres que cada día son asesinadas en México porque no es rentable y porque la sociedad ha normalizado la violencia. También culpa al miedo y a la corrupción, que como relata en las páginas de su publicación, llega a comprar a las propias madres. De esa forma callan, y aguantan el dolor de la muerte con unos cuantos dólares, señala la reportera. Lizárraga es contundente en su discurso: “No hay gobernante en México que no esté respaldado por un grupo delictivo. Por eso, se llega a decir (y lo hacen los presidentes) que las mujeres son víctimas colaterales de la lucha contra el crimen”.

A la pregunta de si ella, como periodista, tiene también miedo a un balazo, por denunciar y por ser mujer, responde contundente: “Los periodistas, al menos, elegimos la profesión. Ellas no”. Y para cerrar, el demoledor párrafo con el que cierra el libro: “Desde entonces [cuando cierra la investigación], nada ha cambiado. Las jóvenes siguen desapareciendo. Los funcionarios de la Fiscalía siguen en sus cargos. Los cárteles operan de la misma manera. El gobierno mexicano sigue su guerra contra el narco, contra los rivales de sus aliados. La única diferencia es que a la prensa ya no le interesa la desaparición de jovencitas, menos las desaparecidas de la morgue".

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