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Los conductores no son trabajadores desplazados

La UE debe considerar el transporte por carretera como un verdadero sector estratégico internacional, vertebrador de la economía en su conjunto y vital para el comercio y la industria

Policías de aduana franceses controlan la carga de un camión español en Lille en 2011.
Policías de aduana franceses controlan la carga de un camión español en Lille en 2011.PHILIPPE HUGUEN (Getty Images)

Desde el sector del transporte por carretera reconocemos la necesidad de una mejor regulación del transporte internacional, pero la Directiva sobre el desplazamiento de los trabajadores (DDT) no es la solución adecuada, ya que en primer lugar está pensada para trabajadores que se desplazan de un país a otro por periodos de tiempo relativamente largos, hasta un máximo de dos años y no se adapta al caso de los conductores profesionales que son altamente móviles y pueden llegar a cruzar varias fronteras en un mismo día. En este sentido, nuestros conductores son trabajadores que están desplazándose, no desplazados.

La DDT no es aplicable, en la práctica, al sector del transporte por carretera, ya que implica la transposición de numerosas legislaciones nacionales al salario de un mes. Las autoridades de control y las empresas de transporte tendrían que tratar con hasta 20 legislaciones nacionales diferentes, dependiendo de los países en que operan cada mes y con hasta 50 salarios mínimos, por lo que su aplicación práctica sería un auténtico caos burocrático.

Finalmente, su aplicación al transporte internacional no garantizaría un mercado único más sólido. Por el contrario, al crear una barrera técnica para la provisión de servicios, disminuiría el crecimiento en la UE, aumentaría los costos de las operaciones y llevaría a una disminución en el comercio transfronterizo.

En resumen, su aplicación al sector del transporte por carretera es injusta, ineficaz y además es discriminatoria, ya que sólo afecta a los asalariados, en un sector en el que operan gran número de autónomos. Se estaría incentivando la subcontratación y la fragmentación empresarial, así como la deslocalización de empresas fuera de la UE.

Desde el sector del transporte internacional por carretera, consideramos que la UE debería hacer honor a sus propias afirmaciones sobre el papel crucial que representa la movilidad en general y el transporte por carretera en particular. La carretera mueve un alto porcentaje de las mercancías en Europa, por lo que creemos hay que considerarlo como un verdadero sector estratégico internacional, vertebrador de la economía en su conjunto y vital para el comercio, la industria, el turismo, etc.

En este sentido, creemos en la necesidad de favorecer un tejido empresarial sólido en Europa para que el transporte pueda afrontar los retos que se le presentan desde el punto de vista de la globalización y la sostenibilidad, tanto medioambiental como social y económica.

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Otras de las medidas necesarias a realizar en Europa, en materia de transporte terrestre, es la de acometer inversiones en infraestructuras, la aplicación estandarizada de soluciones logísticas inteligentes y de las TIC que aumenten la seguridad de los profesionales y mejoren la eficiencia de los viajes, haciendo posible también la interoperabilidad de la carretera con otros tipos de transporte facilitando el desarrollo de operaciones internacionales y multimodales.

Finalmente, se hace imprescindible en Europa la unificación de normativas, sin dejar espacios para “experimentos locales” que suelen perseguir el proteccionismo y la fragmentación del mercado único: pesos y dimensiones, acceso a la profesión y al mercado, energéticas, fiscales, etc. En definitiva, dar contenido real a la Unión Europea y a la libre circulación de personas y bienes por su territorio, uno de sus pilares fundacionales.

Ramón Valdivia es director general de ASTIC (Asociación del Transporte Internacional por Carretera)

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