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RADIOGRAFÍAS AMERICANAS
Columna
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Y si ganara Le Pen...

Sus propuestas deben ser enterradas bajo siete capas de tierra y otras tantas de concreto armado

Después del último debate televisado entre Marine Le Pen y Emmanuel Macron, el candidato de En Marche!, todo parece indicar que este último será el próximo presidente de Francia en las elecciones a celebrarse este domingo. Es evidente que las encuestas fallaron tanto en el caso del Brexit como en el de las recientes elecciones en Estados Unidos; sin embargo, de ser exactas en esta ocasión, para la buena fortuna de Europa y del mundo, que se ha convertido en una vecindad gracias a la magia de la globalización, Macron llegará al Elíseo, con lo cual habrá de consolidarse la estructura de la Unión Europea, en lugar de producirse un dramático aborto de esta ejemplar organización digna de ser imitada en América Latina, a partir de la exitosa experiencia europea para no cometer los mismos errores.

Europea, una de las grandes instituciones nacidas a raíz de la terminación de la Segunda Guerra Mundial surgió, entre otras razones, para tratar de concluir los desastrosos enfrentamientos armados entre los diversos países europeos. Imposible olvidar la afortunada derrota de los nazis en 1945, que ocasionó no solamente la destrucción de una buena parte del viejo continente, sino la pérdida de más de 60 millones de vidas humanas. La UE fue diseñada para tratar de evitar una catástrofe similar.

En los años 50, un grupo de líderes visionarios crearon la Unión que se disfruta hasta la fecha, a pesar de la amenazadora salida del Reino Unido. Deseaban una "Europa pacífica, próspera y unida". Cuando en 1957 se firmó el Tratado de Roma surgió la Comunidad Económica Europea, un mercado común en el que desaparecieron los derechos aduanales por las transacciones comerciales entre los socios comunitarios. Se diseñó un proyecto conjunto en lo relativo a la producción agrícola para garantizar el abasto de alimentos.

Con la feliz caída del Muro de Berlín y el afortunado derrumbe de la Cortina de Hierro se consolidó una Europa sin fronteras, un mercado único con cuatro libertades de circulación: mercancías, servicios, personas y capitales. Apareció una justificada preocupación por proteger el medioambiente y se suscribieron acuerdos para una actuación conjunta en materia de seguridad y de defensa. Los socios integrantes de la Unión pudieron viajar sin tener que presentar el pasaporte dentro de las fronteras comunitarias. Millones de jóvenes se capacitaron en sus respectivas profesiones en los diversos países de la Unión. Se impuso no solamente una Europa sin fronteras, sino una única moneda válida entre todos los socios: el poderoso euro. Las crisis financieras mundiales condujeron a la creación de la Unión Bancaria, una mecánica de estabilización financiera en Europa, y, entre otros objetivos, se establecieron controles para reducir los efectos del cambio climático.

Si llegara Le Pen al Elíseo, una tragedia mundial por su perverso racismo (por esa razón la bombardearon con huevos durante su campaña), sacaría a Francia, al igual que lo hizo Inglaterra, de la Unión Europea, lo que se traduciría en un tiro de gracia en esta monumental organización creada para buscar la paz, la prosperidad y la unión.

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Le Pen terminaría de un plumazo con el mercado común e impondría, de nueva cuenta, los aranceles con sus consecuentes perjuicios económicos; dejaría de estar garantizado el abasto de alimentos con la probable reaparición del hambre; sería obligatorio volver a presentar el pasaporte dentro de las fronteras de la Unión; se acabaría la libre circulación de mercancías, servicios, personas y capitales; se cancelarían acuerdos para una actuación conjunta en materia de seguridad y de defensa, así como las posibilidades de que millones de jóvenes se capaciten en diversos países de la extinta Unión; desaparecería la moneda única, el euro; lucharía en contra del FMI, del Banco Mundial y de la Organización Mundial de Comercio, la OMC; atentaría contra la OTAN, el sistema de defensa colectivo, en el momento en que Rusia se rearma temerariamente con Putin.

Por el bien de todos, que no gane el domingo la señora Le Pen, sus propuestas deben ser enterradas bajo siete capas de tierra y otras tantas de concreto armado. Adenauer, Churchill y De Gaulle estarían pateando las tablas de sus respectivos ataúdes.

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