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Sergey Kislyak, el oscuro embajador ruso que tiene en vilo a Trump

Sus contactos con el fiscal general estadounidense abren una nueva crisis en la Casa Blanca

Sergey Kislyak, en el centro, el pasado martes en el discurso de Trump en el Congreso
Sergey Kislyak, en el centro, el pasado martes en el discurso de Trump en el CongresoBRENDAN SMIALOWSKI (AFP)

Un veterano de la Guerra Fría, del que se sabe poco y se especula con que es espía tiene en vilo al Gobierno de Donald Trump. Se llama Sergey Kislyak y es el embajador ruso en Washington. Sus conversaciones telefónicas primero desencadenaron la dimisión del exconsejero de seguridad nacional Michael Flynn. Y este jueves unas entrevistas, hasta ahora desconocidas, han forzado al fiscal general, Jeff Sessions, a apartarse de cualquier investigación sobre las injerencias rusas en la campaña electoral.

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Trump lleva cinco semanas en la Casa Blanca. El dominó Kislyak, la punta del iceberg de los misteriosos lazos entre el entorno del presidente y Rusia, sigue avanzando.

Kislyak, de 66 años, nueve de ellos como embajador, es lo que en la jerga local se llama un Washington insider. Conoce los entresijos diplomáticos de la capital, posiblemente también sus secretos. Tiene un perfil social bajo. Pero de vez en cuando interviene o aparece en actos públicos, como el martes en el discurso de Trump ante el Congreso. Y le gusta presumir de que el chef de la Embajada rusa es uno de los mejores de la ciudad.

Kislyak, casado y con una hija, nunca ha estado exento de sombras. Funcionarios de inteligencia estadounidenses en activo y retirados consideran, según la cadena CNN, que el embajador es un espía de alto rango y reclutador de otros. El Kremlin lo niega.

No es ningún secreto que hay espías rusos en Washington. El expresidente Barack Obama ordenó en diciembre la expulsión de 35 “operativos de inteligencia” como represalia por la acusación de que Moscú robó correos electrónicos del Partido Demócrata para tratar de ayudar electoralmente a Trump. En 2010, EE UU descubrió a 10 espías secretos rusos en el país.

Kislyak tiene estudios de Ingeniería y se incorporó en 1977 al Ministerio de Exteriores ruso. Se dice que fue clave en la negociación, al inicio del Gobierno Obama, entre Washington y Moscú para reducir la capacidad armamentística de ambos países. Desde 2014, a raíz de las injerencias rusas en Ucrania, ha presenciado cómo la relación bilateral vive su peor momento desde el fin de la Guerra Fría.

Caída de la URSS

Entre 1985 y 1989, en el crepúsculo de la Unión Soviética, Kislyak estuvo en la legación rusa en la ONU en Nueva York y luego en la embajada en Washington. En medio de sus etapas en EE UU, trabajó para el Gobierno ruso en Moscú, fue embajador ante la OTAN en Bruselas y número dos del Ministerio de Exteriores.

No son insólitos los contactos entre diplomáticos y los entornos de candidatos electorales, pero lo que es infrecuente es que un embajador sea el epicentro de un culebrón político. Kislyak habló en diciembre por teléfono con Flynn cuando ya se sabía que el 20 de enero iba a convertirse en consejero de seguridad de Trump. En julio y septiembre, se reunió con el entonces senador Sessions, que apoyaba la campaña del republicano.

No serían contactos sospechosos, si no fuera por tres motivos. Primero: Flynn y Sessions mintieron sobre ellos. Segundo: tuvieron lugar en un momento en que EE UU analizaba las injerencias electorales rusas. Y tercero: como candidato, Trump exhibió reiteradamente su afinidad con el presidente ruso, Vladímir Putin, rompiendo con la ortodoxia de su propio partido, el republicano.

A todo ello se une el propio papel de Kislyak. En octubre, minimizó la sospecha de intervención electoral rusa. “Nos hemos convertido en un daño colateral en la lucha entre los dos partidos”, dijo en un momento en que los correos pirateados ponían casi cada día en aprietos a la demócrata Clinton.

El pasado abril, Kislyak estaba sentado en primera fila en el primer discurso en política exterior que dio Trump en Washington. El republicano abogó entonces por rebajar las “tensiones y mejorar relaciones” con Rusia. En declaraciones al diario Politico, el embajador dijo, tras el discurso, que las propuestas de Trump eran “interesantes” pero que debía entenderse cuál era el objetivo. “Necesita iniciarse cuidadosamente”, señaló. Once meses después, él es un protagonista central de ese acercamiento.

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