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Tribuna
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Día de Muertos Inc.

El desfile en la Ciudad de México ha sido criticado por escritores como Andrés Lajous o Claudio Lomnitz

Mujer disfrazada de Catrina en el panteón de San Andrés.
Mujer disfrazada de Catrina en el panteón de San Andrés.Santiago Arau

En los atestados meandros del célebre panteón de San Andrés Mixquic, una joven mujer porta uno de los cientos de disfraces de catrina que cual epidemia tomaron por asalto las festividades alrededor del Día de Muertos en la Ciudad de México. Ante la pregunta, “¿Por qué elegiste este disfraz?”, la chica de veintipocos responde casi con indignación “Cómo que por qué, ¡porque es mexicano! De calabaza no me hubiera disfrazado jamás”. Que la figura de la catrina es mexicana, no cabe duda, pero que la representación actual de la creación de José Guadalupe Posada emana de la más reciente película de James Bond tampoco parece admitir mucha discusión.

Spectre, cuyo rodaje se realizó en el Centro Histórico de la ciudad en el 2015, tuvo tal impacto entre los dirigentes, que el propio Jefe de Gobierno Miguel Ángel Mancera reconoció que la idea para realizar el Primer Desfile del Día de Muertos, celebrado el domingo pasado (el mismo día que la carrera de la Fórmula 1), provino de la secuencia inicial de la cinta del agente secreto. El desfile —todo un éxito de taquilla—, ha sido criticado por escritores como Andrés Lajous (Nexos) o Claudio Lomnitz (La Jornada) por la exuberante frivolidad de sus intenciones, por la falta de imaginación que exhibe por parte del gobierno de la ciudad y por el desplazamiento que el “comercialismo artesanal” ha sufrido en pos del “comercialismo industrializado”: ese que ha traído a México las Vírgenes de Guadalupe Made in China o que disfraza de calaveritas a los Minions.

Uno de los difuntos que debutaron como tales en este Día de Muertos fue el Distrito Federal que sucumbió ante los afanes reformistas de Mancera cuya gesta más reconocible, hasta el momento, parecer ser la de transformar el nombre de la capital del país en una marca (CDMX) que hoy se ostenta en los barrios instagrameables de la ciudad. Después de ganar la jefatura de gobierno con el margen más amplio que la ciudad haya registrado jamás en su joven historia democrática, Mancera se deslizó por un tobogán de impopularidad impulsado principalmente por su cercanía con el presidente Peña, particularmente repudiado en la capital del país. A últimas fechas y ante la inminencia del arranque de la carrera por la sucesión presidencial, el amasiato Peña-Mancera parece haberse disuelto. Disputas presupuestales, misiles políticos como el lanzado por Mancera al albergar el concierto de Roger Waters durante el cual el mítico músico británico pidió la dimisión de Peña y otras desaveniencias, han puesto de manifiesto la distancia que existe entre ambos. El último round de sombra entre los gobernantes, ocurrió cuando tanto el Gobierno Federal como el de la Ciudad se adjudicaron la autoría intelectual del Primer Desfile de Día de Muertos del domingo pasado, un desfile orquestado por la empresa Ánima Inc. cuyo lema corporativo reza “Fabricamos conceptos que impulsan mentes y corazones a evolucionar a través de la vastedad de la experiencia humana” y que se ha encargado de realizar una campaña promocional promoviendo el orgullo de habitar en la CDMX.

Al avanzar hacia el panteón en San Andrés Mixquic, los turistas no encuentran licencia para guardar sus teléfonos inteligentes: un hombre ofrece fotografías con un águila, un inmenso buey con los cuernos pintados a la Posada alberga en su lomo a inquietos paseantes, credenciales que otorgan licencia para ladrar vendidas a 20 pesos, dioramas con clichés de la Revolución Mexicana y decenas de puestos de comidas de toda índole, generan una intensa actividad social y económica que, como bien recuerda Claudio Lomnitz en su texto “Un suicidio de la muerte mexicana”, dan continuidad al carácter mercantil y gregario de la celebración de Todos los Santos que daba pie a intensos mercados y encuentros comerciales desde el siglo XVII. Al ingresar al panteón, una furibunda runfla de adolescentes espeta “Entramos, sacamos las fotos y nos largamos a tragar tacos”. Al interior del panteón, además de las hermosas tumbas adornadas con cempasúchil, veladoras, calaveras y papel maché (una tumba en particular esbozó el tránsito de Caronte hacia el más allá en un fascinante despliegue de la confluencia de los arquetípicos míticos que atraviesan siglos, latitudes y civilizaciones), cientos de turistas —muchos de ellos disfrazados a la Spectre— se toman selfies en los rincones más exóticos presumiblemente para dar fe de su incursión en The Real Mexican Experiencie.

No obstante, entre el barullo de los turistas, aún se puede encontrar esa mística confluencia que ocurre entre el visitante honesto y el muerto que lo espera del otro lado del tiempo. Alrededor de una de las tumbas, una mujer deposita sus dos manos sobre la cantera tallada rematada por un epitafio que dice: “ÉDGAR MIGUEL LÓPEZ OSORIO NACIÓ 27-09-2011 FALLECIÓ 29-02-2016. TE SEGUIREMOS LLEVANDO EN NUESTROS CORAZONES Y DAMOS GRACIAS A DIOS POR LO ESPECIAL QUE FUE TENERTE ENTRE NOSOTROS QUE DESCANSES ETERNAMENTE EN EL REYNO (sic) DE LOS CIELOS. RECUERDO DE SUS PADRES, HERMANOS Y FAMILIA”. Al acercarnos a los familiares descubrimos que Édgar Miguel, de catorce años de edad, en el día que finca el año bisiesto, se ahorcó en su baño después de decirle a su familia con total parsimonia “Voy a hacer del baño”. En otra de las tumbas, Alejandra Iginia Baeza Polanco, vela a su nieta, fallecida de un paro respiratorio a los cuatro años de edad tras lo que parecía ser una gripa inofensiva. Baeza Polanco se jacta de ser hija del creador de la feria del helado, otra de las grandes atracciones de Mixquic. “Venga mañana a probar nuestro nuevo helado, es de zanahoria, viera que suena aburrido pero está delicioso”, nos conmina con una sonrisa que parece darle una merecida tregua al luto que guarda.

En una pérfida broma del destino, durante el primero de los dos días que enmarcan la celebración del Día de Muertos, el presidente Peña le otorgó al ex presidente Calderón un reconocimiento en nombre del ITAM (centro de estudios donde también cursó su licenciatura el ex Secretario de Hacienda Luis Videgaray) por sus contribuciones al desarrollo político, económico y social del país. Los dos presidentes que llevan a cuestas la mayor tasa de homicidios durante sus respectivos sexenios, dieron el banderazo de salida a una festividad que sigue siendo tenaz y paradójicamente representativa de un país sin memoria que vive de espaldas a la realidad de la inmensa mayoría de sus habitantes.

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