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Brasil gira a la derecha

La derrota del PT de Rousseff y Lula en las elecciones municipales marca una nueva etapa en el país

El obispo evangélico Marcelo Crivella, nuevo alcalde de Río de Janeiro.
El obispo evangélico Marcelo Crivella, nuevo alcalde de Río de Janeiro. FERNANDO FRAZÃO (EFE)
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Second round of municipal elections confirms Brazil’s sharp turn to the right

Las elecciones municipales brasileñas, cuyo segundo turno se celebró este domingo, han arrojado un claro vencedor nacional: el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) que, a pesar de su nombre profesa una ideología de centro derecha. Esta formación se ha llevado 14 de las 19 alcaldías que se disputaban en esta segunda vuelta (a la que hay que añadir la de São Paulo, donde arrasó en el primer turno). En total, esta formación, cuyo candidato, el senador Aécio Neves, disputó en 2014 la presidencia de Brasil a Dilma Rousseff, del Partido de los Trabajadores (PT), gobernará en 26 de las 92 mayores ciudades brasileñas. Este triunfo del PSDB, principal aliado del gobierno de Michel Temer, marca un giro a la derecha del país sudamericano. Y subraya la caída libre en la que se encuentra el mayor partido de izquierdas de América Latina, el otrora todopoderoso PT de Luiz Inácio Lula da Silva, que ha perdido en estas elecciones el 60% de su fuerza electoral. De ser la tercera agrupación con más alcaldías (638) ha pasado a ser la décima (con 254). Ha perdido en las siete grandes ciudades en las que aún gobernaba, incluido su último gran feudo en Recife.

“La ola azul está arrasando en el país”, resumió Neves al conocer los resultados de las elecciones. Curiosamente, Neves es de los pocos integrantes de esta formación que no tiene mucho que celebrar: en su feudo electoral, Belo Horizonte, en el Estado de Minas Gerais, cayó derrotado. Esto le resta posibilidades para liderar su partido en las próximas elecciones generales de 2018 en favor del gobernador de São Paulo, Geraldo Alckmin.

Por su parte, el PT había llegado agotado ya en la primera vuelta de las municipales: al desgaste que ha supuesto el impeachment de Dilma Rousseff en agosto, tras un mandato impopular en medio de una crisis económica galopante, hay que sumar el descrédito creciente del expresidente Lula por el alud de acusaciones de corrupción. Esos dos nombres, los de los exmandatarios durante los 13 años del PT en el Gobierno brasileño, eran la encarnación del partido. También eran los dos únicos que el público conocía. Solo Fernando Haddad, alcalde de São Paulo hasta hace tres semanas, podía llegar a hacerles sombra, pero su estrepitosa derrota en la primera vuelta ante su rival del PSDB, João Doria, lo ha enterrado políticamente. En esta segunda vuelta, el PT ha perdido el resto de ciudades del decisivo Estado de São Paulo, el más poblado y rico del país: las ciudades que rodeaban a la capital, el cinturón rojo que en otro tiempo fue la cuna política de Lula y su formación, de origen industrial y obrero, se han pasado en su gran mayoría al PSDB.

Ante el resultado de las elecciones, el secretario de comunicación del PT, Alberto Cantalice, declaró en Twitter que la renovación interna “será rápida”. El discurso de una renovación integral, liderado principalmente por el exgobernador de Rio Grande do Sul, Tarso Genro, tiende a ganar fuerza en los próximos meses. Aunque todo depende, en el fondo, del futuro judicial de Lula, sobre el que penden tres acusaciones de la Fiscalía y del que se especula con su entrada en la cárcel un día sí y otro también. Hay que tener en cuenta que, a pesar de todas estas acusaciones, Lula sigue siendo el líder más popular del país —aunque su popularidad cae día a día— y su nombre suena como posible candidato para las elecciones de 2018.

La izquierda también sufrió una sonora y simbólica derrota en Rio de Janeiro, donde el Partido Socialismo y Libertad (PSOL),a la izquierda del PT, perdió ante el Partido Republicano de Marcelo Crivella, un líder evangelista que conquistó una victoria sin precedentes para su partido y para la Iglesia de la que forma parte. La mayoría de los votantes de Crivella son personas de renta baja. De hecho, él fue el candidato más votado en la favela más famosa de Río de Janeiro, La Rocinha. Todo un dato significativo.

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