Dos nuevas muertes de negros a manos de la policía reavivan las protestas en Estados Unidos
Obama: "Todos los estadounidenses debemos estar profundamente preocupados"
La violenta muerte de dos hombres negros a manos de la policía en tan solo dos días en Estados Unidos, grabadas con teléfonos móviles, ha encendido nuevas protestas y agravado la herida racial del país y la desconfianza de las minorías hacia las fuerzas policiales. Philando Castile y Alton Sterling han dejado este mundo para entrar a formar parte de una estadística maldita que logró sacudir la conciencia nacional a raíz del llamado caso Ferguson, hace dos años en Misuri, un incidente que provocó indignación y fuertes altercados.
Castile, un afroamericano de 32 años de Falcon Heights (Minnesota), falleció la noche del miércoles abatido por los disparos efectuados por un agente de policía que lo había detenido porque su vehículo tenía un faro trasero roto. En el vídeo, que su novia transmitió en directo, se le ve agonizar mientras el policía sigue apuntando su pistola y la mujer relata su versión de los hechos. El día antes, Alton Sterling, un hombre de 37 años que vendía CDs delante de un supermercado en Baton Rouge, Luisiana, murió a manos de dos agentes que le dispararon cuando ya había sido reducido.
El gobernador de Minnesota afirma que ha hay un poso racista en la muerte, que todo hubiese sucedido de un modo distinto "si fueran blancos"
El gobernador de Minnesota, Mark Dayton llamó al jefe de Gabinete de la Casa Blanca, Dennis McDonough, para solicitarle que el Departamento de Justicia abra "de inmediato" una "investigación federal independiente" sobre la muerte de Castile, tal como ha hecho también en el caso de Sterling. El agente implicado, cuya identidad no se ha revelado, ha sido suspendido de empleo pero no de sueldo mientras se investiga el incidente, según el jefe de la policía de St. Anthony, Jon Mangseth.
Estremece en el vídeo la serenidad, real o fruto del shock, con que la mujer se queja de lo que está ocurriendo ante un policía que sí está fuera de sí. “¡Joder! Le dije que no buscara nada, le dije que mantuviera la cabeza alta”, grita el agente. La mujer replica con calma: “Le dijo que le diera su carnet de identidad y su licencia de conducir, señor”, y continúa “Dios mío, no me digas que mi novio ha muerto, no me digas que se ha ido así…”. El agente, que no baja la pistola en todo el tiempo, le insiste en que “mantenga las manos donde las tiene”. “Lo haré señor”, dice ella y, ya cerca del sollozo, repite: “No me diga que ha hecho esto, señor, le ha disparado cuatro balas, y él estaba buscando su carnet y su licencia de conducir”. Su hija pequeña presencia la escena desde el asiento trasero. El gobernador Dayton admitió ante la prensa por la tarde que veía un sesgo racista en el caso y que sentía que "hubiese acabo de un modo distinto si hubiesen sido blancos".
En Estados Unidos, de la misma forma en que se recomienda llevar GPS o rueda de repuesto, hay un consejo habitual en el caso de que a uno le pare la policía en la carretera: jamás meta las manos en la guantera o en el bolsillo hasta que le den permiso explícito, jamás salga del coche si no se le ha pedido y deje las manos visibles en el volante o el salpicadero en todo momento. Porque en el país más rico del mundo, y también una de las sociedades desarrolladas más violentas, un policía nervioso puede convertirse en un problema muy serio. La proliferación de armas hace que muchos policías argumenten el miedo a morir en lo que podrían ser inspecciones rutinarias. Castile llevaba un arma en el coche (tenía el reglamentario y se lo avisó, según su novia).
El periódico The Guardian lleva un recuento de las personas muertas a manos de la policía en Estados Unidos en 2016: esta madrugada la cifra pasó de 560 a 561. La inmensa mayoría de los miembros de esta lista eran afroamericanos o latinos. En 2015, el rotativo contó 1.146, la abrumadora mayoría eran negros. Estas muertes han dado nombre y fuerza al movimiento Las vidas negras importan (Black lives matter), los sucesos de esta semana lo ponen en tela de juicio.
"Todos los americanos debemos estar profundamente preocupados" por lo sucedido en Luisiana y Minesota, dijo el presidente, Barack Obama, en su cuenta de Facebook, y lamentó que estas tragedias se han visto "demasiadas veces". "Independientemente de los resultados de estas investigaciones, lo que está claro es que estos disparos mortales no son incidentes aislados, sino una muestra de los retos de nuestro sistema de justicia penal, de las disparidades raciales", recalcó.
Obama dejará la presidencia en noviembre sin resolver el problema de las armas de fuego y frecuencia de los abusos policiales en el país, dos problemas con los que se encontrará también el futuro inquilino de la Casa Blanca, se llame Hillary Clinton o se llame Donald Trump.
La desconfianza entre la comunidad negra y las fuerzas policiales es una vieja lacra de Estados Unidos, un problema no resuelto en el trauma racial de este país, pero la revolución digital, los teléfonos con cámara que pueden difundir las historias globalmente y al instante, han hecho visibles los problemas a los ojos de todo el mundo.
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