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El Ramadán trastoca la vida de los 1.700 millones de musulmanes

El ayuno religioso se retrasa un día en Marruecos, mientras en España lo siguen 1,9 millones

Musulmanas indonesias rezan este lunes en Yogyakarta.Foto: atlas

El mes sagrado musulmán de Ramadán, que comienza entre mañana lunes y el martes, trastoca la vida de 1.700 millones de personas que profesan el islam en el mundo y suponen un 22 % de la población global.

Las horas de abstinencia entre el alba y el ocaso -en las que no se puede comer, beber ni fumar- obligan a adaptar durante todo un mes horarios de trabajo, cambiar fechas de exámenes, modificar citas profesionales, y sobre todo alteran por completo el ritmo cotidiano de cada persona, concentrando en la noche todas las actividades.

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En Ramadán se vive de noche, porque es en las horas nocturnas cuando los creyentes comen, se reúnen, van a la mezquita, vuelven a comer, ven la televisión y hasta celebran conferencias y reuniones de trabajo.

Resultado: son muchas las personas que duermen poco y mal (debido a las digestiones de comidas copiosas) durante el mes de Ramadán, y en Marruecos, por ejemplo, la Sociedad del sueño y la vigilancia ha lanzado una campaña para sensibilizar a los conductores para no tomar el volante si no han dormido sus ocho horas.

Este año, como los anteriores, al caer el Ramadán en pleno solsticio de verano, las horas de sol son larguísimas: en España, en mitad del mes sagrado, el ayuno durará 17 horas y 20 minutos, quedando menos de siete horas para la ruptura.

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Similares son los tiempos en el mundo árabe, y aún más rigurosos (con más horas de luz y de abstinencia) cuanto más al norte, con la población musulmana del norte de Europa sufriendo los ayunos más largos.

En algunos países, como en Marruecos, el Gobierno adapta el reloj y lo retrasa una hora durante todo el mes: aunque el tiempo de abstinencia sea el mismo, la hora de la ruptura llega antes y es más llevadera.

No sólo los hogares "tiran la casa por la ventana" para presentar una mesa llena de manjares durante todo el mes; también las cadenas de televisión hacen en Ramadán sus mayores inversiones anuales en programas de entretenimiento, entre los que triunfan las series locales, las comedias o los programas de cámara oculta.

El consumo de televisión en Ramadán bate todos los récords, pues se aguarda la ruptura del ayuno en familia, mirando la televisión, y el aparato sigue encendido entre la primera comida (el "iftar") y la cena: un "prime time" de más de dos horas.

Pero lo que sin duda bate los récords es el consumo de alimentos: la cantidad de huevos, dátiles, leche, harina, azúcar y carne es en este mes, paradójicamente, muy superior a cualquier mes del año, porque si hay algo triste para un musulmán es pasar hambre en las noches de ramadán.

También los nutricionistas se afanan en Ramadán dando consejos sobre el buen comer y el buen dormir, recordando (sin mucho éxito) que los diabéticos y enfermos no deben ayunar y que el deporte debe hacerse de forma moderada, y en ningún caso (como sucede con frecuencia) justo antes de la ruptura del ayuno.

La asistencia a las mezquitas también aumenta durante el Ramadán: si durante el año la gran mayoría de creyentes acude solo una vez por semana, para el rezo de los viernes, son muchos los que en este mes acuden al templo una y hasta dos veces al día, para el rezo de la noche y para una oración especial típica de este mes llamada Tarawih.

Ramadán es un mes de prosperidad para los comerciantes, y sobre todo los de alimentos, pero en el resto de sectores la productividad baja varios enteros, aunque no existan casi estudios al respecto, ya que supondrían cuestionar las bondades del mes sagrado.

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