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El Papa Francisco lamenta: “¿Qué te ha pasado, Europa?”

Francisco recibe el premio Carlomagno de manos de los jefes de las instituciones de la UE

Claudi Pérez
El papap Francisco recibe el premio Carlomagno este viernes en el Vaticano.
El papap Francisco recibe el premio Carlomagno este viernes en el Vaticano.REUTERS

“Qué te ha pasado, Europa?”. El Papa recibió este viernes en El Vaticano el premio Carlomagno en presencia de los grandes líderes europeos: los tres presidentes de las instituciones —Martin Schulz, Donald Tusk y Jean-Claude Juncker— y la mujer más poderosa del continente, la canciller Angela Merkel. Con esa pregunta retórica, que resume a la perfección un discurso incisivo e inspirador, Bergoglio reclamó a Europa cambios profundos en su política económica y en el desafío migratorio. “La identidad de Europa es multicultural”, dijo.

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Como agradecimiento al premio Carlomagno, que otorga la ciudad alemana de Aquisgrán y que distingue a personalidades en el ámbito europeo, el Papa forjó un discurso que pivota en una pregunta retórica (“¿qué te ha pasado, Europa?”), y que se contestó él mismo con un mensaje directo y a ratos severo, pero también inspirador, con varias ráfagas del líder afroamericano Martin Luther King: “Sueño con una Europa en la que ser inmigrante no sea un crimen. Sueño con una Europa en la que los jóvenes puedan tener empleos dignos bien remunerados. Sueño con una Europa en la que no se dirá que su compromiso con los derechos humanos fue la última utopía”.

Cada uno de esos sueños es un varapalo a las instituciones europeas y, en particular, a algunos Estados miembros que se han especializado en ponerse de perfil en cada una de las crisis del continente, que son muchas. El Papa armó así un discurso muy político —“Europa se está atrincherando. Y buscando soluciones con un rendimiento político cortoplacista, fácil, efímero”—, con formidables cargas de profundidad económicas —“hay que pasar de una economía líquida, basada en la especulación y la corrupción, en la deuda y los intereses, a una economía social”—. Y apuntó que tras problemas como el de los refugiados “hay a menudo juegos de poder económicos”. “Frente a la tentación de replegarse, Europa tiene que recuperar su identidad. Y su identidad es esencialmente dinámica y multicultural”, dijo. “Frente a la tentación de uniformizar, Europa debe integrar a culturas diversas y evitar así lo que sería una cruel exclusión”, remachó. Varios países de la UE se niegan a acoger refugiados musulmanes, con la excusa de que eso provocaría tensiones políticas. Bergoglio no señaló culpables, pero fue claro: “El problema no es la tensión política, el peligro es uniformizar el pensamiento; Europa se ha ido atrincherando en lugar de promover sus valores humanistas. Hace falta coraje para renovar el proyecto europeo”.

Errores del pasado

El jefe del BCE, el romano Mario Draghi, criticó en su día “la amnesia prolongada y complaciente” de los miembros de la eurozona, que durante años ignoraron los riesgos que acabaron en una profunda crisis económica. Esa crisis es hoy política. Y Bergoglio apuntó este viernes en la misma dirección de Draghi sobre las causas y consecuencias de ese lío: “Europa necesita una especie de transmisión de memoria: recordar para no repetir errores del pasado, apropiarse de las experiencias que permitieron remontar las crisis anteriores”. Y no se mostró demasiado optimista: “Los grandes ideales han perdido atractivo, Europa da la impresión de estar en declive, ha perdido capacidad para ser efectiva ante los problemas”.

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Tras ese diagnóstico llegaron los sueños de Bergoglio, en un crescendo final demoledor: “Sueño una Europa joven capaz de ser aún madre porque respeta la vida; sueño una Europa que se hace cargo del niño, socorre al pobre y a los que buscan refugio; sueño una Europa que escucha y valora a los enfermos; una Europa donde ser inmigrante no sea delito sino invitación a un mayor compromiso con la dignidad del ser humano; sueño una Europa de la cual no se pueda decir que su compromiso con los derechos humanos ha sido su última utopía”.

Al acabar esa especie de epístola a los europeos, en la bellísima estancia en la que Francisco recibió el galardón —la sala Regina— ante la presencia del rey Felipe VI y unos 700 invitados, retumbaba todavía la pregunta retórica emboscada en la arenga del pontífice: “¿Qué te ha pasado, Europa?”.

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Sobre la firma

Claudi Pérez
Director adjunto de EL PAÍS. Excorresponsal político y económico, exredactor jefe de política nacional, excorresponsal en Bruselas durante toda la crisis del euro y anteriormente especialista en asuntos económicos internacionales. Premio Salvador de Madariaga. Madrid, y antes Bruselas, y aún antes Barcelona.

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