“Durante años no escuchamos a Italia y Grecia cuando pedían solidaridad europea”
El vicepresidente del Gobierno comunitario defiende repatriar a los migrantes sin derecho al asilo en la UE y anuncia que la Comisión tendrá una nueva hoja de ruta en junio
La Comisión Europea se dispone a presentar su propuesta para la revisión de los acuerdos de Dublín en materia de derecho al asilo. Frans Timmermans, vicepresidente primero de la Comisión y comisario de Mejora de la Legislación, Relaciones Interestitucionales, Estado de Derecho y Carta de los Derechos Fundamentales, explica cuáles son las directrices del Ejecutivo comunitario para hacer frente a la emergencia migratoria.
Pregunta: ¿Cuál será la filosofía de la nueva propuesta?
Respuesta: Nuestra idea es proponer un sistema mediante el cual, si un país se ve sobrepasado por una masiva llegada de refugiados, se ponga en marcha automáticamente un mecanismo por el que los solicitantes de asilo se redistribuyan por toda la Unión Europea sobre la base de cuotas predefinidas.
P: Hay una propuesta para sancionar a los países que no respeten su cuota de acogida haciéndoles pagar 250.000 euros por cada refugiado que no admitan...
R: Nuestra propuesta es que aquellos que no quieran o no puedan demostrar su solidaridad acogiendo el porcentaje de refugiados que les corresponda, ayuden a los países que se hagan cargo de ellos con una dotación financiera que facilite su acogida.
P: Lo que es solidaridad, en este asunto, se ha visto más bien poca...
R: ¿Cómo hemos llegado a esta crisis? Porque durante años no quisimos escuchar a Grecia y a Italia cuando pedían solidaridad al resto de los europeos. Esta situación se prolongó durante muchos años. Y al final Italia y Grecia nos dijeron: de acuerdo, pues si no nos ayudáis, tendremos que resolverlo por nuestra cuenta. Y dejaron de aplicar las normas de Dublín. Desde sus mismos orígenes, el problema estriba en la falta de solidaridad colectiva. Y ese es el problema que debemos resolver, porque cuando se concibió Dublín no se preveía que un país pudiera verse sobrepasado por una afluencia excepcional de refugiados. Cualquier proposición que hagamos debe estar destinada a resolver el problema de la solidaridad, de lo contrario es mejor no plantear ninguna.
P: Pero el problema de Italia, más que los solicitantes de asilo, son los emigrantes irregulares...
R: La reforma de Dublín es solamente un ladrillo de un edificio mucho mayor. Por ello soy un firme defensor del migration compact, la propuesta italiana para hacer frente al flujo proveniente de África que enmarca la cuestión en un contexto mucho más amplio. Nos es necesaria la policía de fronteras europea, con el fin de proteger mejor nuestras fronteras exteriores. Y además, tal como plantea la propuesta italiana, debemos estipular una serie de acuerdos con terceros países cuyos emigrantes no tienen derecho a asilo político y que por lo tanto deben ser repatriados. Si no somos capaces de distinguir claramente entre quienes están necesitados de protección internacional y quiénes no lo están, y si esta distinción no da lugar a la repatriación de quienes no tienen derecho al asilo, todo lo que hagamos estará destinado al fracaso. Por eso estoy completamente de acuerdo con [Matteo] Renzi cuando afirma que si no logramos realizar las repatriaciones, ni siquiera habremos empezado a resolver este problema.
P: ¿Y qué se va a hacer a este respecto?
R: [Jean-Claude] Juncker me ha confiado la tarea de desarrollar, junto con mis colegas, la respuesta de la Comisión a la propuesta italiana, de modo que podamos presentar nuestro plan en junio, explicando las modalidades en las que vamos a traducir la migration compact italiana en políticas concretas.
P: ¿Europa se hará cargo de las repatriaciones?
R: La responsabilidad principal de la repatriación sigue siendo de los Estados miembros. Si hace falta, podremos ayudar a los países que lo necesiten, como ya lo hemos hecho en el caso de Grecia. Grecia no es comparable con Italia, es evidente. Italia cuenta con estructuras sólidas y las autoridades tienen la situación perfectamente bajo control. Pero si se produjera una situación de necesidad, con Italia sobrepasada por la cantidad de emigrantes irregulares que han de ser repatriados, obviamente la ayudaríamos con todos los medios a nuestro alcance.
P: Hasta ahora, el dinero destinado a los acuerdos de repatriación con África, en el 'Fondo UE-África, asciende a 1.800 millones, frente a los 6.000 millones destinados sólo a Turquía. ¿No le parece insuficiente?
R: Lo que ocurre es que el conjunto de fondos que la UE y los Estados miembros destinan cada año para el desarrollo en África es mucho más elevado. En total se trata de 20.000 millones aproximadamente. Es necesario, en todo caso, reorientar el uso de estos fondos para asegurar que todos los países beneficiarios acepten la repatriación de sus nacionales. La elección es muy clara: o exportamos estabilidad hacia estos países o estamos destinados a importar inestabilidad. El principio de actuación es el mismo que se ha utilizado con Turquía, pero la manera en la que se aplica es diferente y debe ser adaptado a medida con cada país concreto.
P: Hablando de Turquía, la Comisión ha dado luz verde a la liberalización de visados para los ciudadanos turcos. ¿No creen estar siendo demasiado blandos con Ankara?
R: No, en absoluto. La liberalización de visados está condicionada a parámetros muy claros que Turquía se ha comprometido a cumplir. En cuanto al respeto a los derechos humanos, la libertad de prensa y el Estado de derecho, no será dando la espalda a Turquía como veamos producirse los avances. El proceso de adhesión nos ofrece en cambio la posibilidad de mantener un diálogo sobre estas cuestiones con las autoridades turcas.
P: Volviendo al asunto de las repatriaciones, ¿a qué obedece el que la Comisión esté presionando a Italia para que aumente el número de centros de detención en los que confinar a los inmigrantes irregulares antes de su deportación?
R: Si no se controla a los emigrantes que no reúnen los requisitos para el asilo y que han de ser repatriados, estos acaban por desaparecer para reaparecer más tarde en otros Estados miembros. Debemos encontrar la manera de mantener a estas personas bajo control para que puedan ser repatriadas. Como es obvio, esto resulta más fácil si la repatriación se realiza rápidamente. Lo que pedimos a Italia está estrechamente vinculado con la celeridad con la que se consiga repatriar a los emigrantes irregulares a sus países de origen.
P: Lo cierto es que la repatriación de la gente no resulta tan sencilla...
R: Naturalmente. Es un proceso complicado. Y una de las razones es la falta de cooperación de los países de origen. Para ello es preciso aumentar nuestros esfuerzos para que estos países muestren interés para aceptar el envío de emigrantes irregulares. No basta simplemente con forzarlos o amenazarlos. Debemos ofrecerles oportunidades para el desarrollo, como sostiene la propuesta italiana.
P: ¿Cree usted que la preocupación de Austria acerca de una posible invasión de emigrantes a través del paso del Brennero [en la frontera italoaustriaca] está justificada?
R: Debemos abordar el problema de manera racional. Por el momento, no hay indicios de que exista un problema digno de preocupación con el flujo de emigrantes. Nuestro objetivo es restaurar Schengen a finales de este año. Para ello pueden hacerse necesarios controles en las fronteras de la ruta de los Balcanes, dado que el control de las fronteras exteriores en Grecia aún presenta carencias. Pero esa situación no puede compararse de ninguna manera con la de Italia. El parangón entre el paso del Brennero y la ruta de los Balcanes no está basado en hechos, está basado en emociones. Nuestro deber, como Comisión, es el de basarnos en los hechos, y los hechos no subsisten en este caso. No veo elementos que justifiquen en este momento el cierre de la frontera entre Austria e Italia.
(Traducción de Carlos Gumpert)
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