Muere Beau Biden, hijo del vicepresidente de Estados Unidos
El político de Delaware, que en 1972 sobrevivió a un accidente en el que murieron su madre y su hermana, tenía un tumor cerebral
La tragedia golpeó este sábado a la familia del vicepresidente de Estados Unidos. Joseph Robinette Beau Biden III, el hijo mayor de Joe Biden, murió por un tumor cerebral. Tenía 46 años.
Beau Biden, veterano de Irak, fue fiscal general de Delaware entre 2007 y el pasado enero y aspiraba al cargo de gobernador en este Estado del nordeste de EE UU.
“Sabemos que el espíritu de Beau sobrevivirá en todos nosotros, en especial a través de su valiente esposa, Hallie, y sus dos hijos destacables, Natalie y Hunter”, dijo el vicepresidente en el comunicado en el que anunció la muerte de su hijo.
En 1972, cuando tenía 29 años y se preparaba para asumir el cargo de senador por Delaware, Joe Biden perdió en un accidente de tráfico a su esposa, Neilia, y a su hija de 12 meses, Naomi. En el mismo coche viajaban Beau y su hermano menor, Hunter.
Años después, Joe Biden, que es católico, confesaría que había llegado a entender por qué alguien querría suicidarse. “No había palabras, ni oraciones, ni sermones que me calmasen”, escribió en sus memorias, Promises to Keep: On Life and Politics (Promesas que cumplir: de la vida y la política). “Sentí que Dios me había estafado, y yo estaba enfadado”.
Biden se casó después con su actual esposa, Jill, y ambos tuvieron una hija, Ashley, y él se convirtió en una de las figuras de referencia en el senado. En 1987 fue por primera vez candidato a la nominación del Partido Demócrata. Al año siguiente, los médicos le descubrieron un aneurisma cerebral. Antes de la operación, Biden les dijo a sus hijos que, si moría, cuidasen a su hermana y madre.
—No digas esto, papá —le respondió Beau—. Tú no te vas a ningún sitio.
Biden, entonces, bromeó:
—Por cierto, en mi lápida no quiero que ponga senador y estas cosas. Quiero que ponga: hijo, hermano, marido, padre… atleta.
Biden reconstruye este diálogo en sus memorias.
La familia estalló en una carcajada. Sabían que nadie se creería lo de atleta. El humor de Biden, su talento para reírse de sí mismo, es uno de sus rasgos distintivos.
El presidente Barack Obama, que lo eligió como candidato a vicepresidente tras competir con él por la nominación demócrata en 2008, tiene en él a un colaborador leal. Jamás ha intentado hacerle sombra ni, como ha ocurrido en otros casos, ha expresado su discrepancia o desagrado por unas funciones que con frecuencia son más protocolarias que ejecutivas.
Joe Biden, un político profesional y pragmático que en campaña sabe sacar partido a sus raíces blue collar, u obreras, llevó la enfermedad de su hijo con enorme discreción. Los primeros síntomas se manifestaron en mayo 2010, según el diario The News Journal de Delaware. Los síntomas persistieron. The News Journal explica que, en 2013, mientras pasaba unas vacaciones en Indiana, se sintió débil y desorientado. Poco después los médicos le operaron por una lesión en el cerebro.
“Como su papá, Beau era bueno, tenía un gran corazón, era un católico devoto y un hombre profundamente fiel, que cambió todas las vidas que tocó, y que vive en sus corazones”, dijo Obama en un comunicado.
Obama citó unas palabras del poeta W.B. Yeats, irlandés como los antepasados de Biden, sobre las ventajas de creer en lo mejor de cada ser humano. “Beau Biden", glosó el presidente, "creía en lo mejor de todos nosotros”.
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