“La mayor amenaza no es el Estado Islámico sino el colapso de Irak y Siria”
El decano de la School of Advanced International Studies (SAIS) de Washington opina que "en Oriente Próximo el sectarismo es parte de la identidad"
En un momento en que la sombra del grupo Estado Islámico (EI) planea sobre Oriente Próximo, Vali Nasr alerta de algo mucho más grave. “La mayor amenaza para la región no es el EI per se, sino el colapso de los dos grandes estados árabes de la región: Irak y Siria”, declara este politólogo que dirige la School of Advanced International Studies (SAIS) de la Universidad Johns Hopkins de EEUU. Nasr conversó con EL PAÍS durante una pausa en los debates del World Economic Forum que este martes se clausuró en Dubái.
“El ascenso del EI, en su actual formulación, amenaza con borrar la frontera entre esos dos países y crear una entidad suní que se extendería desde Turquía hasta casi Bagdad”, asegura el decano de SAIS. “Incluso si mañana se derrota al EI, la cuestión sigue siendo cómo mantener Irak y Siria con sus fronteras actuales porque si no se logra, surgirán otros grupos similares después del EI”, añade convencido de que el verdadero problema es que “ahora mismo no existe una forma clara de mantener la integridad de Irak y de Siria”.
El autor de The Shia Revival: How Conflicts within Islam Will Shape the Future se remonta hasta la revolución iraní de 1979 para explicar el creciente peso del sectarismo en los países de la región. Desde entonces otros sucesos clave lo han alentado: el ascenso de Hezbolá durante la guerra civil libanesa, la invasión estadounidense de Irak y ahora, el colapso de Siria.
“Es inevitable. En Oriente Próximo, la afiliación sectaria es identidad de la misma forma que la etnia lo es en otras partes del mundo. Define quién eres, al margen de que uno sea laico”, explica.
Nasr recuerda que ésta es una región en la que existe el nacionalismo, pero no hay pluralismo ni concepto de ciudadanía. Además, o las minorías gobiernan a mayorías (Siria, Bahréin y el Irak de Sadam), o cuando gobierna la mayoría no da oportunidad a las minorías (Arabia Saudí con los chiíes, Irán con los suníes).
“La invasión estadounidense de Irak lo puso de relieve porque eliminó la dictadura y dijo a los iraquíes: ahora vosotros decidís, y eso significó un cambio del equilibrio de poder a favor de los chiíes, que son mayoría allí. La primavera árabe hizo lo mismo que la intervención militar estadounidense en Irak, en países como Bahréin o Siria. Y aún estamos lidiando con esa situación”, recapitula el politólogo.
Pregunta: En su opinión, Oriente Próximo va a tener que hacer frente al sectarismo hasta que se resuelvan los problemas creados por años de dictaduras y la ausencia de ciudadanía. ¿Eso significa hasta que se democratice?
Repuesta: “Sí, pero democratización real porque la democratización inicial, que consiste solo en votar, agrava la situación al dividir entre ganadores y perdedores”.
Nasr precisa convencido de que “es posible que la gente de Oriente Próximo viva junta, pero va a llevar algún tiempo”. Pone como ejemplo el caso de Irak, donde chiíes y suníes no quieren separarse al modo de los kurdos. “Ambos reclaman un Irak que es mutuamente excluyente. Es como un mal matrimonio en el que ninguno de los dos quiere divorciarse, pero en algún momento tienen que solucionar sus problemas, o separarse”, expone.
Pregunta: Y con Irán, ¿habrá acuerdo nuclear?
Respuesta: “Cualquier negociación tan complicada como ésta tiene muchas cosas que pueden salir mal. Pero por primera vez, ambas partes quieren lograrlo y ha habido muchos gestos en ese sentido”
Nasr, que nació en Teherán aunque hoy es ciudadano estadounidense, responde con cautela. En su opinión, tanto Barack Obama como Hasan Rohaní necesitan el pacto, aunque “les va a resultar difícil venderlo internamente”. Menciona el triunfo de los republicanos en las recientes elecciones al Congreso de EEUU y el maximalismo de los sectores más conservadores en Irán.
Pero esas dificultades no logran eclipsar el significado extraordinariamente simbólico de lo que ya se ha conseguido. “El mero hecho de que el ministro iraní de Exteriores y el secretario de Estado norteamericano pasen horas hablando es un cambio radical después de 35 años”, defiende. También para la región, donde desde 1979, la política ha consistido en contener a Irán. “Su cambio de status va a suponer un shock. Exige pensar un Oriente Próximo distinto en el que Irán no será un objetivo de la guerra fría, sino que tendrá una relación con EEUU”, advierte.
De momento, sin embargo, los vecinos siguen recelando de Irán, en especial Arabia Saudí. “Va a llevar tiempo”, admite Nasr, quien recuerda que no existe un mecanismo regional para regular la relación de rivalidad entre ambos países.
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