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La vida entre enmiendas y ciudadanos

Los eurodiputados luchan por conectar a los lejanos votantes con las frías directivas

Imagen del Parlamento Europeo en Estrasburgo
Imagen del Parlamento Europeo en EstrasburgoReuters

Desde el catalán de CiU que intenta meter el independentismo en la agenda a la ‘tory’ británica que critica a Estrasburgo o el verde alemán que lucha por proteger los datos, los diputados conjugan ideología y nacionalidad.

"Voy con la sexta marcha puesta"
Ramon Tremosa, Convergència Democràtica de Catalunya

Ramon Tremosa.
Ramon Tremosa.TEJEDERAS

"Europa está en el bolsillo del ciudadano: el euro, el móvil, que baja sus tarifas gracias a la acción del Parlamento Europeo, el billete de avión, que antes era prohibitivo… Mi misión es explicar en positivo que la poca Europa que tenemos ha dado de sí bastante". Ramon Tremosa, eurodiputado catalán de 48 años, emplea ejemplos tangibles para desmontar el mito de que las instituciones comunitarias viven de espaldas a la ciudadanía. "Lo más bonito es poder dejar tu huella en las legislaciones. Y también el contacto con la población local porque, aunque estés en la Eurocámara, no dejas de representar a tu territorio", explica, orgulloso de ser "uno de los diputados más activos, con casi 1.100 preguntas presentadas".

Tremosa, único nacionalista catalán presente en Estrasburgo en la última parte de la legislatura, desarrolla una actividad frenética desde hace cuatro años. "Los lunes cojo el avión en Barcelona a las nueve y a partir de ahí participo en reuniones con mi grupo [los liberales], con la Comisión Europea, con el Banco Central Europeo… Tengo también muchas peticiones de pescadores, ganaderos y otros colectivos porque en Cataluña hay mucha tradición de dirigirse al diputado de Convergència [el partido al que pertenece, al frente del Gobierno catalán]. El jueves por la tarde regreso a Barcelona y voy con mi mujer a cantar a una coral, para mantener el contacto local. El viernes trabajo en mi despacho y el fin de semana lo dedico a mis hijos; tengo tres. Así que el lunes, cuando vuelvo a Bruselas o a Estrasburgo, duermo como un bebé", bromea para explicar las dificultades de conciliar la vida pública con la privada.

A sus muchas labores oficiales, Tremosa ha sumado recientemente otra de gran repercusión: defender en Europa las bondades del independentismo catalán. "Informalmente, hablo con altos funcionarios de la Comisión, colaboro con think tanks, acepto dar charlas y responder preguntas… Percibo mucho interés de los compañeros eurodiputados de otros países. En cambio, de los dos grandes partidos españoles [PP y PSOE], ni uno me ha preguntado qué está pasando en Cataluña", relata asombrado y consciente de que en los próximos meses seguirá dedicando muchas horas a este proceso. "Voy con la sexta marcha puesta", resume.

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Lucía Abellán (El País).

"Me opongo con todas mis fuerzas a la UE"
Ewald Stadler, Partido Rekos austriaco.

Ewald Stadler.
Ewald Stadler.DIETER NAGL (GETTY)

Soy conservador y cristiano. Estuve políticamente próximo a Jörg Haider hasta su muerte, y pertenecí a los partidos que él dirigió, primero el FPÖ y luego el BZÖ. Me fui de este último porque consideraba que Joseph Bucher, el sucesor de Haider, se había vuelto demasiado liberal. Fundé mi propio partido, Rekos (Reformistas conservadores), y resulté elegido en 2009.

Me opongo con todas mis fuerzas a la Unión Europea. Jörg Haider y yo denunciamos el Tratado de Maastricht y después el de Lisboa: nuestra crítica es esencialmente que utilizarlos como base para crear un nuevo súper Estado es un pésimo punto de partida. Para crear un Estado, hay que poder construir un sentimiento nacional, y los europeos no van a poder vivir jamás como una nación unida, al menos sin experimentar una guerra civil o una revolución. ¿Y eso es lo que queremos? Sobre todo, porque el otro defecto fundamental de la UE es que no reconoce sus raíces cristianas. Por consiguiente, no puede existir una política común.

A partir de ahí hago mi trabajo como diputado de la oposición. Como vivo a 80 kilómetros de Viena, cada semana tomo el coche, el tren o el avión; tardo algo más de tres horas en llegar a mi despacho de Bruselas, y más de seis horas en llegar al de Estrasburgo, una vez al mes.

El Parlamento Europeo es el único medio que tengo a mi alcance para tratar de disminuir el poder de la UE sobre las naciones y reafirmar nuestros valores cristianos, la única manera de luchar eficazmente contra el islam. No me siento aislado en absoluto en el Parlamento por ser diputado de extrema derecha. Muchos colegas comparten mis ideas, pese a que no me siento cercano a la extrema derecha húngara ni la griega, porque sus partidos no tienen una base cristiana. Mi labor, como la del británico Nigel Farage (UKIP), es impulsar la máxima reducción posible del proyecto de Estado europeo.

Marion Van Renterghem (Le Monde).

"A veces me despierto y no sé dónde estoy"
Roberto Gualtieri, Partido Democrático italiano.

Roberto Gualtieri.
Roberto Gualtieri.

Europa es el símbolo de una unidad en la diversidad y en la multiplicidad que en el Parlamento se manifiesta de manera indudable. Lo múltiple, aquí, es un dato jurídico y político, pero se convierte en un elemento práctico, concreto, que deja su impronta en la vida de cada diputado. La consigna es la "multitarea", hay que saber hacer todo y de todo. Es fundamental la organización, que debe ser racional y minuciosa. Cada cuarto de hora está programado desde mucho antes, lo cual, muchas veces, resulta tranquilizador. Se trata de seguir un plan preciso que favorece sobre todo los encajes milimétricos necesarios para completar el cuadro. Los días se llenan de rituales sostenidos, intensos, salpicados de frecuentes imprevistos.

En la legislatura que termina he trabajado en más comisiones como relator y como relator de la oposición, y al mismo tiempo he sido coordinador en una de ellas. Ha sido un eslalon a menudo vertiginoso, entre preparar una intervención, redactar una enmienda y participar en alguna reunión inevitable. No hay que dejar nada a merced del azar, no hay que improvisar nada.

El hecho de desempeñar muchos papeles obliga a trabajar en distintos niveles. La multitarea va acompañada de una naturaleza "multinivel" que en Europa no es un concepto abstracto, sino la condición permanente de cualquiera que cada cinco años debe lograr el consenso en determinado territorio. Ser eurodiputado implica que, al mismo tiempo que se trabaja en el nivel de la UE, hay que vigilar la política nacional y la local, leer el Financial Times, las crónicas nacionales, las de la propia circunscripción. Y hallar tiempo para estudiar, junto al comunicado sobre la Unión bancaria, el relativo a los vertederos, dos cuestiones igualmente cruciales para la vida de los ciudadanos.

El Tratado de Lisboa ha añadido complejidad a la superposición, con el aumento de las competencias del Parlamento y el nuevo estatuto de los diputados como representantes de todos los ciudadanos de la Unión (y no, como antes, de los ciudadanos de sus respectivos Estados). La multiplicidad, pues, está a la orden del día; la más interesante es política y cultural. "Multicultura" y "multiparty", en pocas palabras. Si la profundización del proceso de integración y el aumento de las competencias del Parlamento han intensificado el trabajo parlamentario en Bruselas y Estrasburgo, la ampliación de la Unión ha aumentado las diferencias. El reto es ver juntos en el mismo lugar a verdes catalanes, representantes de la minoría rusa letona, comunistas chipriotas, piratas suecos, socialcristianos bávaros y socialistas belgas hijos de inmigrantes italianos, y comprender que no solo su vocabulario político, sino sus posturas revelan la influencia de sus respectivas historias y situaciones. Es fascinante, pero sobre todo indispensable para prever una votación o redactar una enmienda de compromiso, porque, además, las relaciones personales, a la hora de la verdad, son el patrimonio más importante. Las políticas y las formaciones se encuentran, se cruzan, hacen Europa. "Multilengua", por supuesto, y por fuerza.

Todo esto se produce de viaje en viaje, siempre en la carretera, entre mi casa de Roma, mi apartamento de Bruselas y mi hotel de Estrasburgo, segunda sede que por ahora no hemos conseguido eludir. A veces me despierto y no sé dónde estoy, si no tengo a mano las notas de Laura y Gabriele, mis dos ayudantes, que dan una dimensión más concreta a la geografía de la vida y de cada día. Comienza otra jornada "multi" en lenguas, políticas y culturas. "Multi", como debe ser Europa, para poder comprender por completo a sus ciudadanos.

Marco Zatterin (La Stampa).   

 "Ahora me centro más en lo fundamental"

Jan Philipp Albrecht, Los Verdes alemanes.

Jan-Philipp Albrecht.
Jan-Philipp Albrecht.

También hace falta tener suerte. Al principio me parecía increíblemente difícil mover algo en el Parlamento Europeo y conseguir captar la atención. Nadie te escucha de forma automática. Nadie espera que pueda llegar información interesante desde Bruselas. Aun así, tuve un comienzo relativamente fácil. Tenía 26 años y venía de las Juventudes Verdes de Alemania cuando fui elegido representante en el Parlamento Europeo. Así que enseguida me etiquetaron como el más joven de los diputados alemanes. Esto me vino bien a corto plazo porque despertaba interés. Interés en que la gente joven se tome en serio la política europea. Pero al cabo de un tiempo, la edad ya no desempeña ningún papel.

Entonces mi suerte fue el Acuerdo Comercial contra la Falsificación (ACTA por sus siglas en inglés). Yo estaba entre los que habían luchado contra ese acuerdo anti-piratería en el Parlamento. Al principio sin despertar apenas el interés público, pero luego la cosa cambió. La gente comprendió que este acuerdo influye directamente en sus vidas. Desde la firma del Tratado de Lisboa, el Parlamento Europeo tiene que aprobar los acuerdos internacionales que firma la UE. Conseguimos dejar bien claro este proceso y, finalmente, las amplias protestas públicas llegaron hasta el Parlamento y desembocaron en el rechazo del acuerdo. Esto supuso una auténtica revelación para mí. Resulta decisivo que exista realmente opinión pública sobre un tema.

Cuando eso ocurre, se puede conseguir mucho en el Parlamento Europeo. Más que en los parlamentos nacionales. Personalmente esto significa que tengo que despertar interés por mi trabajo y entonces tendré capacidad de influir en el Parlamento. No se consigue mucho sentado en las salas de conferencias de Bruselas o Estrasburgo. Tienes que ir a las capitales nacionales y también tienes que llevar tus temas a los medios de comunicación. Pero he aprendido otra cosa importante en estos cinco años en el Parlamento Europeo: ahora me centro más en lo fundamental.

En el caso del reglamento europeo de protección de datos, que era competencia mía en el Parlamento, se presentaron 3.999 enmiendas. Si te centras en objetivos fundamentales y no tratas de imponer tu criterio en cada cuestión de detalle, es más fácil alcanzar compromisos. He conocido aquí diputados que son, primero, de otro partido, segundo, de otro país, y tercero, de otra generación y, sin embargo, tienen mucho en común conmigo.

Daniel Brössler (Süddeutsche Zeitung)

"Estrasburgo no tiene sentido. Sale demasiado caro"

Julia Girling, Partido Conservador británico 

Julie Girling.
Julie Girling.

"Vivo en un pueblo de Gloucestershire y trabajo en Bruselas. Acabo pidiendo disculpas todo el tiempo porque mis trenes han salido con retraso. Se piensa que todos los eurodiputados usan el Eurostar, que todos vivimos en Londres. De lunes a jueves por la noche, estoy en Bruselas o Estrasburgo (una semana al trimestre nos quedamos en Gran Bretaña). Estoy en los comités de medio ambiente, pesca y agricultura. El trabajo político ocupa mucho tiempo, porque nuestro grupo de los Conservadores y Reformistas europeos es pequeño y tenemos que dedicar más cada uno (de nuestros 56 representantes, solo seis están en comités).

El viernes y el sábado trabajo en el Reino Unido. El suroeste es una zona rural y posee una costa enorme. De un lado a otro de mi circunscripción hay 380 kilómetros; puedo estar en Cornualles hablando con pescadores por la mañana y en Taunton, Somerset, hablando con productores de sidra, por la tarde. Si hay un conflicto de fechas, encuentro a alguien que me sustituya en Bruselas, para no faltar aquí.

La tradición democrática británica es que representamos a una circunscripción; la gente escribe a sus eurodiputados para contarles sus problemas. En muchos países de la UE no es así. Si se le habla a un europarlamentario español de algo que no sea un tema nacional o legislativo con repercusiones, como que mis electores tienen problemas inmobiliarios en España, me miran asombrados y me preguntan por qué me ocupo de eso.

Estrasburgo no tiene ningún sentido, tiene que terminar. Sale demasiado caro. Y no compensa. Se tarda todo un día en llegar hasta allí. Vuelo de Birmingham a Frankfurt y luego tengo tres horas de autobús. Estoy en el parlamento los cuatro días de 9 a 9, y, si tengo que hablar, hasta las 11 de la noche. Al final, solo estoy con mi familia los fines de semana. Cuando fui elegida eurodiputada, mis hijos ya se habían ido de casa. Y trato de no hacer nada los domingos. Tengo la suerte de que no soy una persona que se agobie demasiado. Me dedico a la jardinería. Tengo que decidir si voy a volver a montar a caballo, que es mi gran afición, después de un accidente que sufrí en navidades: ¡a mi edad, una se resiente! Lo malo de ser eurodiputada es que veo menos a mis amigos. Cuando la gente me pregunta por cosas de trabajo, pido que hablemos de otra cosa.

Para los europeos, Gran Bretaña es un incordio. "¿Por qué sois siempre tan distintos?", " los eurodiputados no hacen nada más que viajar y divertirse". Si me voy de vacaciones, nunca digo a nadie que soy parlamentaria europea. Si sale -si no me doy cuenta y digo que vivo y trabajo en Bruselasg-, digo que trabajo para un think-tank. Parece horrible, pero la gente es muy agresiva. Casi todo el mundo tiene opiniones muy asentadas sobre Europa, a pesar de no saber del tema. Muchas veces, están completamente en contra. Si se les pide que hagan un juego de asociaciones de palabras, al oír "Europa" y "miembro del Parlamento Europeo", lo primero que les viene a la mente es gastos, no trabajo y esfuerzo. Estoy de lo más dispuesta a defender mi trabajo, pero no cuando estoy descansando

En Europa, no solo se trabaja con distintos grupos políticos, sino con 28 nacionalidades diferentes. Y eso requiere tiempo, habilidad, diplomacia y tratar con gente que habla de forma muy directa, algo a lo que los británicos no siempre están acostumbrados. La gente me dice que me he vuelto mucho más franca desde que soy eurodiputada. Yo creo que me he hecho mucho más diplomática.

Nunca he visto ni encontrado a la candidata del UKIP en mi circunscripción. Veo las fotos que publican de la doctora Julia Reid, que vive en Wiltshire. Nada más. Los representantes del UKIP han cometido un fraude con el pueblo británico. Tener principios políticos no tiene que ver con el hecho de que nos pagan para representar a nuestros votantes. El trabajo del Parlamento Europeo es sobre todo legislativo. Pensar que la UE no debería elaborar legislación que afecte al Reino Unido es un punto de vista legítimo, pero ¿para qué están ahí entonces? Si les preocupa el excesivo dominio de Bruselas, pueden luchar en los tribunales. El UKIP se aprovecha de la plataforma que le permite dar el espectáculo y de la financiación. No les juzgo como personas, pero el argumento por el que no trabajan como eurodiputados tiene un defecto de base.

El UKIP es popular porque es antisistema. ¿"Únete al ejército del pueblo"? Me quedé asombrada cuando Farage empleó esa frase, es casi estalinista. Resulta divertido que a la gente le atraiga un mensaje antisistema de alguien que está tan dentro de él. No creo en absoluto que les atraiga lo que ofrece el UKIP, pero sí necesitamos ser conscientes de que están oyendo los cantos de sirena de una antipolítica que debemos examinar. Seguramente, la mayoría de la gente no sabe bien todo lo que el UKIP representa. Y tampoco creo que les apoyen por ser antieuropeos. Es más bien la insatisfacción con el cambio a todos los niveles. El UKIP propone una imagen bucólica e inalcanzable de una Gran Bretaña de otros tiempos.

Ha habido muchos eurodiputados del UKIP que querían pasarse a nuestras filas, pero no les hemos aceptado. En su partido, la lealtad es un concepto muy vago. En el Parlamento Europeo, los diputados de otros países no entienden al UKIP en absoluto. Muchos me dicen que, con lo educados, comedidos y organizados que somos los británicos, ¿cómo es posible que los representantes del UKIP sean tan antipáticos, maleducados y desagradables?

Cuando se habla de que la extrema derecha va a triunfar en las elecciones, se está haciendo referencia a UKIP, pero la verdad es que no existe un equivalente en ningún otro país. La base de la filosofía política de Marine Le Pen no se parece nada al UKIP, ni tampoco el Partido Popular de Dinamarca, ni Nuevo Amanecer o como se llame en Grecia. Esos son partidos nacionalistas de extrema derecha distintos a lo que es el UKIP.

En la actualidad, el Parlamento Europeo cuenta con 74 diputados del Reino Unido, y, si salen elegidos 24 del UKIP, como indican algunas encuestas, en la práctica serían 50, porque ellos no ejercen ninguna labor legislativa. Solo votan en los plenos porque no les queda más remedio. No votan en los comités ni presentan enmiendas.

¿Me arrepiento de haber enviado tuits contra el UKIP? No, nunca. La foto mía que más se ha tuiteado es la de un eurodiputado del UKIP dormido. Recibo correos que dicen que pueden dormir todo lo que quieran mientras nos saquen de la UE. Pero claro, ¿cómo lo van a hacer?

Testimonio recogido por Nabeelah Shabbir (The Guardian)

"Me preocupa la suerte del ciudadano europeo" 
Róza Thun, Plataforma cívica polaca

Róza Thun.
Róza Thun.

Aunque en el mapa podamos ver una Europa sin fronteras, existen todavía muchas barreras en la Unión en lo que se refiere a las cuestiones económicas. Me ponen nerviosa. Por eso lucho contra las fronteras que, aunque no sean tan visibles como las barreras, les hacen la vida muy difícil a los ciudadanos. Cuando decidí ser candidata al Parlamento Europeo, me puse como objetivo dedicarme a temas concretos que afectan a la vida cotidiana de los habitantes del continente, dado que en el Parlamento Europeo se adopta entre el 60 y el 85% de las leyes aplicables en los Estados miembros. La verdad es que hay mucho que hacer allí.

Me molestaban mucho los altos costes de itinerancia que se aplican a las llamadas realizadas con teléfonos móviles, los mensajes de texto y las conexiones a Internet dentro de la Unión Europea. Me parecía poco lógico que, a pesar de tener una Europa común, el uso del teléfono móvil nos salga más caro cuando nos desplazamos a otro país miembro. ¿Qué razón hay? Decidí poner fin al asunto cuando estaba trabajando en la Comisión de Mercado Interior. No fue ni mucho menos una tarea fácil. Con el fin de conseguir apoyo para mi idea, tuve que convencer a los otros diputados de diferentes países y facciones políticas para ganar de este modo la mayoría dentro de la Comisión y del Parlamento Europeo. Pero esto no fue lo más difícil. Empezaron a importunarnos con visitas inesperadas los representantes de las empresas de telecomunicaciones y los diversos grupos de presión que, obviamente, estaban en contra de que se redujeran las tarifas de itinerancia porque afectaría a sus beneficios. Afirmaban que de este modo no podrían seguir creciendo. Cuando la Comisión Europea presentó la propuesta de las nuevas tarifas, resultó que solo eran ligeramente más bajas que las existentes hasta el momento. Para mí era inaceptable. Decidí seguir luchando. Y conseguí convencer al Consejo de la Unión Europea, el principal órgano de toma de decisiones de la comunidad, de que apoyase mi punto de vista. Las negociaciones fueron duras. Me ayudó mi fluido manejo del inglés, el alemán y el francés. Además estoy aprendiendo el italiano, dado que los italianos, aunque representen un importante grupo nacional dentro del Parlamento Europeo, son poco duchos en lo que se refiere a los idiomas. Está claro que es algo muy distinto hablar con alguien de forma directa que hacerlo a través de un intérprete.

Por supuesto no se dio el caso de que todos aceptasen mis condiciones. Yo también, por mi parte, tuve que dar mi brazo a torcer en algunas ocasiones. Aun así, los europeos que viajan dentro de la Unión Europea ya están pagando mucho menos por la telefonía móvil que al principio del mandato que está llegando a su fin. Y será aún menos. La siguiente reducción ha sido aprobada y entrará en vigor en julio. No obstante, mi objetivo es la eliminación total de las tarifas de itinerancia, de tal manera que si vamos de vacaciones a Grecia o a esquiar a los Alpes, tengamos las mismas tarifas por el uso del teléfono móvil que en Polonia. Creo que, siendo realista, dicha solución se puede aplicar antes de diciembre del año que viene. Pienso luchar por ello durante mi siguiente mandato en el Parlamento Europeo, siempre y cuando me reelijan como eurodiputada.

No me gusta cuando en el Parlamento Europeo tienen lugar debates ideológicos. Da igual que sean de derechas o de izquierdas. Yo soy cristiana y católica, pero el Parlamento Europeo no es el foro para debatir acerca de mi manera de ver el mundo. No es el lugar para este tipo de discusiones. Es donde deberíamos hacer frente a cuestiones concretas que conciernen a millones de ciudadanos europeos, y no preguntarnos si Europa se está volviendo cada vez más de izquierdas, o tal vez esté girando demasiado hacia la derecha, algo que parece encantar a algunos diputados. Estos diputados actúan de esta forma por motivos populistas, para hacerle la pelota a sus votantes y aparecer en algunos medios de comunicación. Ojalá que la mayoría de los diputados que lleguen al Parlamento Europeo no tengan este talante, porque ¿cómo se supone que tendríamos que establecer las leyes? 

Además, Europa se enfrenta a nuevos retos. Seguirá habiendo trabajo. La idea de crear la unión de la energía me parece un proyecto muy importante, sobre todo ahora que Rusia está mostrando sus garras. Sería estupendo que solo un representante de toda la Unión negociase la compra del gas, en vez de que cada país lo haga de forma individual, como sucede ahora. A un cliente así de grande y fuerte habría que tenerle más respeto. Me encantaría poder ocuparme de esta cuestión en el Parlamento Europeo.

El próximo gran reto para la Unión es un acuerdo de colaboración con Estados Unidos. Nuestro objetivo debería ser la creación de un mercado único en Europa y América. Tengo previsto trabajar en la legislación que permita dicha solución. La misma tendrá repercusiones reales para las vidas de millones de ciudadanos a ambos lados del Atlántico. Merece la pena dedicar tiempo a este tipo de proyectos en Bruselas y en Estrasburgo. Aunque yo adoro mi Cracovia y Zakopane, donde también tenemos una casa familiar, Willa pod Jedlami [Casa de los abetos] en Koziniec, diseñada por Witkiewicz. Me gusta invitar a los amigos. Y entonces, a veces, con una copa de vino en la mano, hablamos de filosofía, historia, y debatimos sobre las diferentes ideologías. Allí hay tiempo para ello. Sin embargo, en el Parlamento Europeo, sigo con la intención de ocuparme de cuestiones muy concretas, para que la vida en la Unión Europea vaya siendo cada vez más fácil.

Tomiej Kuras (Gazeta Wyborcza)

Traducción. María Luisa Rodríguez Tapia: inglés, francés e italiano. News Clips: polaco y alemán.

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