Hollande exige al nuevo Gobierno que concilie crecimiento y justicia social
El presidente alecciona al nuevo consejo de ministros para que combata "la resignación y la desconfianza de las instituciones"
Cuando el presidente de la República Francesa, François Hollande, se dirigió a sus ciudadanos tras la derrota electoral del Partido Socialista en las elecciones municipales del pasado domingo, utilizó la expresión “gobierno de combate”. Este viernes, con motivo del primer Consejo de Ministros de Manuel Valls, aleccionó a sus tropas insistiendo en la metáfora bélica: “¿Combate contra qué? Contra el fatalismo, la resignación, la desconfianza en las instituciones”. El Ejecutivo debe actuar con “eficacia y rapidez”. Estos dos elementos, junto con la “coherencia”, son los ejes del mandato, según Hollande.
En su intervención en el palacio del Elíseo, Hollande asumió un rol de estadista, mucho más presidencialista de lo acostumbrado, al afirmar: “Se trata no tanto de legislar como de responder rápidamente a las expectativas de los franceses”.
Hollande es consciente, en medio de la presión de Bruselas para cuadrar sus cuentas —que el consejero político y banquero Matthieu Pigasse critica como “la sacrosanta pureza presupuestaria”—, de que la economía puede ser el detonante de un cambio político en las próximas elecciones presidenciales y legislativas. Por ello, aseguró que “estamos en una batalla económica que nos obliga, si queremos ganarla, a ser más competitivos, más solidarios y más innovadores”. En esa relación de desiderata hay una alusión al nombramiento de Arnaud Montebourg, ministro de Economía y hasta esta semana titular de Industria —o de la Recuperación, según su denominación original—, considerado del ala izquierda del Partido Socialista. Pero también hay una voluntad de conciliar dos objetivos: la consecución del crecimiento económico y la distribución de la riqueza.
“Hace años”, dijo el presidente, “que se pide sacrificios a los franceses, y no ven ningún resultado, o consideran inútiles esos sacrificios”. La frase encierra la voluntad de mostrar empatía con sus gobernados y una alusión a la política fiscal, que los críticos denuncian como un estrangulamiento del nivel de vida con poca eficacia redistributiva.
Para los próximos tres años, Hollande ha fijado tres objetivos por los que deberán pelear los 16 ministros de Valls. El primero es “el crecimiento duradero”, entendido como “más competitividad y más inversión para crear más empleo”. En ese contexto ha situado su pacto de responsabilidad —criticado desde la izquierda— anunciado en enero, “que será presentado en la Asamblea la semana próxima”. Será durante la presentación sobre las líneas maestras del programa de gobierno.
La segunda meta es “traducir las exigencias de justicia social”, relacionada con el llamado “pacto de solidaridad”, que atañe a “la educación, la formación de los jóvenes y el poder adquisitivo”. Su tercer objetivo será “la transición energética, que llevará a tomar una serie de decisiones en nuestros modos de transporte, de consumo y de producir”.
El primer ministro Valls, en colaboración con Hollande, presentará el miércoles, 24 horas después del tradicional discurso de política general, su segunda ronda de nombramientos en el Gobierno, que incluye a secretarios de Estado y ministros delegados, como ha anunciado el portavoz, Stéphane Le Foll, tras el Consejo de Ministros. Valls, según el diario Libération, ha realizado consultas con personas de su entorno, entre las que se encuentran el exministro Pierre Moscovici —que se postula como comisario de la UE—, el consejero de Hollande Aquilino Morelle y Matthieu Pigasse.
Valls, en colaboración con Hollande, presentará el próximo miércoles su segunda ronda de nombramientos
Apenas acabada la reunión en el Elíseo llegaba a los quioscos la edición del vespertino Le Monde, que recibe al “Gobierno de combate” de Hollande con una andanada en forma de artículo editorial. Para el principal rotativo de Francia no es de recibo que el nuevo ministro de finanzas, Michel Sapin, vaya a pedir a la UE un nuevo aplazamiento en su exigencia de objetivos de reducción de déficit público —la idea es llegar el 3% del PIB en 2015—.
“No es serio, es incluso desesperante por parte de un país que ha sido cofundador de la zona euro, que pretende ejercer un liderazgo compartido con Alemania en la Unión Europea y que da lecciones morales con facilidad”, sentenciaba. La prensa gala ha criticado como un resbalón del nuevo Gobierno la disputa sobre la atribución de las competencias de comercio exterior y turismo entre los ministros Laurent Fabius (Asuntos Exteriores) y Arnaud Montebourg (Economía).
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