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Obama desafía a los republicanos y nombra a Rice asesora de seguridad

El presidente coloca a su embajadora en la ONU después de que los cables de Bengasi la exoneraran de responsabilidad

Antonio Caño
Susan Rice, hasta ahora embajadora de EE UU en la ONU.
Susan Rice, hasta ahora embajadora de EE UU en la ONU.PETER FOLEY (EFE)

Susan Rice, la mujer a la que las críticas del Partido Republicano por el caso Bengasi impidieron ser secretaria de Estado, estará finalmente al lado de Barack Obama como consejera de Seguridad Nacional, cargo para el que hoy ha sido designada oficialmente. Desde esa posición, en la que sustituye a Tom Donilon y que no requiere confirmación del Congreso, Rice será la persona con más influencia sobre el presidente en el diseño de la política exterior.

Rice era la persona preferida por Obama para la secretaría de Estado, pero tuvo que renunciar a esa posibilidad tras verse en el epicentro de la tormenta desatada por la muerte el año pasado en el consulado norteamericano de Bengasi del embajador de Estados Unidos en Libia, Christopher Stevens, y otros tres ciudadanos norteamericanos. Rice, en ese momento y hasta la fecha embajadora en la ONU, compareció en televisión defendiendo la versión de que las muertes se habían producido como consecuencia de una manifestación de protesta que escaló hasta convertirse en un acto de violencia.

Posteriormente se supo, y la propia Rice admitió, que, en realidad, lo ocurrido en Bengasi había sido un ataque terrorista deliberado y planificado, pero la funcionaria no pudo evitar convertirse en el símbolo de una supuesta conspiración política para ocultar la negligencia de la Administración y proteger al presidente. La entonces secretaria de Estado, Hillary Clinton, tuvo que comparecer ante el Congreso en el marco de una investigación sobre esos hechos que todavía continúa abierta.

De haber tenido que pasar por el Capitolio para conseguir la ratificación, es prácticamente seguro que Rice nunca hubiera obtenido su cargo, puesto que los republicanos siguen considerando el episodio de Bengasi como uno de los mayores escándalos de esta Administración. Pero el puesto de consejero de Seguridad Nacional no está considerado como parte del Gabinete sino como un asesor personal del presidente y no está sometido, como casi todos los demás, al visto bueno parlamentario.

Es, sin embargo, uno de los cargos más importante de Washington, en la medida es que se trata de la persona con la que el presidente despacha constantemente sobre los asuntos de política exterior. Su capacidad para influir en las decisiones de Obama y marcar el rumbo de la actuación de EE UU será, por tanto, enorme. El actual consejero, Donilon, ha sido, por ejemplo, capital en la reconducción de las prioridades internacionales hacia Asia. Donilon viajó personalmente a Pekín para preparar el encuentro que al final de esta semana mantendrán en California Obama y el presidente chino, Xi Jinping.

Para sustituir a Rice en la ONU, un cargo también de gran relevancia en la política actual de EE UU, ha sido nombrada una reconocida autoridad en la defensa de los derechos humanos, Samantha Power, que ocupa ahora una posición relacionada con esa materia en el consejo de Seguridad Nacional. Power, cuyo nombramiento sí tendrá que esperar a la confirmación del Congreso, que no será fácil, ganó un premio Pulitzer por su libro A Problem From Hell, en el que sostiene la necesidad de responder contundentemente contra los genocidios.

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